Intercambio de amor

Capítulo 06: ¡Que empiece el juego!

TONNY

No puedo creer que me cayera al tropezar con la pata de mi cama. No puedo ser más idiota. Luego de escuchar la puerta de la entrada cerrarse, escucho también como mi hermano sube las escaleras corriendo. Abre la puerta y por alguna razón trae la escoba con él.

― Oye galán, tu chica se acaba de ir corriendo.― Gregory no podía dejar de ser inoportuno.

― Oh, gracias por decirme lo obvio.― Mi voz no alcanzaba ser más sarcástica.

― Ya Romeo, ¿qué le hiciste para que corriera como nuestra madre cuando deja la plancha encendida sobre mis camisas?

― Querrás decir mejor qué me hizo él a mí.― Limpié un poco la mejilla que Casey lamió― Volvió a lamer mi mejilla.

― Pero no niegues que te gusta, pillín.

Rodé los ojos ante el comentario de mi hermano, levanté perezoso mi cuerpo del suelo de la habitación y me senté en mi cama. Un gran suspiro no se hizo esperar y salió sin delicadeza de mis labios.

― Se te va la vida hermano, no suspires así.― Gregory se acercó a mi escritorio, dejó la escoba recostada en la pared y se sentó en la silla colocando sus brazos sobre el espaldar― Un hombre loco en el centro me dijo que hacer eso es equivalente a dejar salir media alma y por lo tanto se te acorta la vida y el pene.― La forma en que lo dijo me hizo saber él le creyó, mi hermano es muy fácil de influenciar.

― Eso hombre te mintió…

― Los locos no mienten.― Lo dijo muy seguro de ello, hasta infló el pecho― Regresando a ti, ¿ahora qué pasa?

― Lo mismo de siempre… Casey.

― No hermano, no Cassy. Ya olvídate de él, solo te ve como un amigo. Si quieres te ayudo a buscar un buen pasivo por ahí para que descargues tus fluidos adolescentes con él y ¿por qué no? Te enamores de alguien que sí te pueda corresponder. Solo te haces daño a ti mismo…

― Ya lo sé pero, ¿sabes lo que es estar enamorado de una persona durante diez años? No puedo sacar estos sentimientos tan fácil de mi pecho…

― Algo se tiene que hacer, no quiero que mi hermanito muera siendo virgen.

― No te mentas con mi pureza.

― Claro, claro. Baja a comer.

― No tengo ham…

― Y nada de ‘‘no tengo hambre’’. Estás muy flacucho, se te va a encoger el pene.― Sin duda, mi hermano tiene un problema con los penes.

― Bien.

Mi hermano y yo nos paramos casi sincronizados y salimos de mi habitación, bajamos las escaleras  y yo me senté en el comedor cuadrado de la cocina, bueno, el único comedor. Mi casa no puede tener dos comedores, ni ser tan grande y lujosa como la de Casey pero es bonita, es humilde pero cómoda.

Gregory se acercó a mí con dos platos de comida en las manos, sobre el mesón se encontraba el de nuestra madre, luego de colocar los nuestros buscó el de mamá y también lo colocó en donde ella siempre se sentaba, ya los vasos y demás cubiertos estaban en su sitio.

― ¿A qué hora llega mamá?― Preguntó mi hermano.

― Alrededor de la una, no tardará mucho en llegar.

― Bien, si mamá pregunta: tú hiciste el almuerzo. No quiero se entere me despidieron del trabajo.

― Ya decía yo era muy raro estuvieras aquí tan temprano ¿Qué hiciste, Gregory?

― No seas tan malo, bastante regaños voy a recibir de mamá.― Gregory colocó la jarra con jugo de naranja en la mesa y se sentó en su lugar― Solo me acosté con la hija de mi jefa, nada grave.

― Deja te recuerde ella tiene mi edad y tú veintitrés, pendejo asalta cunas, vas a ver, voy a llamar a la policía.

―  No, por favor. ― Pidió agitando las manos― Ah, y, tiene diecisiete pero aparenta más… Además, nunca se hubiera enterado si no fuera porque tiene una maldita grabadora en la habitación de su hija, esa mujer está loca. Y a pesar de todos sus intentos de mantener la pureza de su hija, ella no la perdió conmigo: la perdió con el gerente de la tienda y ese hombre tiene alrededor de treinta, y el que termina pagando los platos rotos soy yo.

― Tienes suerte que solo te despidiera y no te arrancara el pene.― Le puyé donde le duele.

― No me hables, pene pequeño.

― Deja te recuerde lo tengo más grande que tú.― Volví a puyar.

― Ignoraré que dijiste eso.

Así se dio zanjada la conversación y nosotros empezamos a comer. Pasado unos minutos mamá llegó, dejó sus cosas sobre el mesón de la cocina y se sentó a almorzar con nosotros.

― ¿Quién hizo el almuerzo?― Preguntó mi madre tras el primer bocado, Gregory estuvo a punto de responder pero ella le detuvo― No me mientan.




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