Lo llevo a la boca y lo tomo de un trago para sentir como baja por mi garganta y nada ha cambiado con respecto a los que he tomado en mi estancia. Pero al preguntarme que tal esta digo que "mejor" que los otros para no entrar en detalles. Me quitan el pequeño vaso y lo llenan nuevamente para pasarlo esta vez al señor Vicente, este lo sorbe y se estremece y así sucesivamente cada uno prueba del licor. Los más jóvenes también prueban pero en secreto de que sus madres no los vean.
La siguiente hora, la paso con ellos mientras asan la carne en brazas y el fondo suena un tipo de música bailable extraña y en la pista, algunas mujeres bailan entre ellas pero quien verdaderamente llama mi atención en este preciso momento es Elisa quien está acompañada de un niño pequeño, veo como se sujetan de las manos y ella lo hace dar vueltas mientras el sonríe e intenta repetir este mismo movimiento para ella y ella se inclina para hacer más fácil la vuelta.
-Como si fuera tan alta. Digo para mí mientras me llevo el vaso con un poco de licor y fruta a mis labios. Este me lo entregó uno de los jóvenes para que no me emborrache tan pronto pero de lo que si estoy seguro es que esta más suave que el puro que tienen macerando en el barril.
Veo a Elisa allí tan hermosa con su vestido blanco y cabello rojo trenzado a la mitad de la espalda y me parece increíble que esa mujer sin querer se esté robando mi corazón. Un corazón que pensé que no tenia.
-¿Y ese idiota que hace aquí? escucho que pregunta de repente su Papá, dirijo la mirada hacia donde el la tiene y veo un hombre entrando al lugar. Precisamente es el mismo joven quien estaba ayer en la tienda. Observo detalladamente y veo que Elisa al percatarse de su llegada corre (literalmente) a sus brazos.
El tal Néstor.
-Tío son amigos, así que déjalo en paz. Dice Jean uno de los sobrinos mayores del señor.
-Es que el no me cae bien. Contesta. Y veo que nuestro sentimiento hacia ese jóven es mutuo.
-A nosotros tampoco nos cae bien pero es amigo de tu hija y la abuela lo quiere, así que tenemos todas las de perder.
Vemos como ese hombre y Elisa se acercan a la abuela y esta lo abraza un buen rato mientras se ríen y charlan alegremente. Todos nos ocupamos mientras de vez en cuando dirigimos la mirada a los dos jóvenes sentados muy cerca a unos metros de nosotros.
-Si la sigue tocando así. Lo sacaré a patadas. Oigo que dice para mí su Padre.
-Yo te ayudo. Confieso quizás más apoyado por el alcohol que por otra cosa.
Celos.
-¡Ja! me caes bien chico, es mas creo que tú serás mis ojos en la capital, por si cualquier hombre se le quiere acercar a mi hija, en ese caso tu sabrás defenderla y alejarla de los buitres capitalinos.
-Con mucho gusto señor. Y es que ya me imagino alejando a cualquier imbécil que quiera acercarse a la pelirroja.
Cuando el lugar se encuentra lleno ya es de noche, al terminar de asar la carne las mujeres sirven pequeños platos y reparten a cada uno de los invitados.
A Elisa no le quitamos la vista de encima cuando no es su padre soy yo y noto que alguno de sus primos también lo hacen. En todo momento ese imbécil tiene las manos sobre ella ya sea en su rostro cabello o brazos y me doy cuenta que eso me molesta con cada segundo que transcurre.
Tranquilo Caín, por más que lo quieras moler a golpes aquí no puedes.
Por fin, después de horas de agasajos y conversaciones el cumpleaños se canta para después cada uno de los presentes hacer una columna y felicitar con un abrazo a la cumpleañera, al llegar mi turno imito lo que todos hicieron. Veo que Elisa por fin está sola y mientras ayuda a cortar su obra de arte como ella misma lo llamó. Aprovecho este momento para estar a su lado aunque sea un segundo.
-Ten cuidado quizás su novia venga. Digo en relación a la presencia de ese hombre.
-No vendrá. No la invitamos.
-Que bueno por ti. Agrego mientras me alejo del lugar para ver como otra joven comienza a servir las bebidas.
Luego de comer el pastel y al avanzar las horas, el lugar comienza a estar un poco desalojado. Cada quien se despide de la cumpleañera, quien después de mucho rato se va a descansar a su habitación. Nuevamente la familia y yo quedamos solos a excepción del tal Néstor amigo de Elisa, y quién en la noche, solo se alejó de su lado un par de veces.
Veo que su padre está más tomado y alguno de sus sobrinos trata de calmarlo para que no vaya y aleje a su hija de ese buitre como el lo llamó y de solo imaginar la escena me anima a que vaya y aleje a ese par.
Mi idea se esfuma cuando poco a poco, veo que llevan al señor Ezequiel dentro de la casa. Por lo que esta vez me quedo, ayudando a guardar las cosas y viendo como Elisa ríe y ríe con ese imbécil. Después de guardar las mesas y las sillas, nos disponemos a quitar los toldos, mientras estoy con ellos las mujeres se encargan de limpiar el lugar y recoger la basura. Al regresar afuera, no veo a Elisa por ningún lado y a su querido amigo tampoco, miles de pensamientos pasan por mi mente, sobre el lugar donde se encuentran y peor aún que estarán haciendo, pero inmediatamente me reprendo de ello.
Ella no es así.