Ixthus 2 La Amenaza

6

Gera estaba impresionado por las credenciales del nuevo joven y queriendo impresionar con las suyas comentó:

—Pues yo soy ammm… Gera, hijo del instructor Eliel y este de aquí es mi sícigo Na…

—Naín—interrumpió Corbán y luego le tendió la mano a cada uno—lo sé, he oído hablar mucho de ti.

Naín hizo una mueca ante el comentario, sabía que aún había muchos que sabían de su anterior fama de perseguir a los ixthus hasta la muerte, y que todavía quedaban algunos que no estaban conformes con su repentino cambio, más bien pensaban que se había infiltrado para llevárselos a todos a la cárcel.

—Un placer—contestó Naín.

—Bueno, ya que todos nos hemos presentado, porque no vamos a otro lugar donde sea menos… peligroso.

—Con gusto.

Corbán se dio la vuelta y comenzó a caminar por entre los árboles como si conociera el camino de memoria.

Cuando se hubo alejado unos metros, Gera se acercó a Naín y le susurró:

—Creo que después de todo, si me gustaría ser un guardián.

Naín sonrió y le  pidió que guardara silencio.

—Y, Corbán—dijo Naín— ¿Qué hacías en el bosque?

—Oh, estaba buscando a esa manada de peludas bestias, han estado causando muchos estragos en mi territorio ¿sabes? Se burlan de mí, decidí perseguirlas y acabarlas de una buena vez. Serán pequeñas pero son muy, muy fastidiosas.

—Ya lo creo.

— ¿Cómo supiste cómo acabarlas?—preguntó Gera.

—Bueno, no fue nada sencillo. Todos los malak son diferentes, y tienen puntos débiles diferentes, pero éstas parecían no tener ninguno, es decir, por más que me esforzaba no podía encontrar nada, pero luego un día me topé con una de ellas a plena luz del sol ¡y ni siquiera me vio! Se movía con dificultad, tropezando con todo, incluso chocó contra mi pierna, pero ella sólo avanzó hacia este oscuro bosque con la cabeza agachada. Me di cuenta entonces de que son ciegas, y la luz les daña severamente. Así que tomé mi espada y las perseguí hasta aquí. Fue una suerte, porque si no, no los hubiera encontrado. Aunque quién sabe, su táctica de cortar cabezas hubiera funcionado bien.

—Pues gracias—contestó Gera.

— ¿Y qué tan lejos estamos de Hieron?—preguntó Naín.

—Como a seis horas todavía, cinco si nos apresuramos.

Corbán los guiaba con gran habilidad por el bosque y muy pronto lo dejaron atrás aunque aún les faltaba camino por recorrer.

—Verás Corbán—comenzó Naín, quería obtener información importante sobre Sara antes que nada—Gera y yo estamos en una misión, andamos en busca de una persona.

—Si lo sé, ya habíamos sido avisados sobre su misión y en cada refugio ixthus los esperábamos. Aunque no tan rápido, honestamente, pero me alegra que hayan llegado antes.

— ¿De verdad?

—Sí, tenemos buenas noticias.

Esas palabras eran lo más hermoso que Naín pudiera escuchar en esos momentos, eso era lo único que necesitaba, buenas noticias.

— ¡Genial! ¿Y cuáles son esas noticias?

—Hemos encontrado a Sara, está aquí en la ciudad, sana y salva junto con su hija.

Naín se equivocaba, éstas eran las palabras más hermosas que jamás hubiera escuchado. Soltó un suspiro de alivio y se olvidó de todo el cansancio que traía consigo.

—Que buenísimas noticias—comentó.

—Solo debemos llegar a Hieron y les daré la ubicación de su casa.

—Te lo agradecería mucho.

Con ese nuevo incentivo, los tres caminaron mucho más rápido y en cuatro horas ya estaban llegando a su destino.

El segundo Hieron, que fue construido cerca de los terrenos del primero, era, en palabras de Corbán, mucho más grande y más seguro que antes. Luego que el primero fuera destruido durante la guerra silenciosa, un grupo liderado por Andrés empezaron a construir uno nuevo y mejorado. Naín ya ansiaba conocerlo y saber de qué se trataba todo aquello que Corbán les decía.

—Llegamos—anunció Corbán solemne.




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