Jamás pensé en el Amor

Capítulo 11

La Jefa me indica con un leve asentimiento de cabeza que podía comenzar. 

—Buenas noches a todos, mi nombre es Laira Stone secretaria de la presidenta de la empresa, Sara Moore —noté movimiento a mi lado—, y del vicepresidente Thomas Thompson. Bienvenidos a S. Moore y asociados. 

Unos días después de que compartíamos algunos momentos con Thomas, me enteré que era vicepresidente de la empresa, él no me dijo eso cuando me lo topé la primera vez.

—Por aquí por favor —les indico los ascensores que ya estaban esperando.

El penúltimo suben los secretarios de sus jefes, y el último subo sola.

No sé cuál fue la impresión que di pero la mirada de la jefa fue tranquila, quiero pensar que estuve bien.

Cuando estoy llegando ya todos se acomodaron, yo me quedo de pie detrás de la Jefa, así como los demás secretarios lo hacen también.

En total vinieron diez de catorce empresas que llamamos para esta reunión. Entre todos ellos sólo hay otra chica más que es jefa. En total tenemos: ocho jefes con sus acompañantes que algunos son sus socios principales o como lo es Thomas, dos que son mujeres (que incluye la mía), y seis secretarios varones y cinco que somos mujeres. 
En total nos hace... treinta personas (contando a los acompañantes, aunque tres de ellos sólo vinieron con sus secretarios), cuando aquí pueden entrar más de cincuenta personas, algo exagerado, pero es grande este lugar, y eso que es la sala chica.

La reunión empieza con el tema de las ventas y distribuciones que han tenido, luego el porcentaje de estas en estos meses y por último el resultado final de la empresa que más ventas tuvo. Cuando empiezo a decir los lugares, me sorprende que nuestra empresa esté en primer lugar.

La jefa muestra su aire altivo y arrogante. Mientras que los otros tratan de ocultar su incomodidad y disconformidad.

En un momento habla otro así que solo me dedico a observar algunos. La mayoría se ven muchos más grandes, otros pasados de años al parecer.

Cuando termina la reunión dos de ellos salen enfurecidos, uno quedó en el quinto lugar y el otro en el sexto lugar. Parece que no les gusta el fracaso, y más la mirada de triunfo de mi jefa, no cabe duda la molestia en ellos. Algunos se ponen a hablar y yo me quedo a un lado. Un grupo me llama para hablar y acepto ir con ellos.

Los jefes se quedan en el lugar cenando. Y nosotros nos vamos a la sala de descanso a cenar, y aquí empieza la cosa.

Uno se levanta y se aclara la voz, y por lo que escuché su nombre es Luciano.

—Quiero hacer un brindis por todos nosotros, sabemos que tendremos regaños después de esto, pero ya saben que los jefes son así —algunos se ríen y levantan las copas—. Y también damos la bienvenida a dos integrantes nuevos en este grupo: Laionel Black y Laira Stone —las miradas caen sobre mí, intento sonreír pero lo único que logros es que mis labios tiemblen sin poder hacer lo que quería; también miran al otro chico pero desde mi lugar no lo puedo ver—. Bienvenidos al mundo de los regaños, viajes, y órdenes que nos hacen. ¡Salud! 

Creo que me gustará esto, después de todo siempre hay amistades, rivalidades y demás. Pero uno se acostumbra, yo me acostumbré en la Universidad, ¿qué difícil puede ser? ¿Qué otro obstáculo podría pasar?


00:05pm.

Después que cenáramos y despedirnos todos. Me quedo hablando con la jefa, indicándome las tareas que siguen.

—Mañana tememos otra reunión pero este será sólo con Renardo Vitale de la empresa de Italia. Así que quiero mañana que te luzcas, hoy lo hiciste bien, pero mañana mejor, ¿entendido?

—Si Jefa, mañana será mejor.

Me salvé. 

—Mañana entrarás a la una de la tarde. Te mereces un descanso por lo de hoy. 

Bueno tendré la mañana libre para arreglar todo.

—Yo te dije.

—Si, si.

—Así que, ¿eres mi secretaria? —me empuja con un hombro a modo de juego.

—No quería dejarte mal.

—Ay que sentimental.

—De nada —pongo los ojos en blanco pasando por al lado suyo.

—¡Estoy bromeando!

—Ajá.

Estoy llegando a la puerta, cuando lo que dice me frena de golpe. 

—Disculpa —trato de asimilar—. No debí tratarte así, solo que también me puse nervioso y creé una escena delante todos nuestros compañeros de trabajo. Debí ayudarte y dejar de tratarte así como lo hice en la tarde, no lo merecías. 

La verdad es que me hizo sentir mal, pero no todo en la vida es rosa por lo que aprendí la lección. Thomas me abrió los ojos.

—Ayudaste bastante, yo insistí.

—Tenía que ayudarte y guiarte, eres nueva y se me olvidó. 

—Pero cuando uno ya es mayor sabe lo que le espera y debe afrontar la vida, por sí solo.

—Laira...

—Tranquilo —doy vuelta mirándolo a los ojos.

—Enserio...

—Debes buscarte de alguna secretaria —le guiño un ojo—, quién sabe que sorpresas te esperan. 

—No gracias. No mezclo lo laboral con lo personal —niega sonriendo, chasquea la lengua mirando a otra parte—. Supuestamente tengo secretaria. 

—Lo dije para no dejarte mal.

Que no lo tome enserio porque si a penas puedo manejar mi trabajo común, el de ser secretaria, y ser secretaria de alguien más...

—Nunca quise alguien que esté pegado a mi lado permanentemente.

—O sea que me voy...

—Con vos es la excepción.

Frunzo el ceño. —¿Excepción?

—Aunque te conozco poco, eres una buena amiga —se acerca apoyando su mano en mi hombro.

—Eh... gracias. También te considero un buen amigo.

—Es bueno saberlo —me apega a su lado abrazándome—. Disfruta de este momento porque nunca abracé a alguien.

Le devuelvo el gesto sintiéndome más tranquila.

Juntos salimos, él se va en busca de su auto y yo por mi lado, aunque dos motivos me detienen. Primero, un jefe se quedó a esperar a Sara, los dos entran en el auto de él y se van. Segundo, el chico que me encontré la otra vez caminando, me espera. 

—¿Disculpa? —levanto una seja mirándolo interrogante.

—Ah.. saliste, bien. ¿Quieres que te acompañe así charlamos un poco?

No tengo ganas de discutir por algo sencillo. ¿Por qué no? No le veo nada de malo.

—Ya que, vamos.

En el camino él me cuenta algunas cosas cuando estudió en la Universidad, yo también compartí algunas anécdotas. Es lo único que se nos ocurrió. 

Llego a mi destino, estoy por despedirme pero me mira raro. Sus ojos se ven más brillantes. Que yo recuerde... no son así. 

Que yo recuerde...

Cierto, no recuerdo.

—Gran noche, ¿no?

—Sí, la verdad —contesto distraída—. ¿Por?

—Nos felicitaron por ser los nuevos —y ahí caí.

Lerda.

¡Shh!

—¿Tu eres Laionel? 

—Laionel Black —asiente sonriendo, mostrando su perfecta dentadura—, a tu servicios. ¿Y vos eres Laira?

—Sí. Laira Stone —me encojo de hombros para restar importancia—. Bueno, me tengo que ir.

—Nos vemos.

Él se va como esa vez y yo entro.

Veo la hora y son las 00:45pm. ¿Cuándo se me fue el tiempo?

Subo las escaleras y me voy directo a mi habitación. Mañana, otro día agotador.



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En el texto hay: amor, odio, dolor

Editado: 27.02.2020

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