Me encontraba sentado frente a mi escritorio como siempre, intentando descifrar si mis sentidos eran reales o estaba en otro sueño, mientras la hoja en blanco espera que se termine mi encrucijada. -Hay cierto placer en el autosabotaje- Mis manos van a la parte posterior de mi cabeza, dando pequeños rasguños, pretendiendo encontrar el final de una máscara que no existe. En ese momento, cierro mis ojos con fuerza y quiero que todo sea un sueño. El alma recuerda su paso por lo eterno y busca la salida de este cuerpo finito, lejos de poder hacerlo, solo logra que entremos en duda, en una metafísica pasajera. Como un extranjero en mi cuerpo, me levanto e intento llegar a la ventana, el frío me ayudará. ¿Acaso hay otra alma esperando la mía? A veces, simplemente el alma es demasiado peso para un cuerpo mortal. Sentado en el borde de la ventana, se me viene a la mente si es destino y el alma es un mismo sujeto. Tal vez… el karma sea un consuelo para esos deseos del alma reprimidos por el destino. El vértigo en el estómago me dice que no es un sueño. Retomo mi escritorio, por fin la hoja en blanco, después de tan larga espera es llenada por sueños, pequeños deseos reprimidos del alma, que solo encuentran placer en una hoja de papel.