La última vez que había sentido miedo fue cuando tras una mudanza quebré sin querer la vajilla favorita de mi madre. Nicolas Benedict está justo frente a mí, cierro de prisa la puerta y corro hacia a mi habitación, ¿debería pedir ayuda? ¿y qué digo? ¿el fantasma de Nicolas Benedict está en el ático? Mary se reiría de mí y mis padres creerían que enloquecí. Entro rápidamente a mi cama y cierro los ojos con fuerza, esto debe ser un mal sueño del que pronto despertaré.
El olor a madera dulce aparece, ¿debería sentir miedo? Pienso, ¡pues claro que debería! La sensación de que alguien me observa me invade y lentamente abro los ojos para toparme con el rostro de Nicolas Benedict quien me observa con una expresión indescifrable, sin poder evitarlo grito fuertemente.
—¡Shhh! No grites— dice Nicolas en tono bajo y con sus manos hace un ademan como tratando de decime que me calme— espera, espera — dice inmediatamente algo confundido— ¿aquí también puedes verme?
Vuelvo a gritar.
—¡No grites! — me dice— van a pensar que estas loca.
—¿Quién eres? — digo mientras me paro sobre la cama, esto no puede estar pasándome.
—Soy Nicolas Benedict y no voy a hacerte daño, puedes estar tranquila.
—¿Qué puedo estar tranquila? Invades mi casa y me pides que este tranquila, ¡vete o llamo a la policía! — lo amenazo tomando un objeto de la mesa de noche y arrojándoselo, para mi sorpresa este atraviesa a Nicolas sin siquiera hacerle daño.
Vuelvo a gritar.
—¡Shh! Por favor, no grites más— me suplica— y, para empezar, esta también es mi casa.
Mi cabeza empieza a doler y la puerta se abre de golpe.
—Pero ¡qué te pasa! — dice Mary en tono enojado — ¿Estas bien? — su tono de voz cambia al verme, parece estar preocupada, pasa justo al lado de Nicolas sin siquiera percatarse de su presencia, ¿acaso soy la única que lo ve?
—¿Eres un fantasma? — le pregunto.
—Soy tu hermana— Mary ríe algo confundida.
—Dile que tuviste una pesadilla— Me dice Nicolas.
Miro a Mary quien a la vez me mira preocupada.
—¿Estas bien? ¿quieres que llame a papá? — me pregunta.
—¡No! — la detengo— es que, tuve una pesadilla— respondo mientras miro fijamente a Nicolas.
—¡Ay! ¿y por eso tanto alboroto? — Mary se enoja— a la próxima grita más despacio que pareces loca— dice saliendo de la habitación dando un portazo.
<<Gracias por ser tan considerada, hermanita>> pienso.
—¿Ya no volverás a gritar? — me pregunta Nicolas.
Trato de procesar lentamente toda la información, en mi habitación hay un chico que dice llamarse Nicolas Benedict, el mismo nombre del chico de la historia que nos contó Valerie, Mary no ha podido verlo, el objeto que le he lanzado lo ha atravesado, él viste ropa que parece de otra época, ¿es un fantasma? Si es el mismo chico de la historia de Valerie, ¿este chico es un asesino? Concluyo y lo miro con terror.
—¿Estas bien? —me pregunta.
—¡No! ¡Vete! — le grito.
—No alces la voz —me advierte.
—¿Qué eres?
—Un fantasma— responde despreocupado, como si fuese lo más normal.
—Esto no es real, esto no es real, debo estar volviéndome loca— repito mientras camino por toda la habitación tratando de encontrar una explicación lógica a esta situación.
—¿Qué quieres de mí? — si es un fantasma y se ha manifestado ante mí es porque espera que yo haga algo por él.
—Nada, eres tú quien vive en mi casa.
Río.
—¿eres un asesino? — le pregunto e inmediatamente me arrepiento de mi pregunta, ¡qué pregunta más tonta!
Nicolas ríe.
—Por supuesto que no, ¿de dónde has sacado eso?
—¿Qué quieres? — le digo al borde de la desesperación.
—¿En serio? Ves a un fantasma y es la única pregunta que se te ocurre—Nicolas ríe mientras también camina por toda la habitación mirandome con un brillo en sus ojos como si está situación le pareciera divertida.
—Disculpa, pero no estoy acostumbrada a tener conversaciones fantasmales muy seguidas—digo sarcásticamente.
—Eres rara—me dice y arquea una de sus espesas cejas castañas.
—¡Soy rara! ¡tú eres un fantasma y me dices a mí que soy rara!
—¡Y qué culpa tengo yo de ser un fantasma! ¡eres la primera persona que veo en años! Solo quiero hablarte.
Esto de verdad no tiene lógica, mi cabeza no procesa nada, esto no puede suceder y realmente no sé qué hacer así que hago lo primero que se me pasa por la cabeza, de niña cuando algo me daba miedo lo único que hacía era dormir y esperar a que amaneciera. Ignorando la espeluznante presencia de Nicolas me meto en la cama y cierro los ojos con fuerza.
—¿Qué haces? — me pregunta —¿por qué haces eso? ¡qué rara eres! — le escucho decir, pero por nada del mundo pienso abrir los ojos, hago como suelo hacer con Mary, ignoro sus palabras y por muy extraño que parezca, al cabo de un rato logro quedarme dormida.