La cena que preparó Iris casi ni la toqué, no podía digerir absolutamente nada. Tenía el estómago revuelto y no podía quitar la imagen de mi madre tirada en el suelo, de mi mente. Era una imagen que se repetía una y otra vez. Valoré el intento que hicieron todos para que me sintiera mejor; Parry con sus chistes tontos, Iris contando sobre el trabajo y esas cosas, hablando sin parar e Ivor sosteniendo mi mano; pero nada de eso ayudó a que olvidara lo sucedido o que al menos me sintiera mejor.
Ahora estoy yendo a mi casa, a la que, en realidad no quiero volver, pero debo hacerlo. Debo pasar por eso y terminarlo de una vez. Al llegar a la puerta, respiro hondo antes de abrirla y entrar. No parece como si mi madre… como si ella no fuera a volver nunca más. La mano de Ivor toma la mía y entrelaza sus dedos con los míos, un intento fallido de darme fuerzas, aunque aprecio su intención, en estos momentos no va a servir. Hago a un lado mi impulso a soltarme e ingreso a mi casa. El aroma a lavanda de su limpiador para pisos es lo primero que percibo haciendo agitar mi estómago, cierro los ojos y respiro profundamente, puedo fantasear por unos segundos de que ella no me ha dejado. Distingo a los demás moverse a mí alrededor y sé que debo avanzar, luego de dejar salir el aire de mis pulmones, continuo con mi propósito y me dirijo hacia las escaleras. Iris me había informado que habían puesto a mi madre en su habitación, me dijo que ella estaría en la cama como si, simplemente estuviera dormida. Y es lo que diviso al entrar en su cuarto, ella en su cama, yaciendo sobre sobre su lecho con sus ojos cerrados, como si tuviera un sueño placentero, solo que, su pecho no sube y baja, sus latidos no se sienten, su corazón no late. Me acerco más a ella, la observo desde mi altura y apoyo mi mano sobre la de ella que descansa a su lado, su temperatura es considerablemente baja y cierro mis ojos para poder sentir algo de ella, pero no hay nada; al abrirlos, todo lo que veo es a ella yaciendo en el suelo con mucha sangre a su alrededor, instintivamente suelto su mano y me alejo varios pasos hacia atrás. No puedo dejar de verla repleta de sangre y grito con todas mis fuerzas, cayendo de rodillas al suelo, provocando que todo el lugar tiemble.
— ¡Shawna! —escucho como Ivor grita mi nombre cayendo a mi lado y envolviéndome con sus brazos—. Cálmate, Shawna —susurra en mi oído. Yo, ya había dejado de gritar, pero no había parado de llorar—. Por favor, cariño —susurra al tiempo que me mece suavemente.
—Lo siento —musito al ver como mi miseria se esparce hacia ellos.
—No es tu culpa —murmura Ivor—. Vamos —dice luego de exhalar—, te sacaré de aquí —avisa mientras me ayuda a levantar del suelo—. Te prepararé un té —avisa.
—Nosotros nos encargaremos de todo —enuncia Parry en cuanto quedo frente a él—. Solo deja que Ivor se ocupe de ti —asiento en silencio y los rodeamos para salir de la habitación—. Yo no me despegaré de ti. Lo prometo —escucho que le dice a Iris.
Ivor me guia hasta la cocina y me acomoda en una silla a un lado de la mesa, luego se mueve por el lugar para preparar ese dichoso té, como si eso pudiera servir de algo. Estoy teniendo unos pensamientos de mierda y siendo una completa odiosa, lo sé, pero un té, un velorio o réquiem como lo llamó Parry, no va a devolverme a mi madre, nada de eso me quitará la angustia y el dolor que brota en mi interior. Las buenas intenciones de todos ellos no me harán sentir mejor. Solo quiero estar sola, quiero volver el tiempo atrás y estar para ella, si no hubiera ido al duelo de Parry…
—El duelo fue una trampa, ¿verdad? —le pregunto, llamando la atención de Ivor. Él se gira a mirarme y se toma un segundo antes de responder.
—Eso creemos —responde en voz calmada.
—Me quería fuera de la tienda. Sabía que iba a ir al duelo y dejaría a mi madre sola —manifiesto.
—Shawna, no es tu culpa —modula acercándose a mí con una taza de té en la mano—; nos engañó a todos. Nos llevó al medio del bosque dejando su camino libre —expresa acomodándose en una silla al frente y dejando la taza delante de mí.
—Debí contarle —me lamento—. Le tendría que haber dicho lo que pasaba. Mirando hacia atrás, si lo hubiera hecho, ella…
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Editado: 30.08.2018