Juego de identidades

Capitulo «OO3»

Pov Elena

La tarde pasó rápidamente mientras me preparaba para la cena. La luz del sol se desvanecía en el horizonte, dejando un suave resplandor anaranjado. Miré mi reflejo en el espejo, ajustando mi cabello y tratando de calmar los nervios que se agolpaban en mi pecho. La idea de conocer a Della y su esposo me resultaba intrigante.

A las ocho en punto, decidí que era hora de irme. Tomé una respiración profunda y salí de mi casa, sintiendo el aire fresco de la noche. La casa de Della estaba iluminada, y una suave melodía se filtraba a través de las ventanas. Al acercarme, noté que la puerta estaba abierta, como si me estuvieran esperando.

—¡Hola!— gritó Della desde dentro, con su voz rebosante de alegría —¡Pasa, pasa!—

La entrada estaba franqueada por dos faroles de hierro forjado que emitían una luz cálida, invitando a los visitantes a cruzar el umbral. Al entrar, el vestíbulo me recibió con un suelo de mármol pulido que reflejaba la luz suave de una lámpara de araña exquisitamente elaborada.

Las paredes estaban adornadas con obras de arte cuidadosamente seleccionadas, contando una historia a través de sus colores y formas. Cada rincón de esta casa parecía estar funsionando lo estético con lo acogedor, creando un ambiente donde la elegancia se sentía como en casa.

El aroma de la comida recién hecha me envolvió, y mi estómago rugió suavemente.

—Espero que tengas hambre— dijo Della mientras me conducía a la mesa —He preparado una receta familiar—

Su esposo, un hombre con rasgos maduros, y una sonrisa cálida, me saludó desde el otro lado de la mesa.

—Soy Tom. Encantado de conocerte— dijo, extendiendo la mano.

—Igualmente.

Mientras nos sentábamos a la mesa, Della comenzó a servir una deliciosa pasta con una salsa cremosa y hierbas frescas. La conversación fluyó con facilidad; hablábamos de viajes, libros y anécdotas divertidas. Sin embargo, había momentos en los que Tom me miraba como si quisiera leerme los pensamientos.

—Elena, tengo que preguntarte algo— mencionó Tom, mientras tomaba un sorbo de vino —¿Por qué decidiste mudarte aquí? ¿Fue por alguien en particular?—

—Buscaba un lugar tranquilo para trabajar en mis proyectos— respondí, intentando sonar casual —Soy artista.

Tom frunció el ceño, como si no estuviera satisfecho con la respuesta.

—Entiendo. Pero, ¿no te parece un poco solitario vivir aquí sola?—

Traté de mantener la calma.

—A veces es solitario, pero disfruto de mi independencia.

Tom, decidido, siguió preguntando.

—¿Nunca has sentido que deberías haber hecho algo diferente?—

Della, sintiendo la incomodidad en el aire, intentó cambiar de tema.

—Amor, ¿Te acuerdas de aquella vez que nos perdimos en el bosque?—

Pero su esposo continuó, ignorando la intervención.

—¿Y ahora? ¿Estás saliendo con alguien? Me parece que es difícil encontrar a alguien en un pueblo tan pequeño, pero si quieres te puedo presentar un amigo— mencionó con una leve sonrisa.

—No estoy buscando nada serio en este momento. Estoy enfocada en otras cosas.

Finalmente, Della intervino con firmeza.

—Cariño, creo que deberíamos hablar de algo más alegre. ¿Que tal si compartimos nuestros planes para el fin de semana?—

Agradecí internamente el cambio de conversación ya que Tom no volvió a hablar del tema, pero la incomodidad aún flotaba en el aire.

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Después de la cena, Della llevó a Tom a la cocina para limpiar, dejándome sola por un momento. Miré alrededor, observando las fotografías en las paredes. Una de ellas capturó mi atención: era una imagen de Della y su marido en un viaje a la montaña.

Cuando regresaron, Della parecía un poco desanimada.

—Lo siento mucho Elena, pero me surgió un compromiso inesperado, lamento no poder acompañarlas esta noche— dijo Tom despidiéndose con una sonrisa.

Lo miré irse, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad. La verdad es que Tom tenía un aire misterioso que intrigada a cualquiera, pero en este momento mi atención se centró en Della.

—¿Te gustaría tomar algo?— preguntó Della, rompiendo el silencio que quedó tras la partida de Tom.

Asentí con la cabeza y las dos nos acomodamos en el salón, rodeadas de la calidez del ambiente. Mientras Della preparaba un par de tazas de té, no pude evitar observarla. Es una mujer de treinta años, con una personalidad vibrante. Su estilo es bohemio y relajado.

—¿Sabes? A veces me pregunto si Tom y yo estamos en la misma sintonía— dijo Della de repente, mientras servía el té —Me encantaría tener hijos con él algún día— su voz era suave, pero había sinceridad palpable en sus palabras.

—¿Hijos? ¿Ya has hablado con él?— pregunté sorprendida ante su confesión.

Della frunció el ceño como si esa fuera una pregunta obvia.

—No exactamente. El siempre esquiva el tema. Pero yo siento que sería maravilloso formar una familia.

Me quedé en silencio, cuestionandome por qué Della me contaba esto si apenas nos conocíamos.

—Es interesante que compartas eso conmigo— dije finalmente.

Della sonrió, como si estuviera esperando esa respuesta.

—A pesar de lo poco que hemos hablado, ya te considero mi amiga. A veces, solo necesitas un par de momentos para conectar con alguien— expresa ella.

Sentí un leve hormigueo de incomodidad ante esa declaración tan abierta.

—Si te sientes incómoda hablando de eso, podemos ir conociéndonos poco a poco— sugirió Della en un tono comprensivo.

Mientras ella hablaba, yo reflexionaba sobre la situación. Tal vez esa amistad podría ser beneficiosa. Si lograba ganarme la confianza de Della, podría obtener información sobre este pueblo y quien sabe si descubro algo sobre la persona que me envió la carta.

—Claro, me parece bien— respondí, tratando de ocultar mi verdadero interés detrás de mi fachada amigable —Me encantaría conocerte mejor.



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En el texto hay: #violencia, #traumas, #thriller

Editado: 13.11.2024

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