Inmune a mis encantos.

6 | Una persecución e investigación resuelta.

MICHAEL

 

Después del respectivo entrenamiento de hoy, en el descanso, donde gracias a Dios Deadwyler no estuvo, Wallace me comentó que ya había realizado una de las investigaciones que le encargué. Éstas consistían en: 1-. Descubrir por qué tanta cercanía entre Hadley y Noah Fletcher, y, 2-. Averiguar quién es el castaño claro de la foto en el casillero de la pelirroja.

La que logró resolver o ejecutar por el momento, fue la de la cercanía entre la dueña de los orbes azules que me encantan y el lector compulsivo.

Aparentemente, ellos no tienen nada pero, el pelinegro se ha enganchado con Danvers. Desde que se conocieron, les han visto cierta… conexión, por así decirlo.

Le agradezco a Dios cuando esas palabras salen de la boca de mi compadre.

Me propongo mantenerme alerta con todo lo referente a Noah. Mi competencia.

También, vigilar lo más posible a Deadwyler, quien al parecer, se está entrometiendo en mi camino.

No permitiré que me la quite a ella. Que se lleve TODO menos a ella.

Una investigación que haré yo mismo, será conocer el lugar a donde irán Hadley y Ryan, sobre todo qué diablos harán.

O qué hará el maldito rubio.

Luego de despedirme de Hadley en el campo, escuché de la misma esta mencionada información.

Para dicha persecución, le pedí a Gardner su camioneta. Ésta tiene vidrios ahumados, cosa que me otorga bastante suerte en mi misión.

Jejeje.

Van en la motocicleta. Puedo notar que el joven acelera y vuelve a su velocidad normal, haciendo que Hadley lo abrace cada segundo con más fuerza.

Me retuerzo en el asiento del conductor cuando ella monta sus piernas en las de él, entrelazándolas.

Ese malnacido…

Terminaré al borde de la locura con este desgraciado seguimiento.

El rubio entra en el estacionamiento del centro comercial más caro y grande de la ciudad. Espero unos segundos y me adentro al mismo con suma velocidad.

Ambos bajaron y se metieron al ascensor. Si no me equivoco, oprimieron el botón del último nivel.

Starbucks. Allá están.

Las puertas se cierran y procedo a salir de la 4x4.

Tranco y corro al cubículo metálico.

Hundo el número 5, piso donde se encuentra la sede más grande de Starbucks en el lugar.

La música del maravilloso ascensor me está causando una jaqueca.

Qué estrés con ese “tuntururuntun”.

Por fin, se abren las compuertas. A mi vista aparece rápidamente el lugar que busco, según yo, el mejor café de la ciudad.

Entro y me siento dos mesas atrás de ellos, teniendo a Hadley como blanco.

Froto mis sienes. La fastidiosa musiquita clásica de los ascensores, me ha provocado una cefalea casi avanzada.

El médico, el doctor ahora –dice la voz de mi mente fastidiada

Pues a decir verdad, esa profesión me ha interesado desde que tengo memoria. Es la que amo y a la que me dedicaré.

No la amas tanto como a Hadley –comenta la voz en mi cerebro, pícara

Me sonrojo ante el comentario y las chicas atrás de mi mesa se ríen y emiten unos <<Aww>>. Las saludo.

Una mesera se acerca hasta mí con su libreta de pedidos. Es Joanna.

 

-¿Qué deseas, Mike? –Pregunta la tierna pero rustica rubia  

-Lo mismo de siempre, Joa. Un café tinto y un brownie. Del más grande –pido suplicante

 

-Yo invito –dice una pelinegra de las en la mesa de atrás, casi gritando a Joanna. Le agradezco y me pide que me siente en la mesa en la que están ella y sus amigas, a su lado, cosa que hago. Además me conviene para hacer más encubierta mi misión.

Tú y tu pinga misión. Qué ansiedad contigo –dice mi mente.

La seductora pelinegra es como una versión femenina de Wallace. Tiene los ojos, pecas y hasta la sonrisa sensual de Bennett.

¿Cómo que sonrisa sensual? Te me estás pasando para el otro bando ¿No? –Pregunta mi retorcida mente y yo muevo la cabeza de un lado a otro negando, perturbado ante unas imágenes que se reprodujeron en mi cerebro.

Dios reprenda.

 

-¿En qué piensas, castaño? –Pregunta la joven peinando mi cabello con sus dedos. El contacto de sus pintadas y algo largas uñas en mi cuero cabelludo me genera un cosquilleo placentero

-En nada. Yo y mis estupideces –digo dándole un sorbo a mi negro café, el cual trajo Joanna hace segundos junto con mi suculento brownie- ¿Con quiénes tengo el gusto? –Pregunto a todas las jóvenes

-Yo soy Blaire, un gusto –dice una alocada pelirroja. Sus ojos me recuerdan a los de Had

-Yo, Alhya –dice quitando la mirada de su tableta

-Chelsea –dice una castaña oscura

-Kelly –dice una chica de rulos negros pintados a la mitad de azul

-Y Jesse. A tus servicios –dice la gemela perdida de Wallace mirándome con malicia

-¿Ah, sí? –Pregunto acercándome peligrosamente a su rostro. Sus mejillas se tornan carmesíes

-Sí. –Responde guiñándome un ojo.

 

Devoro mi brownie y doy un poco a Jesse, quien me suplicaba por una migaja.

Pedí a Joanna que trajera uno para cada chica y otro para mí.

Chillan de la emoción cuando ven a Joa venir con la bandeja de torta pastosa y achocolatada.

 

-Gracias –dicen todas al unísono

-Gracias, castaño. Te lo compensaré –dice Jesse alegre. Suelto una risita y sonrío con picardía. Ella arruga su entrecejo sin entender

-Le he sacado el doble sentido –susurro al oído de ella, acariciando su muslo descubierto. Se eriza ante mi tacto. Ríe en voz baja

-Te lo supliría en todos los sentidos, Michael –dice usando mi nombre, luego de escucharlo de Joanna.

Qué sexy. 

-Sería un placer que lo hicieras –digo a su oído perforado, mordiéndole el lóbulo  




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