ÀithearfhloÙr

DONDE TODO EMPIEZA

Desde la ventana de su habitación, Saoiris observaba las sombras que se alzaban cómo guardianes sobre el Bosque de Cridhovia, llamado así por el imperio que existió alguna vez en lo que hoy es Arkhaven. Un escalofrío de emoción recorría su espalda mientras la llamada de la aventura resonaba en su corazón, pero el temor a la ira de su padre la mantenía cautiva entre las paredes del castillo.

—¿Qué hay alli? — pregunto Saoiris con los ojos brillando con determinación, a su criada, con la esperanza de que la mujer le contara, —Nadie lo sabe, y es mejor que nadie lo sepa, de lo contrario todos vamos a morir— Saoiris, inclino la cabeza hacia la ventana, deseando explorar los secretos que yacían más allá de las murallas del castillo.

Una noche, Saoiris se vistió con ropas oscuras y se envolvió en una capa que ocultaba su rostro, decidida a cumplir su deseo de aventura. Con pasos sigilosos, se deslizó por los corredores del castillo, evitando las miradas curiosas y los oídos atentos de los guardias, tenia miedo, pero su anhelo por visitar aquel bosque era aun mas grande.

—Nada ni nadie me detendrá esta noche —susurró Saoiris con determinación mientras se deslizaba por las sombras del castillo, sintiendo la emoción de la libertad palpitando en su corazón.

Logro escabullirse por la puerta de la cocina, que la llevaría directamente al jardín trasero, donde uso una escalera y salto sobre la cerca, rasgando un poco su vestido.

Finalmente, llegó a un sendero que conducía al Bosque de Cridhovia, habian unos avisos advertían sobre el decreto del rey  —Quien  se adentre en el antiguo bosque de Cridhovia, será severamente castigado

—¡No me detendré aquí! —exclamó Saoiris con un destello de determinación en sus ojos decidida a desafiar las prohibiciones de su padre y explorar el misterioso bosque, Saoiris dio el primer paso hacia adelante con un coraje audaz y una sensación de anticipación vibrante. Las voces susurrantes del bosque la llamaban con fuerza, alimentando su deseo de descubrir los secretos que se escondían en la oscuridad.

Saoiris... —el viento parecía susurrar su nombre con una voz suave y melancólica, confundiendo a Saoiris y haciendo que se detuviera por un momento, preguntándose si había imaginado el susurro del viento.

Una tenue luz azul iluminó el camino frente a ella, guiándola a través de la oscuridad del bosque con una belleza hipnótica. Finalmente, llegó a un pequeño estanque, cuyas aguas brillaban con un resplandor azul celestial.

—¡Es asombroso! — dijo Saoiris con asombro mientras se acercaba al estanque, sintiendo la magia del lugar envolverla como una suave caricia en la noche.

De repente, un buho pasó cerca de ella, haciendo que Saoiris se sobresaltara y perdiera el equilibrio, cayendo en el estanque con un chapoteo suave y repentino.

—¡Ah! —gritó Saoiris mientras se hundía en el agua con un torrente de emociones y sensaciones abrumadoras.

Bajo las aguas cristalinas del estanque, Saoiris se encontró inmersa en un mundo de visiones borrosas y susurros inquietantes. Veía destellos de fuego y escuchaba gritos en la distancia, mientras luchaba por mantenerse a flote en la corriente de emociones y recuerdos turbios.

—¿Moriré así? —penso Saoiris con confusión y asombro mientras luchaba por mantenerse a flote en el tumulto de visiones y sensaciones que la rodeaban, sintiendo el miedo y la incertidumbre creciendo en su interior. 

Antes de perder la conciencia, una figura oscura se materializó ante ella en las profundidades del estanque, extendiendo una mano hacia Saoiris con una serenidad cautivadora y una promesa de seguridad y protección en sus ojos.

Cuando Saoiris despertó, ya era de día y se encontraba en la entrada del Bosque, como si jamás hubiera logrado cruzar sus fronteras prohibidas. Confundida pero llena de un sentido de maravilla y misterio, se levantó y se dirigió de regreso al castillo para ocultar su secreto y evitar la ira de su padre.

Sin embargo, a lo lejos, alguien la observaba en silencio con una mirada penetrante y misteriosa, como si estuviera destinado a estar con ella y estuviera esperándola durante mucho tiempo.

 




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