Jamie Truman: Historia de un asesino

Capítulo 8: Corriendo el velo

05/02/1999 Sesión 6:
 


—¿Sabe Alex? Se corrió la voz de que el martes pasado estuvo por aquí. Me pregunto por qué no lo ví —cuestionó Jamie ingresando al consultorio.

Un diminuto invitado estaba acurrucado entre los brazos del muchacho. Apenas asomaban desde allí, tímidos y pequeños ojos verdes o tal vez no lo eran tanto, pero el hecho de que él no se atreviera a abrirlos por completo, daba la impresión de que sí lo eran. Alex sonrió en la visión de la pequeña bola de pelos negra y de orejas puntiagudas, que comenzaba a presentarse en medio de débiles ronroneos.

»Lo llamé Alex, como usted. Y no, no tiene que preguntar. El director se dio cuenta de que los llamados de mi pájaro cesaron y él no tardó en arribar a la obvia deducción. Tampoco tiene que decirlo: él es un hombre extraño, de ahí proviene su sedición. Creo que de ese modo se sostiene su paradójico aprecio hacia mí. Ambos sabemos que cuando llegue el momento, él me destruirá, pero mientras tanto, puede dejar claro que no será nada personal.

«¿Qué significa este felino negro —pensó Alex—, acaso ahora estamos compitiendo por el aprecio de Jamie?»

—¿Por qué ese nombre?

—Porque así cuando diga: «Alex es mi mascota», será verdad.

—¿Qué piensa tu compañero Jerry de este nuevo Alex? —preguntó, desviando a Jamie un poco del tema.

Smith ya no quería continuar por los caminos del delirio que incluían la conspiración de Cross. No veía posibilidad alguna de un descubrimiento significativo desarrollando el tema.

—¡Le encanta! Hasta se quedó mudo del gusto —respondió Jamie entre risas que acabaron por ser compartidas.

—Y yo que pensé que el único con humor negro era el director.

—Ya ve que no, aunque usted tampoco se queda atrás.

—Justo eso. ¿Cómo estás Jamie?

—Bien. Comprobando que la vida es sabia. Que seguirá premiando la causa personal que abracé. Y como si eso fuera poco; que lo hará justo como siempre debería ser. Usted lo entiende, el dinero como todas las cosas materiales, tiene fecha de caducidad, pero aquello que nos causó felicidad alguna vez, permanecerá con nosotros hasta nuestro último suspiro.

—Eso es muy profundo, aunque también es una realidad que sin dinero no se vive. ¿No te parece?

—Entiendo las normas sociales, sé cómo funciona aunque no me interesa. Es un hecho científico, Alex. Está demostrado que cada recuerdo impreso en nuestra memoria tiene como motivo un sentimiento, pero, de todos modos. No quiera desviar el tema, ¿a qué vino el martes pasado? —insistió Jamie tocando la nariz de su nueva mascota mientras el pequeño, vociferando maullidos, daba su aparente opinión.

pero Jamie quería insistir. Seguramente, creyendo que Alex habría tenido un motivo importante para venir, uno que él debía saber.

—Cross me llamó. Quería novedades.

—Humn, ¿le dijo lo que le pedí, Alex?

—Sí, pero solo le dije eso. Debes saber que puedes confiar en mí.

—No tiene que decirlo. —Le aclaró mirándolo a los ojos—. Yo veo la psiquis de las personas, ¿recuerda? —El muchacho sonreía pendiente ahora del felino intentando darle caza con sus pequeñas patas delanteras, y poder así morder su dedo índice.

»Pensar que alguna vez yo fui tan pequeño e indefenso como él —reflexionó con la sonrisa que ahora se deshacía.

—Ya que lo mencionas. ¿Qué te parece si hablamos de tu infancia?

Jamie volvió a mirar a Alex pensando tal vez, cuánto le dejaría saber. Si quizás iría por la versión ‘divertida’ de su expediente o tal vez, lo dejaría llegar un poco más allá.

—No puedo decir que no me lo busqué —dijo Jamie, acariciando la cabeza de su gato que, cansado de jugar, se estaba quedando dormido sobre su pecho—. Digamos que para mi llegada se podría decir que: de existir un Creador, Él eligió que el evento sucediera en gran parte con una considerable dosis de humor negro. Mis padres eran americanos, pero no los típicos, los que representan las películas o mi imagen. De seguro usted sabrá que no todos somos como nos muestra el cine. Ambos eran de piel blanca, pero su cabello y ojos eran oscuros. ¿Se lo imagina? «Bienvenido al mundo hijo del vecino». «Con el tiempo su cabello y sus ojos van a oscurecerse». «Es muy común que los bebés tengan ojos claros al nacer». Y al final, el tiempo fue lo único que pasó, sin ninguna predicción volviéndose realidad. Yo no cambié si no para aclararse todavía más mi cabello y mis ojos. Entonces comenzó la búsqueda entre las ramas del árbol genealógico. Seguramente habría un pariente igualito a mí, pero la decepción tocó una vez más a nuestra puerta. Nuestro pasado genealógico por parte de ambas familias, era bastante homogéneo. ¿Tengo que decir más?

—Por favor.

—Bien. Aquel fue un debate que se extendió a través de la longevidad familiar, o lo que se suponía fuera una familia. Ya se imaginará lo inseguro que era mi padre. Él nunca fue capaz de dejar ir el tema. La verdad es que yo hubiera sido un enviado del cielo para alguna familia superficial con un componente racista activo, pero no era la cuestión. Las reuniones sociales, fiestas y demás, eran un infierno para mis padres. Para él porque tenía la absurda necesidad de crear una teoría para justificar mi imagen y para ella, porque sabía lo que eso significaba al volver a casa. Como dije, él nunca lo superó.

—Pero el color de ojos de los hijos no tiene que estar ligado con el color que tengan los padres. Se debe a dos cromosomas, el 15, donde hay un gen que influye en el color y cuyos alelos posibles son el marrón y el azul. El otro es el 19, que también tiene un gen que influye en el color y cuyos alelos posibles son el verde y el azul. Esto significa que en tu caso el cromosoma 15 perdió su posición dominante frente al cromosoma 19 y por eso, en vez de tener ojos marrones, el más dominante de los colores, tus ojos son celestes.

—Sí, lo sé, pero él no era muy creyente de la ciencia, personas o cualquier cosa en general.



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En el texto hay: asesinos

Editado: 29.11.2020

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