05/03/1.999
Esa tarde, Alex tenía una promesa que cumplir. Algo que para la mayoría, como un padre demasiado ocupado, sería fácil de olvidar, de ninguna manera sería el caso para él. Alex sabía que había encontrado un modo tangible de demostrarle a su paciente el afecto que estaba generando en él, y que eso, era justo lo que quería hacer.
La mujer del mostrador, se quedó mirándolo fijo por algunos segundos, algo que al ser notado por Alex lo hizo reaccionar con una sonrisa y a ella, en desviar la mirada para intentar disimular. Era claro que ella no esperaba verlo por su tienda de nuevo, pero aún así, esperaba que así fuera. Todo parecía indicar que luego de su desastrosa conversación, la mujer se había quedado pensando en posibles explicaciones para lo que él le había dicho.
Alex siguió seleccionando las historietas mientras sentía una mirada ocasional sobre él. Había tanto en lo que no podía dejar de pensar y como el pensamiento más sobresaliente, su voz interior lo invitaba a dar un paso adelante. Después de todo, quizás ya era hora de asomar la cabeza y descubrir si la tormenta había pasado.
—Llevaré solo estas. —Le comunicó a la mujer que no tardó en buscar papel para envolver la compra.
—Muy bien, serán siete dólares —respondió ella sin tardar en reflejar la duda en su rostro acerca de por qué él se había quedado mudo de repente.
—¡Claro! —dijo Alex al fin, buscando de prisa su cartera en el bolsillo trasero de su pantalón—. Lo siento. Hoy estoy un poco distraído.
—¿Y eso por qué? ¿Será que las historietas están funcionando y ya va a recibir su premio? —Lo cuestionó irónica.
—¿Perdón? ¿Qué significa eso?
Ella negó con la cabeza y sosteniendo una sonrisa, luego volvió a dedicarse a su tarea de inmediato. Una buena excusa para buscar las palabras que la sacarían de aquel predicamento.
—La última vez que estuvo aquí... —Ella dudó—. Bueno, usted dijo que las historietas eran para un muchacho que quería ganarse.
—¿Sonó igual de mal cuando yo lo dije?
—Bastante parecido... —respondió ella buscando el cambio en la caja registradora.
Alex se quedó pensativo sosteniendo el paquete entre sus manos. Alicia extendió su mano para darle el dinero, pero la hizo retroceder cuando se dio cuenta que él estaba ausente. Fueron varios segundos en los que Alex pareció congelado.
»¿Se encuentra bien, señor?
—Sí, descuide. —Sonrió quitándole importancia a su parecer.
La idea de que tal vez sería bueno arriesgarse un poco más lo invadía, porque una vez más, recordaba las palabras de su paciente.
»La verdad es que creo, empezamos muy mal. ¿Es tarde para una segunda primera impresión?
Ella sonrió un tanto incómoda, pero evidentemente dispuesta a oír una explicación.
»La verdad es que el muchacho que quiero ganarme es mi paciente. Soy psiquiatra —comentó y negándose a recibir un posible no como respuesta, prosiguió—: Lo que necesito ganarme es su confianza, de otra forma, cualquier intento de tratamiento sería imposible...
—No tiene que decir más... —Lo interrumpió ella al acomodarse el pelo tras su oreja. En lenguaje corporal: evidenciando su interés por él—. No tiene que creer que pensé lo peor. Ni siquiera lo conozco.
Alex captó su mensaje entre líneas al instante.
—Alex, mi nombre es Alex Smith, el psiquiatra. —Le comentó divertido tendiendo su mano.
—Alicia, mi nombre es Alicia, la dueña de la tienda de historias —dijo ella correspondiendo su amabilidad al estrechar su mano.
—Es un placer Alicia. Debe saber que tiene una tienda... ¿cómo decirlo?, cálida, su tienda es muy cálida.
—Lo mismo digo... —respondió Alicia sin pensar en las palabras y consciente de su absurdo se apresuró a ocultarlo—. Aquí tiene su cambio.
«¿Qué habrá intentado decir con: lo mismo digo?», se preguntó Alex recibiendo el dinero y testigo del nerviosismo mutuo. Si bien intentaba tener una conversación amena, resultaba obvio que ambos estaban fuera de su zona de confort.
—Gracias, Alicia... Ahora debo irme, pero la veré pronto. —Fue su respuesta mientras comenzaba a retroceder.
—Claro, eso espero... ¡Si necesita comprar más historietas! —aclaró viendo como Alex se alejaba mirándola a ella en vez de por dónde iba—. ¡Cuidado! —Le advirtió, pero ya era tarde para evitar que él pudiera embestir a otro cliente.
—Lo siento —dijo él tratando de ayudar al sujeto.
—No se preocupe —respondió el tipo abriendo los brazos para indicarle que se alejara de sus cosas—. Yo puedo solo.
Alex no tuvo más opción que ponerse de pie, y, asintiendo ante la mirada de Alicia, hacerle creer que todo estaba bien.
En el camino a la prisión, Alex estaba más que distraído, incluso el conductor del taxi se molestó al darse cuenta que él estaba ignorando su intento de conversación. Y hasta fue necesaria una disculpa. Smith no podía creer que una mujer solo con ser amable hubiera podido anular sus actos de ese modo y aún si no lo quería aceptar, sabía que aquello había sido posible por el genuino interés que ella le causaba. Algo de lo que querría, pero tal vez no podría cuidarse.
«¿Por cuál motivo una mujer joven y bella como Alicia quería ser dueña de una tienda de historietas?», se preguntó ausente de la conversación del chofer una vez más.
Sesión 14:
—¿Eso es lo que creo? —interrogó Jamie al notar el obsequio sobre el escritorio.
—Te dije que no era problema —respondió Alex entregando el presente.
—Gracias, pero... ¿qué me encontraré aquí? Es decir; ya utilizó la referencia con el hombre araña.
—Ninguna referencia. —Le dijo sonriente—. Dijiste que también te gustaba Batman así que te traje ambos.
Jamie cerró sus ojos a un haz de luz evidenciando sospecha. Ya había notado lo animado que se veía Alex y aunque él siempre era amable y cordial, su instinto le decía que había algo más.
Editado: 29.11.2020