Juego Del Destino.

16-Indiferencia.

A la mañana siguiente todos despiertan temprano, yo lo hago al oír conversaciones abajo, así que después de levantarme, y ducharme bajo para encontrarme a una numerosa familia en la cocina tomando su desayuno..

-Buenos días. Digo y escucho una respuesta de todos en el lugar. Observo detenidamente y me doy cuenta que Elisa no se halla por ningún lado y comienzo a preguntarme donde se encuentra. No sé como reaccionaremos al vernos a la cara después de lo de anoche pero esta mañana estoy ansioso de verla.

-Tu desayuno Caín. Dice la señora Berta colocándolo en la mesa con una taza humeante de café.

-¿Negro o con leche? Pregunta.

-Negro esta bien gracias. Digo mientras tomo mi lugar y veo que me han servido un gran plato de comida, y que sin duda alguna me abre el apetito y es que el menú en frente de mi consta, de yuca frita, una especie de queso no tan duro, carne frita y un gran vaso de café. Todo lo ingiero con mucho gusto y a los diez minutos he terminado mi desayuno.

-Elisa y los muchachos están en el garaje, puedes ir hasta donde se encuentran, está cerca del establo. Me indica una de sus tías mientras retira mi plato de la mesa.

-Iré a ver si necesitan mi ayuda en algo.

-A lo mejor sí, desde hace meses están tratando de arreglar el cacharro ese que mi hermano le regaló a Elisa. Aunque yo creo que fundiéndolo es que tiene solución.

No sé a lo que se refiere pero mientras ella se queda en la cocina, yo salgo al patio y le pregunto a una niña que se me cruza en el camino donde queda el establo, esta me indica hacia donde debo ir. Camino hacia detrás de la casa y pasando por un pequeño establo me acerco. Cuando lo hago escucho voces, no soy de los que escucha conversas ajenas pero en este caso me detengo al oír la voz de Elisa.

-Es mi médico. Es guapo. Y dice que le gusto mucho pero no lo sé.

-¿Pero a ti te gusta? Pregunta la voz que reconozco como Ender.

-Me siento bien cuando estoy con el. Pero solo eso. Quedamos para salir cuando llegue a la capital, es un gran hombre.

-Más le vale que lo sea, porque si no se arrepentirá toda su vida.

-¿Y como se llama?

-Lorenzo Matorelly.

-Más le vale a ese Lorenzo que te trate bien por que si no lo molemos a golpes.

- Recuerden que no tengo 15 años.

-Eso ya lo sabemos pero igual tenemos que cuidarte.

Ante lo que acabo de oír, no puedo negar sentir celos por saber quién es el tal Lorenzo. Y es aquí, donde me doy cuenta que ese hombre fue quien me dió información cuando ella estaba en el hospital. Doy unos pasos al lugar donde se encuentran Ender, Fabricio, Jean y Elisa y los saludo a todos.

En este momento, al estar cerca de Elisa y más después de lo que pasó entre nosotros anoche, mi corazón parece salir de mi pecho. Cuando dirijo mi saludo trato de no observarla aunque mi mirada periférica me indica que ella si me observa detenidamente.

-¿Chevette 1985? Digo al reconocer el modelo del auto.

-Esto es lo más viejo que tenemos aquí, además de mi abuela. Indica Jean quien en este momento se está deslizando debajo del auto color verde desvaído que según lo que me acaban de decir es de Elisa.

-Idiota. Replica ella sentada sobre un recipiente de plástico con las piernas cruzadas.

-Este es Príncipe. Te lo presento. Dice ella. La miro y rápidamente desvío mi mirada.

-bonito. Agrego.

-Que bonito va ser, si desde que lo trajeron aquí no ha rodado ni siquiera al pueblo.

-Claro que sí. Dice ella.

-Tienes razón, rodó hasta el pueblo de ida porque de venida lo hizo remolcado por la camioneta.

-Cállense. Mira que no quiero irme sin dar una vuelta en el.

-Eso es como si pidieras que llueva pa' arriba. Dice Ender y todos hasta yo nos reímos.

En el rato que estamos allí, ayudo con el "trasto viejo" como decido llamarlo solo para mí y resulta que tiene que ajustarse algunas cosas como la caja... casi nada. Después de estar un buen rato, me doy cuenta que es medio día y todos se disponen a ordenar nuevamente mesas, sillas y toldos, además de la música que por lo visto, todos aquí son aficionados a la música llanera y los contrapunteos. En todo momento ignoro a Elisa, recordar lo que dijo sobre que tiene pienso de salir con ese tipo de la capital me deja un sabor amargo en la boca.

Subo a ducharme después de ayudar a los jóvenes a terminar de ajustar los detalles para el cumpleaños de la abuela de Elisa, la señora Elena está cumpliendo 85 años de vida y observarla no puedo evitar que venga un pensamiento a mi mente sobre si yo algún momento de mi vida tuve abuelos.

¿Sabrían que yo existía?.

De que existieron estoy seguro, pero antes de que esos pensamientos ahonden mas en mi vida actual, decido dejar de pensar en eso, y en seguida me dicen que busque unas cosas en la cocina, por lo cual me dirijo allí sin imaginar quién de todas las mujeres se encuentra en el lugar.

Cuando entro en el espacio veo a Elisa con el mismo delantal de la vez anterior y esta vez frente a un enorme pastel, la veo concentrada con algo en la mano que hace adornar con pequeños detalles el pastel, al verla tan concentrada decido salir sin hacer ruido pero cuando estoy dispuesto a hacerlo ella se da cuenta de que estoy allí y me recibe con una enorme y hermosa sonrisa.




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