Jamás me volvería a casar contigo.

Los Déjà vús.

Dulce María y Alfonso, jóvenes y solteros, 1987.

Jueves 11 de noviembre.

Realidad original.

Dulce María despertó también a las 11:39 de la noche, e igual una luz muy intensa la deslumbró, tapó sus ojos con la almohada y ya cuando recuperó la vista, se levantó para asomarse a la ventana, pero sin encontrar una explicación lógica a la deslumbrante luminosidad, se volvió a quedar dormida, ya que tenía que madrugar para irse a la estación de autobuses, ya que tenía programado un viaje a la ciudad de México, para arreglar unos papeles con respecto a sus estudios.

Su radio despertador de flip clock sonó a las 4 de la mañana del viernes 12 de noviembre de 1987, despertándola con aquella canción de Andy Williams “Love story“ pero que Vicky Carr había hecho más popular en español en radiodifusoras locales.

***

Qué difícil es
secar la fuente inagotable del amor,
contar la historia
de un momento de placer,
reír alegre cuando siente el corazón
un gran dolor.

***
Qué bonito es
que tras la lluvia del verano salga el sol,
y el pavimento adquiera el brillo de charol,
que tu sonrisa me devuelva la ilusión
que ayer perdí.

***

Anunciándole su partida hacia su destino, y resignada dejó de tratar de evitar el hacer ese viaje para concentrarse en hacerlo lo más rápido posible, y terminó por sonreír malévolamente al idear el plan maestro que le permitiría darse una escapadita de su casa para poder burlar sus castigos, y celebrar su cumpleaños fuera de casa.

***

¡Qué grande es

Sentiiir mi corazón

Latiiir asiii

Henchido de emoción

Podeer oiiir

Tu Dulce voz.

Besarte con pasiooon y acariciarte

Y no perdeeer

Ni un solo instanteee

De seeer para tiii

Un gran amooor!

***

Le cantaba a su papá a capela, ya unos minutos después cuando ya había bajado su maleta e iban en el auto.

  —¿Y ahora tú, me dijo tu mamá que estabas enojada y que no querías ir a México?

Le dice su papá, don Maximiliano, al verla tan contenta y cantante, en lo que la llevaba a la central de autobuses.

  —Pues no quería pero ya que, además, si llego temprano; ¿Verdad que me vas a dar chancesito de salir con mis amigas a dar una vueltecita para festejar mis cumpleaños?

  —Ajá si; ¿Con tus amigas las delincuentes esas que están en la cárcel de donde te fui a sacar por andar encubriendo a tu noviecito ratero ese que traías?

  —¡Ya te dije que solo era mi amigo y yo no sabia que andaba de ratero!

En eso, Dulce María tuvo una extraña sensación en el estómago, y algo le comenzó a causar angustia y preocupación.

  –¡Pasa algo raro papi! –le dice sin poder disimular su angustia. —Siento que este momento ya lo he vivido.

  —¡Pues si te sientes mal, tómate una pastilla para el mareo a ver si se te quita!

  -—¡No es eso papi! En verdad que siento que todo esto ya lo vivimos, mira, si sigues por esta calle, más adelante te vas a tener que regresar porque un taxi con el número 1918 chocó con una camioneta.

Y efectivamente, un par de calles más adelante se tuvieron que regresar, pero la más asombrada fue Dulce María, porque al ver el número del taxi chocado, le confirmaba que eso ya lo había vivido, y en lo que su papá maniobraba para regresarse y recomponer su ruta, le decía.

  —¡Si papi! Mi hermano trae el número 2415, y ese traía el número 1918, aunque se parecen mucho no es el mismo taxi; ¿Y ya ves que si está pasando algo raro? Ya sabia de este accidente y hasta el numero del taxi.

  —No te hagas como que eres la bruja de las 3 dimensiones y no me quieras cambiar el tema con lo de tu noviecito; ¿Y los estéreos y joyas que te dio a guardar eran de su abuela? ¡Ay hija! Ya estás grande y yo no tengo tiempo de andarte cuidando, mejor pórtate bien y lo de los permisos lo arreglas con tu mamá, y ya apúrate que ya están anunciando tu salida.

Le dice don Max cuando se terminaba de estacionar, se bajó a ayudarla con la maleta y la acompañó hasta la entrada del autobús, Dulce María se despidió para concentrarse en cumplir con sus diligencias lo más rápido posible, ya que como no había conseguido el permiso que quería cantándole al oído a su padre, tenía que perfeccionar el plan “B”.




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