Ivor

Capítulo 22-Shawna

Nos estábamos besando, cuando Ivor comenzó a alejarse de manera extraña, quizás, se sentía mareado, no sé en verdad, solo sé que terminó inconsciente en el suelo. Lo he zamarreado, gritado y golpeado para que reaccione y nada de eso ha funcionado, ya no tengo muchas opciones. Le grité a Parry, quien llegó a toda velocidad, pero parece que él tampoco sabe lo que estaba pasando con Ivor. Dudo que alguien sepa lo que le está pasando.

— ¿Qué fue lo que pasó? —pregunta Parry entrando a trompicones a la habitación— Ivor —le llama arrodillado a su lado.

—No lo sé —sollozo—. No entiendo —lloro.

—Debemos ponerlo en la cama —me indica Parry.

Asiento con la cabeza, mientras que Parry se eleva en su altura, luego alza su mano derecha con la palma apuntando el techo y, con lentitud comienza a levantarla, cosa que, de la misma manera, Ivor comienza a elevarse del suelo. Me hago a un lado, sin perder de vista a Ivor levitando sobre mi cabeza.

—Wow —murmura Iris desde el umbral de la puerta.

Parry, guía con la mano a Ivor hasta la cama, hasta dejarlo reposando sobre ella. Luego suspira y coloca las manos en sus caderas, mientras arruga la nariz.

—Podrías decirme qué estaban haciendo —curiosea, y en estos momentos me siento regañada.

—Nada. Solo nos estábamos besando, luego él se alejó… —Parry me interrumpe.

—Fue algo así como el beso de la muerte, ¿verdad? —se burla y ruedo mis ojos.

—No seas idiota —suelto—. Esto es grave —señalo a Ivor tendido en su cama—; ni siquiera sabemos lo que es —entono.

—Pero sabemos quién lo hizo —articula Parry, mostrando una sonrisa condescendiente.

— ¿Dices que fue Tristán? —pregunta Iris.

—Por supuesto que fue él, ¿quién más sino? —contesta Parry.

—Pero, ¿cómo? —quiere saber Iris.

—Es un brujo, puede hacer cualquier maleficio para llevar la mente de Ivor a cualquier otra parte, ustedes se toparon con él y nada es casualidad cuando se trata de Tristán. Por alguna razón él se acercó a ustedes —argumenta Parry.

—Puede que sea eso —entono obteniendo la atención de ellos—. Quizás sea una representación y cuando Ivor descubra qué es lo que lo representa, volverá por su propia cuenta —sugiero.

—Puede ser —sopesa Parry—. No estoy seguro que Tristán haga algo tan simple como eso, Ivor lo descubriría en unos segundos —deja salir un suspiro—. Pero, por ahora eso es lo que tenemos, esperemos que estés en lo correcto —entona hacia mí—. Mientras tanto sugiero que vayamos a mentirles a los padres de Iris —canturrea mostrando una sonrisa tonta.

—No suena bien como acabas de decirlo —masculla Iris.

—Hum —entona Parry elevándose de hombros despreocupadamente—, es exactamente lo que vamos a hacer —suelta provocando que Iris y yo nos miremos y rodemos nuestros ojos sin poder evitarlo.

Renuente salgo de la habitación dejando a Ivor solo allí, no estoy segura de que sea una buena idea irnos cuando él está inconsciente y no puede defenderse, pero Parry jura que estará bien y que nadie podrá acercarse a él mientras permanezca dentro de su habitación, hasta bromeó diciendo que solo no iba a poder llegar muy lejos por su estado actual. Como si no fuera consciente de que Ivor está, vaya uno a saber dónde.

Los tres nos dirigimos hacia la casa de Iris, llevaba tiempo que no venía por aquí, siempre es Iris la que se queda en mi casa, siempre son sus padres los que deben viajar. La casa de mi mejor amiga, no es una casa común, es una enorme casa blanca con tejas azules, ventanales colocados estratégicamente y una enorme fuente en la fachada. No tengo ni idea de las hectáreas que ocupa todo su terreno, pero es inmenso. Iris se siente muy sola en este lugar y esa es otras de las razones por la que se la pasa más tiempo en mi casa.

Cruzamos el inmenso portón y comenzamos a caminar hacia la casa pasando por las gradas, cuando observo que Iris mira hacia todos lados, menos a nosotros o más específicamente a Parry, eso me hace fruncir el ceño.

— ¿Qué ocurre? —le pregunto preocupada.

—Nada —miente deliberadamente y se apresura adelantándose varios pasos de nosotros.

— ¿Sabes lo que le pasa? —le cuestiono a Parry.

—No lo sé —responde elevándose de hombros—. Quizás es porque deba irse o porque extrañará o… porque nunca entré a su casa estando sus padres en ella —termina murmurando provocando que trastabille con una piedra.

— ¿De verdad? No conoces a sus padres —casi chillo al enterarme—. No puedo creerlo —niego, divertida por la situación.

—Deja de burlarte —se queja Parry pasando su brazo por encima de mis hombros.

—Tú también estás nervioso —le señalo al darme cuenta—. El mago de mil años tiene miedo y se encuentra nervioso por conocer unos padres —me burlo haciendo que su agarre sobre mí se haga más apretado hasta casi doler.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.