Intento de poeta

El suéter de colores

"Déjame, déjame sumergir el alma en los colores; déjame tragar la puesta de sol y beber el arcoíris”.

—Khalil Gibran.

 

Estábamos en el patio del instituto esperando que el resto de los estudiantes terminaran de llegar. Estaba tan feliz que se me hacía difícil de explicar y la tonta sonrisa que tenía en mi rostro lo demostraba; era la misma sonrisa que tuve al recibir la noticia de que los profesores organizaron un tour para conocer los lugares importantes de la ciudad.

No me emocionaba el paseo, ni tampoco el hecho que no vería clases, mi corazón latía emocionado porque estarías ahí también; teníamos un día entero juntos y eso me hacía feliz. Esta gran oportunidad no la dejaría pasar, estaré cerca de ti como un fiel espectador. Aunque no tengo intenciones de hablarte, no, todavía no me siento listo.

Tenía que mantener a Darel lejos de ti, ya que temía que me jugara una broma, y de solo imaginarlo mis músculos se tensaban. Ya faltaban pocos estudiantes, estábamos casi listos cuando llegaste junto con tu amiga.

Eres mi arcoíris.

Llevabas un suéter colorido, tu piel resaltaba con mayor fuerza y los colores se veían vivos en ti. No fui el único que lo pensó, tenías las miradas de todos en ti.  Estabas preciosa.

Subieron al autobús escolar y se sentaron en los primeros asientos, sonreí enamorado. Te veías animada, tanto que aun estando afuera del autobús podía escuchar tu risa; su sonido tan espontáneo me causaba gracia. ¿Qué te pondría así, mi amada?

Tu repentino buen humor me gustaba, esa faceta que veía en ti, tan real y humana.

Darel llegó a mi lado hablando por teléfono, me hizo señal para subirnos y caminé nervioso hasta llegar a la entrada, tu voz impregnaba el lugar.

—¿Me estás diciendo que tienes un admirador? —preguntó sorprendida tu amiga. Creo que se llama Violet, no recordaba muy bien.

—Es lo que te digo, Vio, recibí otra nota —dijiste y las risas se adueñaron de ti.

Me detuve en medio del pasillo porque Darel estaba impidiendo que siguiera mi camino, él aún hablaba por teléfono y sabía por qué se había parado: me estaba dando la oportunidad de escuchar más sobre la conversación de ambas amigas. Me sentí un intruso, pero también tenía curiosidad por saber.

—¿¡Y qué dice!? —gritó Violet—. ¿Es eso lo que te tiene de tan buen humor? Vamos, cuenta, me da mucha intriga —suplicó jalando el suéter de la pelinegra.

—“Tú eres mi luna, eres mi sol, y cuando te me acercas, me das mucho calor” —citó de forma correcta mis palabras. “Las memorizó”, fue lo que pensé; no esperaba menos de mi poetisa. Sus mejillas estaban coloradas por las risas.

—¿Y eso qué significa? —preguntó confundida Violet.

—Eso, amiga mía, es un intento de poema —respondiste con gracia.

—No entiendo nada de poesía... ¿Pero te gustó? —preguntó con una sonrisa coqueta. Incluso yo quería saber la respuesta.

¿Te gustó, mi amada?

—Me causan gracia sus palabras y sin duda le falta práctica, pero... —te detuviste jugando con las mangas de tu suéter— se me hace muy tierno que alguien me dedique poemas, y más si son escritos por él mismo —murmuraste sonriente.

"Después de las tormentas, siempre sale el arcoíris".

Por eso usabas ese suéter de colores, estaba claro que reflejaba tu humor y transmitía lo que mis palabras te hicieron sentir. Ese era tu suéter favorito para los días llenos de risas.

¡Oh, mi amada!

El sonido de tu risa se grabó en mí ser, siendo la inspiración que necesitaba.

 

 

 

 

 



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En el texto hay: humor, romace, sentimientos

Editado: 27.01.2023

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