Alfonso y Dulce María divorciados 2002, parte 2.
Lunes 30 de Septiembre.
Llegó el día del cumpleaños número 11 de Melina; Alfonso ya tenia meses de no ver a sus hijos, porque ella inició una guerra legal en contra de él, hasta que logró meterlo preso, con los cargos de abandono de hogar, manutención, robo y todas esas cosas que se les ocurren a las mujeres para joder al ex, pero como solo logró instalarle delitos menores, un amigo que vio la noticia de su detención en el periódico local pagó la fianza y logró salir libre, estuvo unos días en lo que arreglaba cosas de su trabajo y se regresó a Reynosa.
Pasaron los meses y ya no quería volver a la ciudad, y ante la insistencia telefónica de Dulce María para que asistiera a la fiesta de cumpleaños de Dulce Melina.
Después de 1000 promesas de paz y arrepentimiento, accedió y llegó en su auto desde Reynosa, a dónde vivía con su mamá, el mismo día por la mañana, pero no sé presentó a la casa hasta entrada la nochecita, visitando a amigos y familiares, más que nada para establecer un plan de protección, en el caso de que ella le levantara otro cargo legal, se le había ido el día.
–¡Ya llegó mi papá!
Dice Dulce Melina contenta, en cuanto lo vio parado en la puerta con varias cajas de regalos, el más grande, por supuesto para ella, y varios más, para sus hermanos, la casa era grande, de 2 pisos, que en la segunda planta tenía 3 amplias recámaras, Melina lo llevó a su cuarto para que abrieran su regalo que era una consola de video juegos, pero en lo que se los instalaba, miró el dibujo de una puerta en la pared.
–Mira paa, dibujé una puerta mágica, igual a la que vimos en casa de la abuela Agustina, cuando nos llevaste.
Le dijo Melina, rememorando una visita a la vieja casa abandonada de su bisabuela.
Dulce María no estaba cuando él llegó a a la casa, pero en cuanto una de sus sobrinas le dijo que ya había llegado, aunque se había esmerado en su arreglo personal, y lucía muy atractiva, se retocó y se sintió la mujer más feliz del mundo al subir y verlo ahí, jugando video juegos con sus hijos, tan cerca y tan guapo a sus 31, que se lanzó a sus brazos como si todavía fueran marido y mujer, olvidándose de que ya tenían más de un año de divorciados, y de no verse.
Alfonso respondió al abrazo, pero sin la efusividad que ella hubiera querido, ya que él no quiso rechazarla y hacerle un desplante, y menos delante de sus hijos que miraban muy contentos su reencuentro, él no era rencoroso ni tenía el alma envenenada, pero toda muestra de cariño de su demoníaca ex esposa, la consideraba falsa e hipócrita, porque con tantas cosas malas que le había hecho, de ninguna manera creía que sus muestras eran de un amor sincero.
Abajo ya habían empezado a llegar los familiares e invitados de Dulce María, porque él, en calidad de invitado, no tenía con quién ir, ni a quien invitar, ya que su mamá, sus hermanos y la mayoría de sus familiares cercanos, habían emigrado a otras ciudades.
Pero Alfonso ya tenia una relación con otra mujer, bueno, con varias, porque fiel, fiel ya no era, después de su fracaso matrimonial, su ideología sobre las leyes de la moral y de la vida, había cambiado.
Una mujer que no vivía en Reynosa, si no en Monterrey, Lorena María, a la cual conoció por internet, e inició un romance, con la cual tuvo que cancelar un viaje para poder ir a Poza Rica a la fiesta de 11 años de Melina, y Lorena María, aunque algo recelosa y después de muchos berrinches, tuvo que comprender que él quería estar con sus hijos, ya que tenía más de un año de no verlos.
Y eso fue lo que hizo estallar la bomba en esa fiesta, que mientras Alfonso repelía y sobrellevaba en la cocina la coquetería, insinuaciones y acoso sexual de Dulce María, le sonó el celular, y él, por descuido, la dejó ver el nombre del contacto en la pantalla.
–¿Me dejas contestar?
Le pregunta mientras la apartaba para salirse a la calle para contestar la llamada.
Dulce María se quedó sorprendida al sentir el suave pero enérgico empujón, pues en sus estrategias para llevárselo a la cama, no estaba la de que él ya tuviera otra mujer, pero no tardó mucho en reaccionar, ya que cuando él apenas estaba saliendo a la calle, ya ella iba alcanzándolo, y con un gesto malévolo en sus facciones, comenzó a decirle en voz alta, para que la mujer que le estaba llamando al papá de sus hijos, la escuchara.
–¿Ya te sirvo mi amor? Melina ya partió el pastel y te estamos esperando, ¿Escuchaste puta, piruja y zorra? ¡Está con su mujer y con sus hijos, en su casa, háblale cuando ande allá por tu pinche rancho!
–Tendré que colgarte Lore. –le dice Alfonso a su novia. –Creo que ya platicamos que esto podría pasar.
Y después de un par de minutos de permanecer en la llamada, en los que a la chica le pareció divertida la situación y pareció comprenderla, porque ya habían hablado de que eso podría pasar, por fin colgó, y le dijo a Dulce María, que ya empezaba a empujarlo y golpearlo.
–Tan irreverente y revolucionaria cómo siempre; ¿Qué te dá el derecho de interrumpirme en una llamada con mi pareja?
–¿Con quién hablabas cabrón, y como madres te atreves a contestarle en mi casa a esa puta vieja?
–Con quién no te importa y te vale pura madre; además no le contesté en tu casa; ¿Para esto me hiciste venir otra vez, para que la volvieras a cagar toda? ¡Mejor me voy!
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Editado: 25.09.2023