Ivor

Capítulo 26-Shawna

—Todavía no puedo creer que solo se necesitaba un beso para que volvieras —exclamo, incrédula ante lo sucedido.

—Sabía que podías con esto —entona él acariciando mi mejilla.

— ¿Confiabas en mí? —le pregunto regodeándome.

—Por supuesto que lo hacía —me contesta sonriendo.

—Oigan, yo también estoy muy contento y tengo mucho amor para dar, pero tenemos cosas que hacer —manifiesta Parry.

—Es verdad, ¿Qué pasó con Iris y los druidas? —quiere saber, mirando a la aludida.

—Nos dieron tres días de luto —le indica ella.

— ¿De luto? ¿Quién murió? —cuestiona Ivor, sin entender.

—Mi madre —suelto—. Las sacerdotisas nos dieron tiempo para que podamos ir a Hawái, luego se llevarán a Iris con ellas —le explico.

—Pasaron más cosas mientras te tomabas muy en serio el papal de Bella durmiente —se burla Parry—. Pero, primero debes ducharte, ponerte ropa limpia y comer algo. Llevas unas treinta y seis horas sin comer —le señala.

—Es cierto —digo, y me levanto de la cama—, te preparare algo para comer y, mientras comes te contamos lo que ha pasado. Que es bastante —le informo.

—Está bien —asiente él. Nosotros comenzamos a salir de la habitación, mientras que él comienza a levantarse de la cama—. Espera —me dice tomando mi mano.

— ¿Qué ocurre? —indago.

—Te amo, Shawna —declara—. Te amo con toda mi alma —ratifica.

—Yo también te amo, Ivor —digo quedando frente a él—. Te amo con todo mí ser —enfatizo.

Él me besa, une sus labios a los míos con fuerza y con necesidad, su lengua hace su camino hasta encontrar la mía y comienza una guerra entre ellas como si estuviera blandiendo espadas.

—Pronto terminará todo esto —promete sobre mis labios.

—Lo sé —murmuro—. Será mejor que vayas a la ducha, no contamos con mucho tiempo —le hago saber.

—De acuerdo —acepta él para después, de depositarme un suave beso en mi boca, desaparecer en el baño.

Dejo salir un suspiro de alivio, amor, júbilo y de, muchos otros buenos sentimientos. Ivor está aquí, después de una buena pelea, lo hemos podido traer de nuevo y en poco tiempo nos haremos cargo de Tristán. Ya pronto las cosas terminaran, como dijo Ivor.

Salgo de la habitación y me encamino directo a la cocina, no solo Ivor debe comer, sino también, todos nosotros. Preparo unos sándwiches y cafés, luego me uno a los demás que ya están en el comedor, rodeando el libro de la vida. Aparentemente, Parry ya comenzó a poner al tanto a Ivor.

—Siempre pensé que lo seguías teniendo tú —le dice Ivor a Parry.

—Pues, ya ves que no —contesta él. Dejo la bandeja con la comida a un lado de Parry y él toma un sándwich que se zampa sin dudar—. Mmm, gracias. Estaba famélico —suelta con la boca llena.

—Exagerado —esbozo.

—Por lo que dijo el padre de Iris —continúa Parry—, lo dejé en un templo en ruinas en Marruecos —cuenta.

— ¿Ahí? —expresa Ivor.

— ¿Qué hay en Marruecos? —curioseo, mientras le doy un sándwich a Ivor.

—Lixus —responde Ivor.

—Y eso, ¿es? —pregunta Iris.

—Una ciudad —contesta Parry.

—En el siglo VII, tras la conquista musulmana, los combatientes establecieron campamentos en la otra orilla del río y fundaron El Arich. Ahí fue donde los sultanes Merinidas construyeron una fortaleza en el siglo VIII —nos cuenta.

— ¿Y ustedes de qué lado lucharon? —cuestiono.

—Del ganador —responde Parry con arrogancia.

— ¿Desde el siglo VIII estuvo escondido el libro allí? —indaga Iris.

—Nop —niega Parry—. Volví a buscarlo para, bueno, ya sabes —dice mirándome—, luego lo llevé de nuevo, cuando, las cosas se volvieron turbias —entona—. Para ese entonces, la fortaleza ya era solo ruinas —concluye.

—Sigue siendo demasiado tiempo —sopeso. Parry se eleva de hombros, al tiempo de que se sirve otro sándwich.

—Por cierto —habla Parry—, ya reservé los vuelos para dentro de cuatro horas —anuncia.

—Nos iremos a Hawái, no más —suelta Iris.

—Así parece —suspiro recordando el motivo de nuestro viaje a la isla.

Por las siguientes cuatro horas me la pasé arreglando las cosas para el viaje, no necesito mucho para dos días, además, allí el clima es mucho más cálido que aquí, por lo que prácticamente no necesito llevar mucha ropa. Parry, hábilmente obligó a Ivor a que vaya a descansar antes de partir, renuente, debo aclarar, terminó por hacerle caso. A mitad de la noche, lo he ido a ver, solo para asegurarme de que estaba bien y que de verdad estaba durmiendo. Por suerte, lo hacía. Su cansancio era muy notorio.

Poco antes del amanecer, ya estábamos en el aeropuerto, una hora más tarde, en el avión. Recién dos horas después de vuelo, pude dormir. Incomoda, pero mi cansancio me venció. Nueve horas de vuelo y ya estábamos desembarcando.




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