Invisible

Segunda parte 1 : Desaparecer

 

            Miré la pantalla mientras daba pequeños golpecitos sobre el metal de la máquina con la punta de los dedos esperando que los números aparecieran delante de mí. Con un gesto involuntario, me subí más la cremallera de la chaqueta negra y toqué mis cabellos cortos con la mano libre. Finalmente, después de unos interminables minutos, los resultados aparecieron en la pantalla.

            Sonreí.

            ― ¡Sal de una vez! ―escuché la potente voz de un hombre mientras golpeaba la puerta de cristal que me separaba de la calle.

            Miré hacia fuera con la cabeza gacha. Al parecer había pasado más tiempo del que creía encerrada en el cajero automático… Me volví hacia la máquina, extraje algo de dinero y apreté el botón de salir. La máquina me devolvió la tarjeta, la guardé en su sitio y me dispuse a abrir la puerta para marcharme. El hombre esbozó una mueca desagradable mientras pasaba por mi lado.

            ― Ya era hora… Maldita sea ―murmuró.

            No dije nada. Me dirigí hacia una cabina de teléfono que no estuviese rota e introduje un par de monedas. Luego apreté un número de teléfono que llevaba escrito en un pequeño papel blanco que había guardado en la chaqueta. Escuché la línea al otro lado del teléfono, y después de varios tuts, alguien descolgó.

            ― ¿Sí?

            ― Sólo quería agradecerte por enviarme tan deprisa el dinero ―dije mientras me tapaba la boca con el auricular.

            ― ¿Eris? ¿Eres tú? ―me preguntó. No contesté―. Eris, si eres tú… ¿Dónde te has metido? Todo el mundo anda buscándote. Al principio pensé qu, después de la semana que llevabas, algo te había ocurrido. Pero cuando recibí tu mensaje…

            ― No puedo contestarte a eso. Es difícil de entender, y aunque te lo contara seguramente pensarías que estoy loca. Tal vez así sea… ―murmuré―. Gracias por enviármelo tan deprisa. Lo necesito más de lo que te imaginas.

            ― Eris, es tu dinero. Te lo ganaste ―dijo comprensivamente―. No me debes nada. Tarde o temprano te habría pagado, sólo moví unos pocos hilos para que mi madre acelerara el proceso.

            ― Por eso te lo agradezco ―le aseguré―. Estas arriesgando mucho al no decir a nadie que has contactado conmigo.

            ― Es… una forma muy sutil de decirme que no puedo decir que me has llamado… ―Escuchar su risa a través del teléfono me arrancó una sonrisa.

            ― Pronto todo habrá terminado. Gracias por tu ayuda, Aina.

            ― Para eso están las amigas ―contestó. Apreté el teléfono con ambas manos y asentí con la cabeza a pesar de saber que no iba a verlo.

            ― Claro. ―Y sin añadir nada más colgué.

            Salí de la callé para llegar a una plaza donde pararía un autobús en poco menos de cinco minutos. Miré el reloj un instante, eran las ocho de la tarde. El cielo ya estaba oscuro y esas horas eran peligrosas. Tenía que regresar cuanto antes. Cogí el autobús pagando en efectivo y me dirigí al último asiento posible. A esas horas apenas había gente en el vehículo.

            Habían pasado unos días desde que le dije a mi hermano que tenía que marcharme. Dylan… bueno, Edahi me había dicho lo que debía hacer para desaparecer. No era difícil, pero sí peligroso.

            Desaparecer conllevaba tomar ciertas medidas. La primera era no mantener contacto con nadie. Todo había comenzado porque yo no tendría que estar viva, así que Edahi me había explicado en pocas palabras que para no alterar el destino de más personas… yo tenía que dejar de existir. La solución más lógica habría sido entregarme. Incluso se lo había propuesto. Si debía morir, si mi existencia no era correcta, lo mejor era remediar ese error. Pero no me lo había permitido. Decía que era cuestión de principios. Había cometido un error y era de cobardes dejar que otros se encargaran de solucionarlo. Así que estaba intentando salvarme la vida mientras él… bueno, lo cierto era que no sabía qué estaba haciendo y tampoco se lo había preguntado. No le había cuestionado nada desde ese día en mi casa. No quería saberlo. Tal vez me daba miedo la respuesta. Tal vez temía mi reacción.



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En el texto hay: misterio, prohibido

Editado: 20.02.2018

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