...
—Sí. —Jamie se detuvo jugando a patear pequeñas piedrecitas—. Al parecer él no había muerto, solo creció. Creció y estaba viviendo su vida.
—Debió ser una sorpresa agradable para ti verlo sano y salvo.
—Claro... Nunca es tarde para un momento grato —dijo recobrando la caminata.
—No lo discuto aunque me gustaría más saber qué me estoy perdiendo aquí —insistió Alex, quedándose detrás para ver el cielo enrarecido y retraer los hombros cargando la tensión insoportable.
—Se pierde lo que todo el mundo —aseguró volviendo a verlo—. Las demás especies tienen un sexto sentido que ninguno de nosotros podrá alcanzar nunca o tal vez usted si, ¿quién sabe?
—¿Cómo sería eso posible?
—¿Recuerda qué le dije cuando Ed me regaló mi Alex?
Smith lo pensó. Había tantas posibilidades.
»¿Se enredó? —Quiso saber Jamie entendiendo que posiblemente sería difícil de recordar—. Le dije que la vida había vuelto a premiar mi causa y que así debía ser. ¿Lo ve ahora? —preguntó sonriente.
—¿Tu pichón fue el primero de los premios?
—¡Bingo! —exclamó más que conforme—. Dígame, Alex, ¿sospecha por qué la vida me premió con él?
Smith negó.
»Por el mismo motivo que usted está aquí. Yo le dí algo a cambio. Además, si existe un Dios, ¿qué señal más clara podría utilizar Él para decirme que me aprueba, que me perdona? —La seguridad con la que Jamie habló, decía como él creía que eso podía explicarlo todo.
—¿Qué significa eso?
—Disculpe Alex. —Jamie se aisló meditabundo—. Le estuve dando muchas vueltas al asunto durante tanto tiempo y no encontré otra explicación para que esa ave haya volado seiscientos kilómetros y cambiado la seguridad de un cactus para anidar en ese árbol de ramas patéticas que no pueden sostener nada. Sucede que a veces pienso que entendió las respuestas dadas con disfraz. Verá; antes yo le regalé los restos de cuatro vidas que no debían estar sobre la tierra y a cambio, en respuesta Él me envió mi pájaro.
—¿Los cuerpos estaban en el desierto de Phoenix,? —Alex se detuvo por segunda vez mientras Jamie seguía a su ritmo pausado.
—Más claro imposible. Un viaje de seis horas en automóvil por la ruta interestatal sesenta y seis los llevó al lugar. Me sorprende que no lo sepa. El titular: “cinco tumbas para cuatro cuerpos”, fue el más mencionado por los medios de comunicación.
—¿Cinco tumbas?
—Sí, mi plan b. Le dije que no había recorrido tanto para dejarlo así. Por eso no todas las tumbas estaban ocupadas con restos humanos.
—¿Qué había en la quinta, Jamie?
—La quinta que en realidad fue la del medio ya que los situé de izquierda a derecha en el orden que los maté, estuvo reservada hasta el final. El día que pude sepultar a mi padre: el último. También hice lo mismo con mi pasado. Allí dejé mi carpeta de bocetos y una copia de los vídeos que mencioné. Algo que a decir verdad, no era suficiente. Mi mensaje no era claro del todo. Al menos no lo fue hasta su acción espontánea de grabar el audio de nuestras sesiones. De no ser por eso habría dejado solo dos tercios del rompecabezas. —Jamie se detuvo organizando sus tantas ideas—. Ahora todos, propios y extraños, tendrán ante ellos la manera de entender y a pesar de como también le dije, aunque lo hagan, no poder reconocerlo, al interior no podrán negar la validez de mis motivos. Alex... recuerde que las grabaciones son muy importantes, solo así la pirámide estará completa. Es más, aún no entiendo cómo con tanta repercusión, con su nombre en cada periódico local y nacional, todavía ningún juez se las requirió.
Alex miró el suelo. El sendero de tierra marrón y reseca que estaban recorriendo.
—La verdad es que estuve incomunicado. Necesitaba estar solo y fue hasta la madrugada de anoche que volví a conectar el cable de línea en los teléfonos.
—Lamento oír eso —dijo el muchacho viendo el imponente paredón frente a ellos—. Eso era lo que me temía, la razón para dejarlo ir, aunque fuera a último momento.
Smith observó a Jamie más que concentrado en la construcción pintada originalmente de color blanco, pero en la actualidad, de color amarillento por la tierra y la suciedad adheridas a él.
»Sabía que usted se echaría la culpa, que se negaría a ver que esto siempre estuvo decidido. Que lo trasciende de todas las maneras posibles. Por eso era mejor ganarse su resentimiento en vez de su culpa. Al menos si se sentía traicionado por mí, seguiría con su vida y tal vez algún podría perdonarme, pero creyéndose responsable, no solo sería mi vida la que estaría arruinada. —Jamie estrechó el hombro de Smith un momento, indicándole seguir sus pasos cambiando de dirección—. Lo que tampoco pude ver fue que: en nuestro juego de poder, decirle a Ed que diría la ubicación de los cuerpos si él conseguía al psiquiatra idóneo era un terrible error.
—¿Por qué lo dices?
—Verá, Alex. Ed es mucho más astuto e intuitivo de lo que parece. Haberle dicho eso fue casi como pedirle traer a los fracasados. Recordará que le dije: él me quería entretenido con el psiquiatra de turno. Pensar que fue por eso que usted llegó aquí. ¿Sabía que todos mis psiquiatras eran principiantes? Demasiado apresurados por hacerse un nombre. Algo que a Ed le resultaba tranquilizador.
—Lo sé. El director me enseñó la información de mis antecesores y de los que serán mis predecesores. Pensé mucho en eso y gracias a esa acción descubrí lo que estaba sucediendo aquí. Aún si desconozco sus motivos, sé que él no quiere tu recuperación.
Editado: 29.11.2020