|Capítulo 6|

Greenburg y la universidad vecina están de luto.

Unas de las porristas murió en el partido, la encontraron cuando los chicos del equipo contrario se iban. Fue devastador para todos . Mis padres piensan  que tenemos que irnos del pueblo pero me niego a que pase, aún no termino mis estudios y está Valentina; también el misterio de porqué me regañan por cosas que no hice.

Esto es muy extraño.

Hace unos días Leonard llegó a mi habitación furioso porque le dije que prácticamente jamás me volviera a ver, y al parecer hizo eso. Ahora no me ve ni en pintura pero el problema es que ese día tuve un resfriado y no pude asistir, ¡hasta tuve que pedir apuntes al profesor! Esto se esta saliendo de control y voy a descubrir de qué se trata.

Lo que más me perturba es que el asesino siempre corta alguna parte del cuerpo no importa si son dedos o hasta las mismas extremidades. Me dan ganas de salir corriendo del pueblo pero tampoco soy tan cobarde para hacerlo.

En estos momentos iba a casa de Valentina, necesitábamos hablar y explicarle todo lo que está pasando. Es mi mejor amiga, no le puedo ocultar esto aunque quiera. No necesito más problemas sobre mis hombros, ya tuve suficiente con los de hace 5 años.

Ya visualizaba su casa. Vale, a pesar que es tímida, por alguna razón es popular en la Universidad; gracias a sus padres, los señores O’Donnell son unos grandes empresarios de la industria petrolera. Por lo tanto su casa muestra todo el dinero que tienen.

La casa es de dos plantas, de color blanco y ventanales modernos que solo muestran las demás casas, ocultando lo que hacen adentro. Un pequeño jardín lleno de flores y un garaje para tres autos, los padres de Valentina y ella.

Tiene auto pero no lo usa casi, no le gusta conducir.

Toqué la puerta tres veces y  se abre así revelando a la nana de Valentina. Me recibe con una sonrisa y me deja entrar a la gran sala.

—Hola, mi niña. ¿Cómo esta? —dice abrazándome. Ya se le notaban los años pero jamás cambia esa actitud tan positiva. A veces quisiera ser como ella.

—Bien. Mmm… ¿Está Vale? 
Asiente.

—No ha querido salir de su habitación, ha estado deprimida — me siento culpable pero es que yo no sé qué hice. Estaba enferma pero no lo puedo justificar.

Suspiro y subo por las escaleras hacia su habitación.

Abro la puerta de esta y la encuentro recostada sobre el encabezado de la cama viendo algo en la computadora y con un pote de helado a su lado. Me acerco lentamente y me siento a su lado, me nota pero ignora, tensándose.

Recuesto mi cabeza en su hombro y ya solo espero a que me diga algo. Pero lo único que hace es derramar lágrimas y cerrar la computadora para después abrazarme. Le devuelvo el abrazo con fuerza y se me humedecen  los ojos pero no derramo nada.

Empieza a pegarme pero yo la detengo con las manos.

—Eres una idiota, una estúpida, hija de pu… — vienen los insultos hasta que se relaja pero nunca baja la guardia.

La abrazo.

—Lo siento, lo siento mucho, no sé qué me paso —me separo de ella—. Pero tenemos que hablar, algo está pasando haciéndome culpar de todo. 
Mi hermano no me habla porque te pedí que te alejaras pero yo nunca fui a Greenburg. Tenemos que buscar una solución.

Asiente pero me mira un poco confundida.

—Te creo pero te juro que eras tú, el mismo color de cabello, los ojos… Todo — toma una respiración —. No sé pero alguien está tomando tu identidad físicamente.

Me tenso. No podía ser, ya pasó muchos años desde entonces pero… No es posible, dijeron que estaba muerta.

—No sé pero lo averiguaremos, ok. Por ahora, te escribiré cada vez que vaya a Greenburg.

Asiente y me abraza otra vez. 
Iba ser difícil encontrar a la persona que está tomando mi físico pero la encontraremos. ¿Cómo puedo estar segura que es mujer? Un presentimiento, uno al cual le tengo miedo.

Lo que si estoy segura es que cuando la encuentre, todo dará un giro de 180 grados.