Inquebrantable

Capítulo 7

Alizee.

—No me has dado las gracias Alizee —menciona mi tía mientras desayunamos.

—¿Por qué debería dártelas? —respondo comiendo pan con mermelada.

—No hables con la boca llena —hace un gesto de desagrado—. Porque te conseguí un gran contacto y ya ves que ahora tienes trabajo —dice con altivez.

—Fueron mis obras, mis materiales y mi talento. Que, por cierto, tomaste atrevidamente y vendiste sin mi consentimiento. Si acepté el trabajo fue por motivos muy diferentes a los que crees.

—Niña mal educada —me fulmina con la mirada—. El 50% de lo que ganes quiero que me lo entregues —declara.

Empiezo a reírme.

—¿Disculpa? ¿Tengo? —hago énfasis—. Me tengo que morir —le guiño un ojo—. Voy a colaborar con dinero por el hecho de que me tienes viviendo aquí. Pero ni creas que será el 50% —respondo poniéndome en pie.

—Nadie te tiene amarrada Alizee, ahí está la puerta por si te quieres ir —señala el pasillo que da hacia la entrada principal.

—Que doble moral eres Amber —niego con la cabeza—. Sabes bien que no fue mi decisión que me trajeran a este lugar. Tú misma te encargaste de arrebatarme de mi hogar, que estaba al lado de mi abuela mientras se resolvía la situación con mi padre. Nadie te pidió que hicieras un acto de caridad del cual ahora pareces estar arrepentida.

—Yo... no... —titubea sin dar respuesta alguna.

—Sí, eso creí —digo al no escuchar respuesta coherente de su parte—. Que tengas bonito día tía —menciono irónicamente la última palabra.

Me coloco los audífonos rápidamente y pongo aleatorio para salir de la casa con paso apresurado. Estar lejos de este lugar lo más rápido es lo único que deseo cada día que despierto.

Cuando mi padre ingresó a la cárcel me quedé con mi abuela paterna en México, donde todo ocurrió y mi ciudad de origen. Luego de dos meses Amber, mi única tía por parte de mamá, pidió mi custodia con la excusa de que aquí, en Londres, tendría una mejor condición de vida, un mejor futuro. El estado lo vio como lo más conveniente para mí, pues mi abuela ya era de edad avanzada, no tenía la oportunidad de brindarme y asegurarme un futuro como mi tía demostraba que podría hacerlo por lo que me mandaron a vivir con ella. Tenía doce años cuando eso pasó, ya han pasado ocho años desde entonces.


Cuando llegué no me sentía cómoda, claramente yo quería estar al lado de mi abuela y cerca de poder visitar a mi padre, de tener más contacto con él, ya que al momento de venir a Londres solo se me sería permitido hablar con él cuatro veces al mes, una vez por semana. Eso cambió cuando cumplí dieciséis, desde entonces solo hablo con él una vez por mes.

La única condición que le pusieron a mi tía para que yo pudiera estar aquí, era el no tener cónyuge ni el poder ingresar a la casa a figuras masculinas hasta que yo dejara de residir aquí o cumpliera la mayoría de edad, que aquí es a los veintiuno. Por esta razón, mi tía me ha odiado y fastidiado. Por el hecho de privarle la posibilidad de convivir con hombres. Lo que ella no reconoce es que ella misma se encargó de atar soga a su propio cuello, pues ni mi abuela ni yo solicitamos mi traslado a este lugar.

Nunca he comprendido ni conocido los motivos por los cuales ella tomó esa decisión, por amor no fue, cada día se encarga de demostrarme todo lo contrario a fraternidad y a empatía. Tampoco podía irme a vivir con otro familiar ya que solo tengo a mis padres encerrados en una cárcel, mi abuela en un cementerio de México y a ella, que se escapó del infierno.

Amber tiene alrededor de cuarenta años, unos menos, unos más. No lo sé con exactitud, de hecho, no conozco mucho de ella.
Es hermana de mi madre y sus rasgos físicos tienen cierto parecido, por lo que es un constante recuerdo de ella.

Amber tiene el pelo rubio, ojos verdes, tez blanca y un bonito diseño de sonrisa. Su vida se basa en encontrar métodos para parecer más joven y lucir radiante, se preocupa mucho por su imagen. Ella vende productos de belleza y rejuvenecimiento, pero cuando no le alcanza para los gastos básicos y necesarios, porque el dinero destinado para esto lo gastó en caprichos para ella y su apariencia, acude a mí. No siempre tengo dinero, el que consigo es por las pinturas que vendo o algún trabajo que consigo y de los pocos recursos que reúno tengo que darle. Varias veces ha tomado mis pinturas y las ha vendido, de las cuales no recibo ni un solo centavo. Esta vez salí con un poco más de suerte, pues el dueño de una galería quedó atrapado con algunas de mis pinturas y me ha dado un lugar en su equipo de trabajo. No es algo oficializado, de momento quiere ver cómo le va exponiendo mis pinturas.

No había podido conseguir trabajo en otro lugar porque al parecer no son bienvenidos los emigrantes sin estudios. No pude terminar la escuela en México y aquí en Londres tampoco, Amber nunca se preocupó por brindarme ese futuro prometedor que le hizo ver al estado que me daría.

Estos factores me llevaron a hacerme mejor amiga de los audífonos y amante de la música, cuando solo escuchaba el sonido de la lluvia caer esta me ayudó a ignorar ese sonido que alimentaba mi dolor. Hay millones de formas de sanar heridas y cerrar cicatrices, mi estabilidad y cura la encontré en la música. Me llenan y me dan una paz que no creo pueda ser comprendida por alguien, es algo que solo mi alma puede vislumbrar.

Sin haber sentido el transcurso del camino por ir absorta en mis pensamientos me encuentro con mi destino.

Galería House of illustration.

Me quito los audífonos y me dispongo a subir los primeros escalones de la residencia. Tiene una gran estructura, cinco pisos y posee dos entradas. Una para turistas, que se encuentra al otro extremo de donde estoy, y la que mis ojos ven ahora mismo, que es para trabajadores. Ocupa una calle entera, así de inmenso es el lugar.




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