Iniciativa Oblivion: Sobrenatural

Archivo Alfa 3

 

Esta vez no me desperté después de una placida siesta, mi cuerpo no había descasado lo suficiente para reponer energías. Claramente no me encontraba consiente o al menos no hasta que un fuerte estimulo sacudió todo mi organismo repentinamente, la sensación fue similar a revivir después de haber muerto o recibir un electrochoque luego de que el corazón se haya detenido.

Al abrir mis ojos solo pude concentrarme en una cosa, una sensación irritante recorría todo mi cuerpo y se sentía como si todos los nervios de mi cerebro estuvieran siendo quemados uno por unos. Era algo totalmente horrible y agonizante, un dolor indescriptible pero que sin importar que ya llevara un rato sintiéndolo de todas formas mi cerebro no se adaptaba para tolerarlo.

Una forma de explicarlo sería compararlo con lo que sucede cuando te pica un mosquito, la reacción lógica de uno es rascarlo y es muy difícil evitar la tentación de hacerlo. La peor parte era que cuando uno se rascaba solo provocaba que la necesidad de hacerlo aumentara, ahora solo había que sumarle a esto que cuando uno se rascaba tu cuerpo más ardía como si estuvieras en una tina de ácido.

Naturalmente lo que quise hacer ante tal horrible estimulo fue buscar una forma de pararlo, quise expresar mi dolor gritando pero no logre hacerlo ya que mi boca se encontraba amordazada, quise intentar buscar una forma de parar el dolor o aunque sea de retorcerme en el suelo pero tampoco pude hacerlo.

Todo mi cuerpo se encontraba atado firmemente con cinturones de cuero a lo que parecía ser una cama de hospital, con los ojos húmedos y lagrimosos observe a mi alrededor. Lo único que pude notar era la silueta borrosa de un par de personas que parecían ser enfermeros tirando de la camilla donde me encontraba, también pude distinguir a una mujer con lentes y bata de laboratorio observando la pantalla de una Tablet -¿Cuándo sucedió? –quiso saber esta mujer de cabello celeste.

-Ayer a la noche, hace aproximadamente 10 horas – la otra persona en contestar fue esa chica de lentes con cabello castaño claro y rizos hasta el pecho.

Intente concentrar mi agonía para generar la suficiente fuerza en mis músculos como para liberarle aunque fue totalmente inútil, solo podía sufrir mientras permanecía firme como una estatua lo que parecía aumentar considerablemente el dolor.

-Si ya ha pasado tanto tiempo lo más probable es que la Llave Centient ya haya reemplazado el 50% de todo su cuerpo –informó esa doctora desconocida aunque no comprendía de que estaban hablando.

La otra chica casi estaba corriendo a su lado para poder seguirles el paso a la doctora y los enfermeros que tiraban de la camilla, pude sentir como un par de puertas blancas se abrieron con fuerza delante de nosotros –Lo se Dr. Dana, no se olvide que yo también pase por eso. Pero de todas formas me parece que esto está ocurriendo demasiado rápido.

-Yo no hice los tiempos querida, solo intento cumplirlos. La fusión de la llave Centient con el cuerpo humano es diferente para cada portador, a veces toma más tiempo y a veces menos. Mi trabajo ahora es supervisar esa fusión y que se lleve a cabo sin contratiempos.

Volví a intentar liberarme y esta vez logre empujar el cinturón que retenía mi brazo derecho con la suficiente fuerza como para que casi se saliera, esto sin duda llamó la atención de esa chica quien bajo su cabeza para mirarme –Ehm Dr. creo que ya despertó –me señaló con el dedo pulgar.

El rostro de aquella mujer de cabello celeste se llenó de preocupación, separó sus ojos de la pantalla y me observó –Por un lado esto es bueno, ahora que ya sabemos que no está inconsciente podeos inyectarle un verdadero sedante para que no sufra por el resto del proceso. A menos que la Llave Centient ya haya reemplazado las suficientes partes de su organismo como para que el suero no haga efecto.

-Esperemos que no.

La científica sacó una  gran jeringa del bolsillo de su bata de laboratorio y la inyectó en mi pecho, logre sentir un pequeño pinchazo casi inexistente debido a que el dolor de que mis nervios se quemaran vivo era peor. Esa mujer retiró la jeringa y rápidamente mis ojos empezaron a cerrar sin tomar en cuenta el dolor, justo a tiempo cuando llegamos a lo que parecía ser un quirófano.

-----O-----

No sabía con exactitud cuándo tiempo había pasado pero al volver a abrir mis ojos me percaté de que ya no estaba atado a una camilla de hospital como un loco en un manicomio sino que en su lugar mi cuerpo estaba sentado sobre una silla, aunque todavía tenía los cinturones de cuero rodeando mi pecho, muñecas y pies.

El lugar en el que me encontraba sin duda era un quirófano pero las personas que se encontraban de espaldas a mí no vestían ropa de enfermeros o médicos, más bien eran batas de laboratorio abotonadas, barbijos, guantes de goma. Más que en un hospital me daba la impresión de estar en un laboratorio de investigaciones como el área 51 o algo asi.

Me di cuenta tarde de que el infernal dolor que sufrí antes había desaparecido sin dejar rastros, solo que esta vez un zumbido tapaba mis oídos y me impedía oír cualquier otra cosa. Gire mi cabeza para la derecha y me encontré de nuevo con esta científica de cabello celeste y lentes dándome la espalda, ella estaba en frente de una laptop y parecía estarle explicando algo a otra mujer, aunque podía ver sus labios moverse no podía oír ni una sola palabra.

Hice un movimiento con la cabeza de derecha a izquierda para analizar el lugar donde me encontraba, fácilmente pude contar siete personas más sumando a las otras dos mujeres aunque no estaba seguro si habría más personas a mis espaldas ya que mi campo de visión era muy limitado en estos momentos.

Quise buscar a esa misteriosa chica que encontré por primera vez ayer a la noche sentada en un banco de cemento, que también apareció en mi casa antes de que vomitara esas cosas extrañas de mi cuerpo y que hace un momento estaba a mi lado acompañado la camilla. Pero aunque girara una y otra vez no logre distinguirla.




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