Hoy es miércoles.
Después de almorzar en la misma mesa que los innombrables, terminé de ayudar a los niños y regresé a mi cabaña. No quise salir de nuevo, cada vez que lo hago siento ansiedad.
Pero hoy después de dirigirme a la oficina de mis abuelos, volví a encontrarme con Diego (sospecho que mi abuelo volvió a llamarlo) y me preguntó si quería ayudarlo a decorar con todos los adornos que habían hecho los niños.
Acepté, esperando que esta vez, no me topara con Sarah o con Jay.
Diego me mostró la caja con todas las decoraciones, ya les había colocado junto con Jennifer y Cameron, algunos listones para que se pudieran colgar.
También están decorando con adornos comprados pero Diego está más emocionado por usar los que los niños usaron que esos.
Diego sube la escalera que colocamos recostada sobre el tronco de un árbol para poder adornar, mientras sostiene la corona hecha por Raiza, una de las niñas. — ¿Aquí?
Asiento. —Creo que sí —digo.
Él entorna los ojos e inclina su rostro. —Creo que más alto se ve mejor —sube dos peldaños, yo me acerco para sostener la escalera en caso se resbale—. Mira, me gusta en esta rama.
Diego se ve realmente orgulloso, es bueno tratando con los niños y los hizo sentir muy bien de cada adorno hecho por ellos. —Se ve bien —le digo.
Diego termina de colocarlo y al comenzar a bajar, su pie se resbala. Por suerte logré sostenerlo de los antebrazos para evitar que cayera al suelo, sin embargo, cuando levanto la mirada noto que él está realmente cerca de mí.
Diego me mira con los ojos abiertos, luego, lentamente una sonrisa se forma en sus labios. —Me salvaste la vida.
Sonrío, con cosquillas en mi estómago. —No es para tanto.
—Lo es —responde—. Mi heroína.
Diego me mira a los ojos directamente y yo estoy respirando de una manera diferente, más lenta, pero no es una sensación desagradable.
—Sí lo dejas ahí se caerá por el aire —la voz de Jay me hace apartarme de Diego.
¿Por qué tiene que aparecerse de pronto todo el tiempo?
— ¿Qué? —Diego lo mira, con las cejas juntas.
Cameron se acerca también, sosteniendo más adornos. — ¿Dónde debería poner estos? —mira a Jay, luego a Diego y finalmente a mí—. Ah, ¿Qué pasa?
—Yo creo que está bien ahí, ¿Qué piensas Cam? —Señala a la rama—. ¿Te gusta cómo se mira?
Cameron asiente con el rostro. —Sí, me gusta, tal vez debería poner estos así también.
Jay resopla. —El viento los tirará —asegura—. Son muy livianos, no es una buena idea.
—A Cameron le gusta como se ve —Diego se encoje de hombros.
Jay rueda los ojos. —A Cameron le gusta todo —y luego, sus ojos aterrizan en mí—. No hay nada especial en gustarle a Cameron.
Cameron bufa. —Eso es un poco grosero, ¿no lo crees?
Diego suspira. —Oye, ¿no tienes que estar en el lago? Esta no es tu área.
Cameron suelta una risita. —Ve con tu novia, solo ella te soporta.
Me tenso cuando escucho la palabra “novia”. Sé que se refiere a Sarah y eso me provoca un vacío en mi interior.
Sé que todo esto es una tontería, ya debería superar a alguien quien solo estuvo un momento en mi vida, quien conocí por casualidad y que fue hace un tiempo. Sé que ya no debería pensar en todo lo que pudimos ser, en compararme con Sarah y en no cerrar los ojos por la noche mientras recuerdo nuestros buenos momentos.
Pero no sé cómo hacer para arrancarlo de mi corazón desde la raíz.
No sé mucho de plantas pero he escuchado que si quieres eliminar una completamente, tienes que sacar las raíces o sino, volverá a crecer. Creo que yo nunca lo he hecho, aseguro que he dejado de pensar en él y luego una canción me trae su recuerdo, alguien tiene su nombre o simplemente, mi cerebro me traiciona con las memorias.
Jay me mira serio. — ¿Tienes mi chaqueta, verdad?
Junto las cejas. — ¿Qué? —Luego recuerdo que sí, aquella noche me la prestó por el frío—. Ah, sí… yo…
Jay asiente. —Pasaré por ella después, a menos que salgas con alguien.
Cameron resopla. —Allana saldrá conmigo definitivamente, así que olvídate de ir por tu chaqueta.
Le doy una mirada a Cameron y él sonríe, indicándome que solo está jugando.
—Te la daré —me dirijo a Jay—. Después, solo terminaré aquí.
Jay levanta el mentón y se aleja de nuevo.
Cameron silba. —Jay está de mal humor últimamente —mira el árbol navideño con brillos que sostiene—. No lo entiendo.
Diego rasca su cuello. —No importa, sigamos decorando, tenemos que tenerlo todo listo para el viernes.
Cameron, sin embargo, no se va. —Oye, Allana, ustedes se conocían, ¿siempre fue así?
Niego. —Jay era diferente, era tímido.
—También conoce a Sarah desde hace años, ¿verdad? —Diego pregunta—. Ella presumir sobre eso, que se conocen desde niños.
Bajo la mirada mientras una presión se acumula en mi pecho. Hablar sobre estos temas es como viajar en el tiempo y de pronto, recuerdo esos momentos con JayJay.
Él se acercó a hablarme después de la presentación de inauguración durante el campamento de verano, me saludó tímidamente pero luego, me preguntó si quería sentarme con él a comer la pizza y pastel que tenían preparado para los niños.
Así fue como empezó todo, él y yo construimos un pequeño mundo done nada más importaba. Me despertaba ansiosa de verlo y él siempre me saludaba con una gran sonrisa, todo era muy lindo en ese momento.
JayJay fue quien hizo sentir mariposas en mi estómago por primera vez, quien me hacía querer acercarme más solo para poder recostar mi cabeza sobre su hombro, quien me hacía reír con sus chistes raros.
Eso ocurrió durante el verano, ese que siempre recordaré sin poder evitarlo. De alguna manera, todo se sentía diferente a como se han sentido los siguientes veranos de mi vida. Los colores parecían más vibrantes y el sol más cálido que nunca.
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Editado: 25.12.2023