Jen|| Si Te Atreves

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Hola mis amores.

En Colombia es un día festivo, y por eso es que aun se vale mi palabra de publicar el fin de semana.

Lamento la demora, pero aun me estoy recuperando.

Gracias por seguir aquí, y antes de que se me olvide, esta semana no habrá actualización de ningúna de mis historia, porque voy a estar a tope con la edición de la trilogía de Luisa y Alexandre.

Pero regresaremos pronto y las actualizaciones regulares.

Espero me puedan entender.

Les ama.

Jen.

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UN MOTIVO PARA SONREIR

SI NO ESTÁS - ÍÑIGO QUINTERO

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No es un buen día.

Mi cuerpo rechaza siquiera la idea de levantarme para orinar, pese a que estoy que me hago encima.

Esto solo indica una cosa aparte de que es lunes, y odio los lunes.

Tengo que ir a estudiar, necesito hacerlo si quiero salir de casa este año para no regresar jamás, pero todo en mi grita que me quede en la cama y me funda con las sábanas.

Mi humor es una mierda, pero está más oscuro de lo normal, y lo peor de todo es que estoy despierta desde antes de que amaneciera.

Hasta escuché cuando mamá salió a trabajar, no sin antes verificar que siguiera dormida.

Sofia Miller nunca se acerca, solo vigila que no me le haya fugado a hacer de las mías mientras ella trabaja más de lo que respira, y no precisamente porque le preocupe, si no que no se puede dar el lujo de que un escándalo tenga la cara de su hija, ni mucho menos su apellido envuelto.

Es una jueza de renombre, y su fachada debe ser impecable.

Me acurruco más apretando las sábanas, cuando el celular comienza a sonar con cientos de notificaciones.

No quiero contestar, pero debo.

Tengo que hacerlo, al reconocer el tono es lo único que hace que mi humor mejore un poco.

Pero solo un poco, teniendo en cuenta de quienes son.

Saco la mano de la protección de las mantas tanteando la mesita de noche, dando con el aparatejo que le roba vitalidad a la humanidad.

Casi se me cae cuando vibra con una video llamada entrante.

—Mierda —como puedo lo sostengo para que no se despedace, mientras me enderezo apartando de una patada el fuerte de sabanas, teniendo los ojos aun con lagañas, y los pelos de loca que me acompañan todos los días.

—¡HOOOLAAAA! —casi grito con el saludo grupal masculino que me recibe.

Abro un ojo acostumbradme al brillo de la pantalla, observando cómo se empujan para caber en la diminuta cámara, peleando hasta que uno de ellos les gana el móvil y comienza a cantar.

—Cumpleaños feliz, te deseo a ti, cumpleaños querida Jen, cumpleaños feliz —odio que me recuerden el día en que vine a este mundo, pero Step y su preciosa voz siempre sera bien recibido.

—Deja de ser un grano en el culo, Step —grita otro de ellos, el cual reconozco como Logan, otro de mis mejores amigos cuando le da una colleja, haciéndose al aparato para que su rostro quede en mi primer plano, dándome una visión perfecta de sus ojos oscuros con unas arruguitas en los lados, indicándome que está sonriendo feliz de verme —. Que fea estas —entrecierro los ojos en su dirección, mientras con la mano que tengo libre le saco el dedo medio.

—Yo también te quiero, imbécil.

—Dame el teléfono si no vas a decirle nada lindo en este día tan especial —esa voz dulce cargada de reprensión no podria ser otra que la de Micha, el terrón de azúcar de nuestro grupo —. Hola, Jen —su rostro ligeramente sonrojado aparece en la pantalla mostrándome su carita de niño bueno, pese a que es todo un grandulón que se las da de malote con todos a su alrededor —. Feliz vuelta al sol —eso sonó tan dulce y empalagoso que no puedo reprimir una mueca de hastío, sin embargo, eso no deja que se interponga en su humor.

Es el más positivo de todos, el alma de la fiesta junto a Step.

Ese que se escucha forcejar con alguien, mientras Logan intenta sostenerlo porque es propenso a cometer estupideces cuando no estoy cerca, y en este caso es imposible que pueda ponerle un freno, puesto que estan a miles de kilómetros de distancia.

Arrugo el ceño, recordando algo importantísimo que se me está pasando por alto.

A decir verdad, mi mente ha intentado bloquearlo, pero es imposible, teniendo en cuenta que acabo de ver un rostro casi idéntico al suyo.

—¿Dónde está la figurita original de mi álbum de laminitas? —la respuesta nunca llega porque lo único que hace Step es gruñir dolorido, mientras los otros dos tratan de llamar al que solicito.

—¡CHAD! —al parecer se ha ido.

No quiso hablar conmigo.

Eso hace que mi corazón se haga pequeñito, parpadeando con efusividad porque los ojos me comienzan a arder.

—¡Mierda, Chad!, me pateaste los huevos —eso fue lo último que escucho antes de que corten sin despedirse, haciendo que lo miserable que me siento regrese de golpe.

—Sabe que este día es una mierda, y ni asi quiso hablar —me tiro en la cama poniendo las manos en mi cara, amortiguando el grito de frustración que sale rasgando mi garganta.

—Porque siempre es mejor en persona, que por la puta pantalla —de inmediato me enderezo al escuchar su voz a un par de metros de distancia, mientras me destapo la cara para buscar de donde proviene, lo que no demoro en averiguar, ya que lo tengo en las narices vestido totalmente de negro con sus botas de cuero de siempre, la cazadora a juego, los jeans rotos en las rodillas y la camisa de una de sus tantas bandas favoritas.

Los dedos llenos de anillos, que se pasa por el cabello reciente tinturado de negro, haciendo que su piel resalte, en especial sus ojos de un azul aguamarina que brillan más que el puto universo.




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