Inmune a mis encantos.

3 | El rubio descarado.

HADLEY.

 

Antes de irme del instituto, decidí guardar los libros de geografía en mi casillero. Hecho esto, comencé a sentir un calor infernal, por lo cual procedí a retirarme el saco del uniforme, éste estaba abotonado. 

Al retirármelo, me doy cuenta que olvidé abrochar los botones de mi camisa esta mañana.

Demonios.

Maldigo por lo bajo y antes de que pudiera cubrirme o al menos moverme, un alto y fornido rubio con un negro aro en el labio inferior, del equipo de fútbol americano, me mira con descaro casi traspasando mi uniforme con su gris mirada.

No tengo ni la más remota idea de por qué carajos ocurre pero, siento mis mejillas quemarse. Cierro la camisa con mis manos, dirigiéndole una mirada ácida. Éste me dedica una sonrisa ladina con su labio perforado.

 

-Adiós, preciosa. –Dice en mi oído mientras pasa a mi lado- Lindo brasier, por cierto –me sonrojo de nuevo, al sentir el aro en su labio inferior rosando mi cuello.

 

No me queda ni siquiera aliento para protestar, muchísimo menos para intentar moverme.

¡AIGH! Rubio descarado.

Se mueve rápido por el pasillo alejándose cada vez más. Esto, no saben cuánto me tranquiliza.

Cuando pienso que todo vuelve a la normalidad, veo a lo lejos a alguien que se dirige hacia mí.

Es Nathan.

Me hundo en el casillero. Agradezco a Dios que al menos sólo alguien pudo ver mi nuevo brasier negro y no todo el instituto.

 

-¿Qué pasa, Hadley? ¿Por qué abrazas a tu casillero? –Pregunta mirándome raro

-Tengo un problema –digo mirándolo a los ojos  

-¿Qué pasa? –Pregunta en voz baja

-Olvidé… abrochar los botones de mi camisa está mañana y hasta ahorita me estoy dando cuenta –digo con pena

-Oh. ¿Quieres que te ayude con eso? –Pregunta mirándome- Podría taparte para que no vean pues… ya sabes

-Sí, por favor –digo rompiendo el abrazo con mi casillero.

 

Nathan hace lo anteriormente dicho, pero se voltea antes de tiempo. Me detalla y no puedo evitar sonrojarme un poco.

Abrocho cada botón con cuidado pero lo más rápido que puedo.

Como si lo hubiera invocado, llega Noah, encontrándonos a Wagner y a mí en esta situación, turbia a los ojos de muchos.

 

-¿¡QUÉ CARAJOS ESTÁS HACIENDO, WAGNER!? –Pregunta Noah histérico

-Yo sólo… -lo interrumpe

-Tú, me vale un coño. Si te veo haciendo otra cosa de estas, te desfiguro el rostro ¿ME ENTIENDES? –Grita el pelinegro abrazándome a él- ¡Fuera de mi vista!

 

Velozmente, Nathan se retira dejándonos solos.

 

-¿Te tocó ese idiota? –Pregunta Noah mirándome serio

-No, para nada, Noah. Él sólo estaba ayudándome. Me tapaba para que pudiera abrocharme los botones de la camisa sin que me vieran. Olvidé hacerlo esta mañana –digo mirándolo con vergüenza

-Pero lo hizo volteado, viéndote. A lo mejor es una nueva técnica que yo no conocía ¿No? –Me mira algo… furioso y alzando una ceja- No te confíes. Él no es tan sano y santico como se ve –dice abotonando los dos botones restantes de mi camisa.

 

Ruedo los ojos y asiento con la cabeza.

 

-Vamos. El tiempo es oro, zanahoria. Te llevaré hasta tu casa, ya es algo tarde –dice Noah tomándome de la mano

-Acomodaré unas cosas en mi casillero. Ahorita te alcanzo ¿Está bien? –Pregunto mirándolo

-Está bien, sólo no tardes mucho. Te esperaremos en el auto si no alcanzas a venir conmigo ¿Okay? –Me mira

-Okay –digo comenzando a organizar los libros y agendas que tengo en el casillero.

 

Después de un minuto aproximadamente, termino de arreglar el dichoso casillero.

Noah va más allá de la mitad del pasillo. Corro para alcanzarlo.

Aumento la velocidad y al estar detrás de él, le doy un pequeño puño en la espalda.

 

-¿Listo, zanahoria? –Pregunta

-Listo –digo abrazándolo

 

Justo saliendo, Noah me dirigió la palabra nuevamente.

 

-Qué bien que el Señor me envió a rescatarte. Fui tu ángel –dice Noah sacándome varias risitas

-¿Mi ángel? –Pregunto

-Sí, tu ángel –dice haciendo énfasis en “tu ángel”- Ese idiota… De que me lo casco, me lo casco –golpea la palma de su mano con su puño

-No seas así con él, Noah –digo- Me tapaba para que no me vieran. Sólo estaba ayudándome.

-Con la nueva técnica: volteándose para mirarte ¿No? –dice el pelinegro casi echando humo

-Deja la envidia, Fletcher –dice Nathan saliendo de atrás de un árbol- Sólo estaba siendo caballeroso –ríe con malicia

-Gracias a Dios que te salve de las garras del lobo, zanahoria –dice mirándome

 

Rio a carcajadas. No puedo evitarlo. Noah expresa su molestia de una forma tan peculiar.

Me fascina.

Por fin, salimos del Greenville. Vamos rumbo a un convertible negro. Supongo que es el auto de uno de estos dos.

 

-Aquí es la parada, zanahoria –dice sonriéndome

-¿Es tuyo? –Pregunto

-Sí –dice yendo a abrir la puerta del copiloto- Hoy tú te vas atrás –mira a Nathan- Por desgraciado

-¡Noah! –Digo regañándolo

-Él es así, Hadley. Ya se le pasará –dice Nathan despreocupado mirándome .

 

Subo al bello automóvil y el pelinegro me cierra la puerta. Sube y enciende el auto.

 

-¿Dónde vives, zanahoria? –Pregunta volteando a verme

-En la calle Blecker, casa N° 1245 –digo mirándolo

-¿Cerca de la nueva urbanización? –Pregunta dudoso

-Uhm. En la siguiente calle –digo sonriendo

-Okay. Allá vamos –dice arrancando.

 

Rumbo a casa, suena ‘Believer’ de Imagine Dragons. 

Noah canta el principio, hago los uh, uh junto a Nathan y luego me uno en el coro.

 

-Tenemos una cantante aquí –dice mirándome sorprendido




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