Inquebrantable

Capítulo 10

Jacque.

—Que guapo vas mi amor, ¿Saldrás con alguna chica? —pregunta mamá alzando y bajando las cejas.

Llevaba puesto un pantalón de mezclilla normal y una camisa. Mamá solía exagerar cuando me las veía puestas, le encantaba como me moldeaban, por lo que siempre me halagaba.

—No mamá. Iré con Gerard al aeropuerto a recoger a Megan.

Gerard era el hermano mello de Megan. Los tres habíamos crecido juntos en el mismo vecindario.

Megan había ido a visitar a sus padres a Chicago, sus papás se mudaron por una oportunidad de trabajo del señor Evans. Gerard y Megan se quedaron en Londres porque ya habían empezado a estudiar en la universidad, tenían varios semestres y no querían trasladarse. Iban de visita a Chicago cada que podían, en esta ocasión solo había ido Megan porque Gerard tenía trabajo.

—No demoró casi visitando a sus padres —comenta mamá—. Maneja con cuidado y le das un beso de mi parte —me da un abrazo y aprieta mis cachetes—. Tú padre y yo nos lucimos a la hora de engendrarte, ¡Saliste muy hermoso! Eso pasa cuando se hacen a los bebés con ganas y amor —sonríe traviesamente.

Hago una mueca de desagrado.

—No hacía falta que fueras tan descriptiva mamá.

Se ríe.

—Adiós mamá, te quiero y no me esperen para cenar —le guiño un ojo a lo que ella responde con un puchero.

Tomé las llaves del auto salí de la casa. En la casa teníamos dos autos. Uno que papá usaba la mayoría del tiempo y el otro lo usábamos mamá y yo, Layve todavía no tenía licencia para conducir por lo que siempre era copiloto.


Empecé a manejar y avancé a dos casas de la mía, la de los Evans. Hice sonar el claxon cuando estuve al frente. Mientras Gerard salía saqué mi celular y respondí algunos mensajes que tenía de compañeros de la universidad, no era muy de amigos, era más reservado. No me gustaba la vida alocada, podía asistir a fiestas, tomar un poco, quizás bailar, pero nunca me descontrolaba o excedía límites. Mis amigos más cercanos y probablemente los únicos eran, Diego, Megan y Gerard. También tenía otros dos cercanos de la universidad, pero no eran muy íntimos o incondicionales.

La puerta se abrió y un castaño entró al carro. Gerard, tenía los ojos verdes, su cabello era castaño, tirando a rubio, tenía 24 y era un poco menos alto que yo. Siempre habíamos congeniado muy bien, en personalidad teníamos varias cosas en común; nuestro carácter era más serio y reservado. Diego y Megan eran los extrovertidos y espontáneos. Quizás por eso ellos dos habían hecho click y congeniaban en el ámbito amoroso, aunque Diego no pudiera sacarse de la cabeza a la castaña con heterocromía.
La casi relación que Diego y Megan llevaban, todavía no se oficializaba, cuando Diego lo iba hacer Megan se fue de viaje y ahora que no olvidaba ese par de ojos, al igual que yo, no parecía muy motivado a hacerlo.

—¿Qué tal Jake? —enuncia Gerard cuando se acomoda.

La mayoría de personas con las que convivía pronunciaban mi nombre de manera distinta, no era algo que me molestaba, pero si tenía una gran curiosidad de cómo llegaría a sonar en los labios de cierta persona.

—Bien ¿y tú? —le respondí dejando el celular a un lado.

—Feliz porque ya no tendré que encargarme de la casa yo solo.

Me río.

—Pensé que estarías feliz por ver a tu hermana.

—Por eso también —suelta una risa—. Solo molestaba.

—¿Pasaremos por Diego? —pregunto poniendo el carro en marcha.

Niega.

—Llegará a allá por su cuenta.

Asiento y me limito a seguir conduciendo.

—Diego me dijo que empezaste a trabajar con tú padre —comenta unos minutos después.

—Sip, fue en contra de mi voluntad —me encojo de hombros.

—¿Y cómo te va en eso?

—Bien, aunque solo he trabajado unos cincos días, estuve en casa el tiempo que estuve enfermo.

—Cierto —chasquea la lengua—. ¿Y ya encontraste un remplazo para Karl?

Frunzo el ceño y lo miro.

—¿Remplazo? —respondo y devuelvo la vista a la carretera.

—Sí, una novia nueva.

Niego con la cabeza.

—No estoy buscando un remplazo para Karl. Eso suena como si estuvieras hablando de un objeto que se sustituye por otro y las mujeres no son eso. Si llegara otra chica que llamara mi atención, no sería para reemplazar a otra. Sería para darle un lugar especial en mi vida, no para darle el que ya alguien ocupó, porque eso sí sería remplazar.

—No quería que sonara así —se defiende.

—Antes de soltar expresiones, analiza su trasfondo y las maneras como pueden ser interpretadas —lo miro con media sonrisa.

No responde nada y ninguno de los dos hace amago de decir algo el resto de camino.

 

🌈

 

—¿Su avión a qué hora aterrizaba? —le pregunto a Gerard.

Teníamos varios minutos caminando por el lugar y no encontrábamos rastro de Megan.

—A las 4:30pm —mira su reloj—. Son las 4:50pm, ya tuvo que haber llegado.

—Llamaré a Diego, tu intenta llamarla a ella.

Asintió y los empezamos a hacer lo acordado.

Escuché como timbraba la llamada hasta que fue directo a buzón. Intenté dos veces más, pero seguía saltando a la contestadora.

—Me manda a buzón —manifiesto.

—A mi igual —suspira y guarda su celular—. Será seguir buscando.

Asentí y empezamos a caminar entre las personas buscando a una rubia y a un moreno.

—Dónde se habrán metido —gruñó Gerard.

Ya habíamos caminado por todo el lugar, comprendía su exasperación. Que su hermanita estuviera desaparecida con uno de sus mejores amigos, no era algo bonito de imaginar.

—Vamos a la zona de comidas, quizás están comiendo algo —digo para tranquilizarlo.

—Si Diego se encuentra con ella, más le vale tenerla en estos metros cuadrados o tendrá un serio problema.




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