Ada medito por mucho tiempo.
Su vida, su libertad, su identidad.
Aceptar ser parte de esa mentira significaría perderse a ella misma.
¿Qué debería hacer? Kerem tenía razón, ella no tenía nada más que así misma, aun no sabía cómo decirle a su hermana que lo echaron a la calle, no tenía el dinero para pagar al hospital y para empeorar su situación la despidieron.
Dios bendito, que debía hacer ella.
—Yo…
—Piénselo de esta manera antes de decidir, no se está ayudando solo a usted sino también a todas esas familias inocentes que perecerán si el enfrentamiento llega a darse.
El silencio se hizo en la habitación.
—No me dé su respuesta ahora, aunque no lo crea comprendo muy bien su posición. Si decide que aceptar mi propuesta, puede llamarme, en cualquier momento, no lo dude.
Le ofreció su tarjeta de presentación. Lo pensó por un momento y la tomo rápidamente.
—Haidar, lleva a la señorita Demir donde ella te pida—al ver la sospecha en sus ojos aclaro. —Estamos muy lejos de su casa, aquí no pasan taxis ni autobuses, jamás saldrá de aquí caminando hoy.
Silenciosamente acepto sus arreglos, y siguió al hombre que minutos antes trajo el té para ellos.
Nunca antes se había subido a un auto tan lujoso como en el que paso los siguientes cincuenta minutos, era el tipo de camionetas en las que solo andaban las celebridades. Su mente daba vueltas, las ideas en su mente estaban revueltas, tantos problemas que resolver. Y ahora esto
¿De dónde salió este nuevo problema?
¿Acaso era una alucinación?
Qué posibilidad tan pequeña tiene que hacer que se parezca a una persona que le llevaba un par de años y que vivía en el mismo país.
El subordinado de Kerem se despidió respetuosamente dejándola frente al hospital.
Suspiro por un momento y las náuseas en el estómago se hicieron presentes. Ya era de noche, y varias llamadas en su teléfono indicaban la preocupación de sus hermanos por ella.
—¿Dónde haz estado Ada? Estábamos muy preocupados por ti, Aydin dijo que tuviste una emergencia y no le dijiste nada más—su hermana la increpo nada más la vio entrar a la sala.
Su hermano le dio una mirada de complicidad.
—Es un problema en el trabajo, al parecer intentaron robarle a una de las trabajadoras. Estuve ahí toda la tarde.
—¡Dios bendito! Pudiste al menos contestar las llamadas.
—Lo siento.
—Está bien, solo no quiero que nada malo les pase, a pesar de todo ustedes siguen siendo mis hermanos menores. —Asli miro con cariño a los dos menores, ella los había criado como lo haría una madre. —Cambiando de tema, lo mejor será que vayan a descansar, tu hermano no me hace caso y no se quiere regresar a la casa, llévatelo tú. Vayan acompañados.
Su casa…
—Ya le dije que quiero quedarme con ella esta noche aquí para cuidar también a mamá—intervino Aydin. —Es más, les propongo dormir todos aquí hoy, hace mucho que no pasamos más de tres horas en un mismo lugar.
Unas palabras berrinchudas y dulces de su hermano bastaron para convencer a Asli de aceptar su solicitud. Ada estaba profundamente agradecida con su hermano, la había ayudado a salir de este aprieto, no tendría cara para decirle a su hermana que los echaron. No tendría cara para decirle que había fracasado como líder de hogar.
Su madre estaba dormida, así la pasaba la mayor parte de tiempo.
Acostada sobre unas mantas sobre el suelo junto a su hermano y acompañada de las tenues luces que se filtraban por la puerta y ventanas, suspiro cansada. Se sentía sumamente adormecida y sin dirección.
La única solución que podía elegir...
No
No, ella no iba a hacer eso. Su padre no le dejo esos valores, su hermana no la crio de esa forma.
Mañana será otro día y buscaría otra solución. Primero buscaría un nuevo apartamento, pediría un préstamo si era necesario, vendería su anillo de graduación o incluso si hiciera falta…El relicario de su padre.
Decidida cerro sus ojos unos minutos antes de dejarse llevar a los brazos de Morfeo.
A la mañana siguiente, cansada se levantó sintiendo como empujaban su hombro suavemente.
—Ada, despierta compre el desayuno. Asli está con mamá, le iban a poner un suero.
—¿Qué hora es?
—Son las nueve. Estabas muy cansada así que no te desperté—le dedico una mirada algo esquiva.
—Tomaste mi celular ¿Verdad?
—Sí, ley el mensaje. Lo mejor será que yo también me ponga a trabajar…
—Ni se te ocurra decir nada más, te vas a graduar en un par de meses, y luego debes continuar estudiando.
—Pero…
—Es mejor no discutir acerca de eso, la respuesta es no. No puedes retirarte sin acabar siquiera la educación básica.