Juego Del Destino.

19-Confesiones.

Entro a la casa y escucho algunas voces en la estancia, subo las escaleras y me dirijo a la habitación de Elisa. Mientras me acerco al lugar, espero que se encuentre allí y no con ese idiota amigo suyo. Llego a la habitación y veo que la luz aún está encendida, llamo una sola vez para escuchar "un momento" de su voz y con esto suspiro aliviado. Espero algunos segundos y enseguida al abrir la puerta ella está allí, tal cual como me gusta.

Veo que aún lleva su vestido blanco pero esta vez sin botas, se encuentra descalza y sus pequeños pies sobre salen entre la alfombra azul de la habitación, su cabello esta suelto y sé que no lleva ni una gota de maquillaje porque sus pecas están nuevamente en su lugar.

Hermosa sin duda alguna.

-¿Necesitas algo Caín?

-Sí, tus primos...

-Y ahora que hicieron esos locos. Me interrumpe.

-Nada es solo que, vamos a ir al río y queremos que vayas con nosotros.

-¿Al río? ¿ A esta hora?

-Sí. Vamos. Digo esperando que acepte.

-Está muy negro allí fuera. Contesta nerviosa. Y me doy cuenta que el valor que la acompañaba ese momento cuando nos encerramos a comer el pastel la abandonó.

-Estarás conmigo, prometo que no te pasará nada. Digo y esta vez sus ojos me observan de par en par.

-No es buena idea. No me gustan los lugares oscuros. Y sé que esta es su confesión oficial.

-Lo sé, pero créeme que si llego solo a ese lugar se enojan conmigo.

-Claro que no, solo diles que me dormí.

-Li por favor. Digo y sé que me estoy pasando un poco de la raya al mirarla de la forma en como pido algunos favores en la cama a algunas mujeres.

-Caín...

-Te vendaré los ojos y no te pasará nada. Lo juro. Digo mientras levanto mi mano derecha.

-Promete no dejarme sola. De lo contrario te meterás en problemas conmigo.

-Nunca prometo cosas Elisa Cristina y esta vez sí lo estoy haciendo.

-Ay noooo. ¿Tu también estas con ese Elisa Cristina?

-Es bonito a mí me gusta.

-En fin, no me cambies el tema ¿Vas conmigo?

Ella me observa seriamente y aun indecisa, pero luego suspira y asiente.

-Iré por mis botas. Dice mientras corre hacia dentro y las trae en las manos.

Bajamos las escaleras poco a poco sin hacer ruido y en todo momento ella va sujetada de mi mano y no sé porque ese simple hecho me hace sentir el hombre más feliz de la tierra.

Quizás por culpa de esa bebida alcohólica que he estado tomando. Al estar afuera, veo como se coloca sus botas y al estar en frente del bosque (Un bosque que a esta hora se encuentra completamente negro). Elisa observa la estancia como si fuese la cámara de la muerte, por lo que me sitúo en frente de ella y la tomo de las manos.

-Estarás bien. Digo y noto el pánico en su mirada.

-¿Lo prometes? Dice mirándome a los ojos.

-Lo prometo. Aseguro mientras llevo mis manos a su mejilla, en este momento recuerdo nuestros labios anoche y sin duda quiero más. Pero me regaño mentalmente y llevo mis labios a su frente y la abrazo.

-Espero que esto no sea una broma de esos cabezotas. Susurra en mi pecho.

-Jamás dejaría que te hicieran algo. Confieso porque es la verdad y muy internamente culpo a ese extraño licor por estos pensamientos.

-Confiaré en ti. Dice mientras me da la espalda.

-Saco el pañuelo del bolsillo y lo extiendo para luego colocarlo en sus ojos y atarlo en la parte de atrás de su cabeza.

-Esto es una locura. Dice.

-No lo es. Quieres saber algo, nunca había hecho algo así. Confieso en su oído y siento el olor de su perfume como a fresas y chocolate.

-Ahora vamos.

La tomo de la mano para avanzar pero veo que así será difícil llegar hacia donde los muchachos están.

-Mierda. Digo en voz alta.

-¿QUÉ!? ¿¡Qué pasa!? Dice Elisa y trata de quitarse el vendaje. Por lo que me regaño y la calmo.

-No sucede nada es solo que no sé donde queda el rio.

-Okey...Bueno tienes que ir derecho, derecho y al final verás un camino hacia la izquierda, sigues por allí y después lo oiremos.

-Bien lo tengo. Derecho y luego a la izquierda. Listo. Te llevaré en mi espalada será imposible llegar si vas tropezándo con todo.

-Con tal no me dejes caer.

-Nunca. Ahora ven aquí. La sostengo y enseguida esta acomodada en mi espalda. Se ríe cuando comienzo  andar.

-Estás loco Caín.

-Lo sé. Agrego y es que quién diría que yo alguna vez estaría haciendo este tipo de cosas.

Avanzo por el patio donde antes estaba la fiesta y que ahora se encuentra en total oscuridad y a unos metros visualizo el bosque. Al estar allí en la orilla distingo el sendero que Elisa dijo.




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