Juego Del Destino.

21-El encargo.

Oigo una especie de música al fondo, mientras voy siendo consiente donde me encuentro. Trato de abrir los ojos porque hoy la pelirroja y yo retornamos a la capital. Pero al abrirlos siento un pequeño malestar en la cabeza, al tener la vista más clara me doy cuenta que efectivamente algunos rayos solares se filtran por la ventana. Me siento en la cama y al hacerlo siento un dolor en el cuerpo, como si me hubiesen caído a golpes, no le presto atención porque quizás es la consecuencia de haber tomado ese extraño licor.

Camino hasta el baño y entro para tomar una ducha rápida, una vez despojado de mi ropa dejo que el agua aclare mi mente y me despabile, pero no es así, porque cada gota que impacta en mi cuerpo parecen pequeñas agujas perforando mi piel. Mientras me visto me pregunto por qué me siento así tan delicado y marica. Una vez vestido arreglo mi bolso viajero con mucho cuidado de no dejar nada y salgo de la habitación.

A medida que voy bajando las escaleras más claras son las voces de las personas en el lugar, al llegar a la cocina veo a algunas mujeres están alimentando a algunos niños mientras los demás se encuentran en la mesa desayunando, al verme llegar todos saludan con un amable "buenos días" y yo respondo con un saludo amable, avanzo por la cocina y ocupo una silla vacía al lado de la señora Elena.

-Buen provecho. Dice una de las Tías de Elisa que no recuerdo el nombre en estos momentos pero en realidad esta mañana a diferencia de las demás no tengo nada de apetito.

-Gracias señora pero no se me antoja nada esta vez. Digo con un poco de voz ronca.

-Preparé un desayuno criollo delicioso. Dice Elisa entrando en mi campo de visión y ubicándose en la mesa.

Solo me sirvo una taza de café negro. Y mientras sorbo lo saboreo oigo como todos charlan sobre la próxima vez que Elisa los visite. Me desconecto de esta conversación y sin dirigirle la mirada a la señorita en frente de mí. Me dispongo a disimular este malestar extraño en mi cuerpo y de repente hoy más que nunca desearía estar en mi cama y dormir aunque sea solo un poco más, pero alejo ese pensamiento solo de saber que nos tocan unas cuantas horas de viaje a la capital.

-¿Caín? Dice una de las Tías de Elisa sacándome de mis pensamientos.

-¿Si? Le respondo a Berta quien es la que se dirige a mí.

-¿Vendrás en navidad?

-No lo sé. Digo porque esta pregunta me deja sin alguna respuesta en este momento.

-Sería bueno que vinieras Primo y ante este comentario veo que Elisa se ahoga y comienza a toser y toser buscando aire mientras uno de sus primos a su lado la ayuda a reponerse.

-¿Estás bien? pregunta la abuela y ella asiente mientras recupera el color.

-Con mi trabajo es un poco difícil saber cuando puedo tener vacaciones. Miento.

-Sería un gran honor que vinieras, en estos meses están por llegar unos caballos y seria magnífico que cabalgaras con nosotros. Dice Elisa.

-Tendré que ver como esta mi agenda para esos días. Digo sin mirarla.

-Buenos días. Dice de repente el padre de Elisa mientras entra a la cocina.

-¿Aún estas vivo Tío? Dice en broma Ruth desde el final del mesón.

-No beberé mas nunca. Agrega este mientras se dirige a una pequeña vasija en la esquina y se sirve un gran vaso de agua para enseguida ingerirlo hasta la última gota.

-Siempre dices así. Contesta Elisa.

-Ese condenado barril acabara con sus hígados. Agrega la abuela mientras sorbe un poco de su café.

-Ya no tomaremos mas Mamá. ¿Y que comeremos en esta casa hoy?.

Veo como una de sus hermanas sirve un plato de desayuno que consta de caraotas, queso, arepa, huevos y en este caso un gran trozo de aguacate y enseguida vemos como el señor Ezequiel comienza a comer.

El siguiente rato la pasamos desayunando, aunque por mi parte solo tomo dos tazas de café. Mientras los demás terminan con sus comidas.

Después del desayuno, veo como cada uno de los integrantes de la familia comienza a despedirse de Elisa mientras veo como una que otra de sus Tías suelta una lagrima, así que al no estar acostumbrado a este tipo de escenas, salgo en silencio al auto a revisar y calentar la camioneta y así dejarles un momento intimo a los demás de la familia.

Me dirijo hasta el estacionamiento y me dispongo a calentar la Cherokee.

- Que bueno que estas solo. Oigo de repente una voz. Al cerrar la puerta y ver de dónde proviene me doy cuenta que es la señora Elena quien está allí observándome. La veo con su bastón sonriéndome y me sorprendo de la calidez que su presencia me transmite.

-¿Necesita algo? pregunto.

-No, es solo que quiero hablar contigo sobre Elisa.

-Si dígame. Contesto.

-Sé que tú y Elisa son buenos amigos, lo sé por la forma en que cada uno se trata, así que, por eso vine a hablar contigo.

-Claro, venga puede sentarse. Le digo mientras saco del montón de sillas de la fiesta de anoche una para ella, la ayudo a sentarse mientras yo me siento sobre un tronco de árbol que está a su lado.

-Caín, como veras, estoy muy vieja y el primer motivo por el que vine hasta aquí es porque Elisa solo nos tiene a nosotros. Asiento a lo que acaba de decir y escucho atento.

-Si te has dado cuenta su madre no está con nosotros y solo nos tiene como su familia por parte de Papá, por lo que te pido que la cuides de cualquier persona en la capital, pero sobretodo, que la cuides de ella misma. No sé cuanto te habrá contado de su vida, pero yo sé que no me queda mucho tiempo y me gustaría saber que si por tal razón me ocurre algo tu estarás con ella, protegiéndola de todo.

Ante esta repentina conversa, no sé que hacer y mucho menos que decir, no sé por qué la señora Elena me pide que cuide a su nieta en la capital, pero algo relacionado al tal Eduardo me hace pensar que hay algo mas oculto en esta familia, y que sin duda tiene que ver con la pelirroja.

-¿Lo harás? Pregunta y por la forma como me mira sé que esto es sumamente importante para ella, así que sin dudar asiento.




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