Después de que nos reconciliamos, decidimos que teníamos que empezar con algo sencillo. Bueno, no tan sencillo. Buscar los archivos de la universidad y averiguar cuál pelirroja tiene mi parentesco. Será difícil pero no imposible.
Valentina era una friki de las grandes pero físicamente es muy bonita.
Cuando me quedo a dormir en su casa nos quedamos viendo programas de criminología y a hacer teorías para después terminar gritando por las acciones de los personajes.
Lo sé, somos un poco raras.
Volviendo a donde estábamos, Vale buscó un pizarrón colocándole como nombre Buscando a la roba identidades.
Casi me echaba a reír por el nombre pero no podía quejarme, yo había sugerido buscar a la perrona. Es aún peor.
No tenemos nada que nos diera una pista y me siento frustrada porque me estoy cansado de esto, llevo años así; una y mil quejas pero era hora de descubrir quién es el asesino .
Lo siento, no pude evitar pensarlo, es que me recuerda a Mentes Criminales. Pero, volviendo al tema, Valentina estaba en su computadora buscando en la página de la universidad, intenta hackear el sistema pero, cuando digo que lo intenta, lo intenta.
Ninguna de las dos somos hacker y esto lo hace más difícil.
Se queja y cierra la computadora con fuerza haciéndome sobresaltar.
—No puedo entrar al sistema del director —suspira y pone su cabeza sobre la mesa—. Puedo ser muy inteligente pero no soy una hacker como la rubia de Mentes Criminales.
No puedo evitar reír ante la comparación.
— Tenemos que encontrar alguna forma.
Se encoge de hombros y así pasan las horas hasta que se hace tarde, teniendo que volver a casa antes de que mis padres me castiguen.
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Al volver encuentro a mis Padres, Jocelyn Margot y Erick Cooper. Mamá estaba en la cocina anotando unas cosas en su libro de recetas; una de sus cosas favoritas es la cocina. Recuerdo que, cuando era apenas una pre-adolescente, me hacía tartas de todo tipo. En cambio, papá estaba viendo la televisión sobre fútbol; muy típico en las familias estadounidenses.
Lo raro es que no veía la presencia de Leonard, algunos dirán que nosotros deberíamos estar viviendo solos pero somos muy unidos a nuestros padres, a pesar que no sea biológicos – de mi parte—. Y sí, lo soy, soy adoptada.
Nunca fue un problema para mí, ya que lo sobrellevé con madurez. Fue difícil al principio. Recuerdo que siempre lloraba por las noches, extrañando a que Loren me contará un cuento o cuando José me dejaba jugar con él a los videojuegos, a pesar que siempre perdía. Ya no tengo muchos recuerdos, los únicos que quedaron conmigo fueron buenos momentos, bueno excepto uno que trato de olvidar con todas mis fuerzas. Olvidar ese dolor.
Pensar en la muerte de mi familia me entristece, hace que el aire se vuelva sofocante y tenga ganas de salir al balcón. Tomo la liga que está sobre mi muñeca y me hago una coleta a mi largo cabello, subo hacia las escaleras y paso por la habitación de Leonard. Me detengo frente al umbral, tomo la perilla y la giro con cuidado.
Encontrándome a un Leonard dormido sudando y casi llorando. Me acerco preocupada y lo sacudo para despertarlo.
— ¡Leonard! ¡Despierta! — mis ojos se aguaban y sin importar que fuera mi hermano, le di una cachetada a ver si despierta.
Gracias a Dios funcionó.
Despertó desconcertado y miró hacia los lados con rapidez. Estaba jadeando y las mejillas mojadas por las lágrimas. Lo abrazo con fuerza y me estrecho contra él.
—Estoy aquí, estás bien — acaricio su espalda —. Ya pasó.
Leonard puede ser mayor pero yo siempre seré su hermana, la persona que lo protegería de cualquier cosa, no importara qué. Había cosas de él pero eso no me incumbe, tal vez algún día lo cuente pero por los momentos estaría con el.
— ¿Otra vez pesadilla? — digo con voz suave, asiente y oculta su rostro en mi cuello.
Odio verlo así, Leonard siempre fue una persona alegre que apoyaba a quienes amaba. Tiene pesadillas desde hace 5 años, cuando todos los desastres cayeron sobre nuestra familia.
—Sé que pasaron cinco años pero es difícil —para todos fue difícil.
— ¿Quieres que me quede a dormir? — asiente y tomo una camisa de su clóset y me quito la ropa delante de él.
Por favor, no piensen mal, no tenemos ese tipo de relación. A veces tiene la mal costumbre de abrir la puerta del baño sin tocar y yo no poner seguro. Ya después la vergüenza se fue, a fin de cuentas es mi hermano y siempre lo será.
Me recuesto a su lado y el acomoda su cabeza sobre mi pecho como niño pequeño. Le acaricio el cabello castaño hasta que siento su respiración pesada, haciéndome saber que ya está dormido.
Pero a pesar de tener los ojos adormilados, una imagen que enterré hace años aparece.
Una niña pelirroja como la sangre lloraba a lágrimas y yo no podía hacer nada, me lo habían prohibido. Yo también lloraba por no saber qué hacer.
Hasta que la imagen se desvanece así llevándome en los brazos de Morfeo.
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Desperté con la alarma de Leonard, murmuro palabras intangibles y me levanto bostezando. Noto que mi hermano no se encuentra durmiendo en la cama. Aún descalza bajo hacia la cocina y veo a mamá y Leonard charlando.
Besé sus mejillas y me senté a su lado.
— ¿Todo bien?
Asiente aunque no estoy muy convencida.
— Solo son pesadillas pero es muy difícil pensar en ello — dice mamá besando su frente—. Pero todo va estar bien, ya pasó.
Abrazo a Leonard y acomodo mi cabeza en su hombro mientras entrelazo mis dedos con los suyos. aun tenía sueño y era sábado, tenia que ir hacer las compras.
Lo vuelvo a abrazar y me cambio con un suéter grande azul claro, siempre me han gustado los colores claros, pocas veces usaba los oscuros.
Al estar lista tomo el auto de mis padres y voy hacia el.
Después de guardar las bolsas en el maletero, me dirijo camino hacia la casa pero antes me detengo en frente de la entrada del bosque que no quedaba muy lejos de mi casa. No sabía por qué tenía la necesidad de adentrarme allí, jamás he entrado, siempre me dijeron que era peligroso y las noticias dicen que el lugar en donde encuentran a los muertos normalmente.
Editado: 31.10.2020