*Ya llevo un buen tiempo aquí en Minsk. Todo esto ha sido un verdadero infierno; todas las pruebas que hemos soportado han sido creadas para quitarnos la vida donde lamentablemente muchos no lo han logrado y murieron en el camino, entre ellos Karen, aún no puedo soportar y mucho menos creer lo de su pérdida. Nos encontramos en un campo de concentración similar al de los nazis, la ropa que llevamos puesta es de un color gris con rayas negras, en este lugar diría que habemos unos 17 jóvenes y eso que comenzamos más de 300. Siento que ya no puedo soportar estar un día más aquí, estamos ya en la recta final, lástima que no todos lograron llegar tan lejos y aún no creo que yo pueda llegar al final con vida.
— ¡Jóvenes!—. Se escuchó una voz aguda por los megáfonos de todo el área—. Bienvenidos a la prueba final, ustedes han luchado hasta llegar aquí y por eso se les felicita. Pero se les recuerda que está es la última prueba... Una advertencia, no todos lo lograrán, tal vez...
*Suena la alarma*
Me levanto de manera apresurada, un poco sudado, quizás por el sueño o bueno pesadilla que tuve; aunque otra opción pudo ser que como toda la noche hizo un calor infernal y aún así dormí bien abrigado.
Tomo mi teléfono de la mesa en la que lo puse, observo la hora y veo que son las 06:06. Vaya que me quedé dormido seis minutos de más, aunque eso no es novedad en mi. Aún tengo sueño quizás porque la noche anterior no pude dormir muy bien y porque me acosté demasiado tarde, chequeo mis redes sociales y respondo los pocos mensajes que me llegan; una de las ventajas de no ser tan popular es que no muchas personas se acuerdan de tu existencia. Observo el techo, aún tengo tantas cosas en mi mente ¿Les ha pasado que en ocasiones miramos una parte de nuestra habitación y nuestra mente de manera mágica se va a otra dimensión, dónde nosotros estamos en el mismo lugar, pero nuestra mente no? Pues eso me acaba de ocurrir. Tal vez esto de las pruebas me está volviendo un poco paranoico.
En fin, con un esfuerzo sobrehumano logro sentarme en la orilla de mi cama, pero nuevamente mi mente se va a otra dimensión, está vez por el simple hecho de estar observando detenidamente un zapato color gris, mi favorito de los tres zapatos que tengo; es uno deportivo de la marca Nike, aunque claro no es original, lo compré hace unos dos años en el mercado a tan solo 20 dólares. Aún sigo pensando en Minsk, el lugar que será mi hogar por los siguientes meses.
— ¡Vamos de pie! ¡Ya es hora de desayunar!—. Gritó muy molesta mi tutora— ¡No quiero que lleguen tarde por su propia culpa!
Apenas escuché ese grito, me levanté de forma apresurada, sabía cuales iban a ser las consecuencias si no acataba aquella orden en menos de un minuto.
— ¿Cuál es el apuro?—. Preguntó Karen aún con un rostro de sueño.
— ¡¿Cómo que cuál apuro?! ¡Ustedes sabían perfectamente que debían levantarse temprano hoy!—. Gritó un poco más molesta mi tía.
Yo solo mire a Karen con cierto enojo en mi rostro al haberla alterado con aquel comentario.
Vaya que está vez si estaba totalmente molesta así que en mi caso prefería mil veces estar callado, no quería llegar al Instituto José Pérez; el lugar que fue testigo de mis muchas peleas, el lugar del cual muchas veces quería irme pero ahora lo que más deseo es volver a ese lugar y retomar aquellas pruebas que no eran tan complicadas como la que vamos a enfrentar, esas aulas las cuales en algún momento se convirtieron en un ring de batalla contra otras personas que también ahí estudiaban. Allí fue la primera vez que sentí lo que era que te rompieran una silla de madera en la espalda, las veces que visité el Hospital con algunos problemas respiratorios o por heridas que no dejaban de sangrar; aún así en mi mente me veía como alguien fuerte, alguien que no se rinde a la primera. Tengo muchos recuerdos, claro la mayoría son malos, pero aún así los llevo en mi corazón.
Nos sentamos para desayunar y está vez no se ve un menú tan elaborado como el de la noche anterior; está vez solo fue un pan con queso y leche fría.
— Chicos hay algo que quiero decirles—. Mencionó mi tía para luego hacer una pausa.
— Somos todo oídos—. Le dije esperando que comenté lo que la noche anterior no de atrevió a decir.
— Es acerca de Minsk—. Por unos segundos se detuvo para ordenar sus propias ideas—. No se ustedes pero yo he escuchado algunos rumores y estos tienen que ver sobre la extraña desaparición de muchos chicos allí dentro. Se cree que la cantidad de los que ingresan es mucha, pero son pocos los que retornan a sus casas ¿Se acuerdan de Mandy Soler?—. Nos preguntó.
— ¿De quién?—. Preguntó Karen, aún sin saber de quién se trataba.
— Me temía recibir esa respuesta—. Nos dijo mientras volvía a ordenar sus propias ideas—. Ella es, o bueno era, la hija de Samantha y Marcos Soler nuestros vecinos, aún mantengo una foto de ella—. Está vez nos la indica, es una foto un poco antigua y la saca de su billetera—. En un principio no sabía de quién se trataba, pero al ver la foto detenidamente me llegaron algunos recuerdos. Cuándo le pregunté a Samantha acerca de ella me dijo que no la conocía, que ellos nunca fueron padres; claro que me pareció extraña la respuesta debido a que yo si tengo vagos recuerdos de ella y todo eso es gracias a está vieja fotografía, poco después de eso decidí buscarla en la información del Instituto en el que estudió y vaya mi sorpresa que la encontré, pero al intentar ingresar a su perfil y ver si información la página no me cargaba; ese mismo día volví a buscar su perfil y ya no estaba. Siento que alguien había borrado toda información de ella, comenzando por las personas cercanas a Mandy... Pero ese no es el único caso. He escuchado centenares de ellos, algunos porque llegaban sus padres al Editorial donde trabajo con el objetivo de poner una denuncia por la desaparición de sus hijos, nosotros las ayudamos porque ese es nuestro objetivo. Pero lo extraño es que apenas publicamos la noticia llegan a reclamarnos debido a que las relacionamos con personas que no conocen y también al publicar supuestas denuncias de su parte, o las volvemos a llamar para empezar con la investigación y solo niegan haber pedido una denuncia. Mi consejo es éste: Permanezcan juntos todo el tiempo que estén allí, no se separen por más que lo intenten hacer otras personas, no quiero olvidar todo recuerdo de ustedes y ni mucho menos quedarme sola... Los esperaré mis queridos hijos.