Annika
Los días seguían transcurriendo. Ya han pasado dos semanas desde aquella confesión de Derek y la cual salí huyendo en lugar de confesar lo mismo que sentía por él.
«Me gustas, Annika.»
Esas tres palabras aún rondaban por mi cabeza. Es genial que le guste, pero me siento tan extraña. Las lenguas malas dicen cosas sobre él, incluso sus exnovias antes de Kate. No quería que las cosas avanzaran tan rápido y hacerse creer que soy una chica fácil. Pero el problema no es ser novia de Derek, sino Kate. El enterarse de que su mejor amiga es novia de su exnovio, sería demasiado incómodo. No quería ser yo en este tipo de situación.
—Hey—escuché como alguien llamaba en susurros—Annika
Giré para ver de quién se trataba. El chico que se sentaba detrás de mí me entregó un pedazo de una hoja de papel doblado en cuatro. Lo tomé y pregunté de quién se trataba.
—Te lo ha mandado Derek—respondió y le di las gracias a aquel chico.
Dudé por unos segundos en abrir aquel papel y esperé a que el profesor se diera la vuelta en dirección a la pizarra dando la espalda a toda la clase. En un segundo decidí abrir el papel que estaba doblado.
«Acepta ser mi novia»
Esa frase que tenía escrita en el papel provocó que mi corazón se apachurrara. Esto iba demasiado rápido y tenía que frenarlo en cualquier momento o todo saldría expulsado.
Tomé un boli y empecé a escribir una respuesta. Aún existía aquella costumbre de mandar papelitos con palomas mensajeras.
«Aún no lo pienso»
Decidí de nuevo doblar la hoja de papel en cuatro y se la entregué a la persona que me había dado aquella hoja para que de nuevo se la entregara a Derek.
Saliendo del instituto me dirigí hacía Kate donde me esperada fuera en el aparcamiento hablando con los chicos de otro grupo. Hoy era viernes y me ha invitado a su casa para realizar el proyecto de investigación que tenemos en este mes.
Los días dentro del instituto llegaban a estresarme y aun cuando se trataba de hacer trabajos de investigación.
—¿Nos vamos? —asentí.
Tomamos camino hacia la casa de Kate quién nos llevaría su chofer personal quien cuidaba de ella como Pete lo hacía conmigo.
El portón de color negro se abrió dándonos acceso al lugar. El coche rodeó una fuente adornada con flores que estaba en el centro del patio de la entrada principal. Se estacionó frente la puerta de la casa de Kate junto con las personas que esperaban fuera para darle la bienvenida.
—Bienvenida a casa, señorita—las mucamas hablaron al mismo tiempo.
—Pasa—me ordenó.
Las señoritas de ahí me sonrieron con amabilidad y tomaron mi pequeño abrigo que llevaba puesto sobre mis hombros para guardarlo en el armario de abrigos de los invitados.
Subimos a su habitación que era amplia y bien ordenada. Su cama estaba en medio y tenía un gran ventanal con terraza a su costado. Venir a la casa de Kate era como un sueño. El contraste de los tonos lilas y morados pasteles combinado con el color blanco la hacía ver juvenil.
Nos pusimos a realizar nuestro trabajo de investigación. No podía concentrarme al cien por ciento por aquella confesión y el cómo decirle a Kate que me gustaba su exnovio desde hace tres años seguidos.
—¿Ann?
—¿Sí?
Kate me veía con cara de confusión enarcando una ceja.
—¿Qué es lo que ocurre? Hace días que estáis distraída—comentó cruzada de brazos esperando una respuesta.
Meneé la cabeza.
—No, no, no es nada. Estoy bien.
De nuevo me concentré en el trabajo que estamos realizando, pero Kate me sujetó del brazo y me hizo verla con brusquedad. Esta vez sí tenía la mirada dura y enfadada esperando una respuesta creíble.
Nunca había visto a Kate de esa misma forma. Solía ser la chica dulce, extrovertida, sonriente y agradable. Pero cuando se enojaba sí que iba enserio. Su mirada se parecía a la de mi madre cuando se enfadaba. No saldría viva esta vez.
Tenía miedo de ver la reacción de Kate, pero era ahora o nunca.
—Kate—la llamé mientras tenía los brazos cruzados.
Empecé desde el inicio, claro. El cómo fue que me empezó a gustar Derek desde el primer momento en que lo vi entrar al salón de clases. También le confesé lo incómoda que me sentía cuando ellos dos estaban juntos. Kate no hizo una expresión mientras contaba cada detalle y expresaba libremente mis sentimientos hacía su exnovio, pero no podía parar, era la primera vez que me había gustado alguien de verdad.
—Y…eso es todo—dije, por último.
Kate aún estaba cruzada de brazos sin expresión o esperaba que abriera la boca para decirme algo, decir que soy la peor amiga del mundo, soltar insultos o prohibirme que estuviera con él, ya que estar con el ex de tu amiga estaba prohibido.
Ella asintió varias veces. Dejó de cruzar los brazos y luego dijo lo siguiente: