-Esa noche íbamos a salir a bailar. Dice Elisa en mis brazos.
-...Recuerdo que mamá pensó que iba a quedarme en su casa a estudiar, pero no fue así. Esa noche íbamos a la discoteca. La Elisa de ese entonces era muy problemática y fiestera. Ese día, yo estaba en la habitación y se fué la luz. Recuerdo que todo quedó a oscuras y no se oía nada. Como pude salí a la sala, recuerdo que estaba sin ver nada cuando oigo que tocan la puerta, así que me dirijo abrir y cuando lo hago una luz me sega, Eduardo sale de detrás de mí y es en ese momento cuando la atención se dirige a el. Al decir esta última palabra siento su respiración agitada y beso su frente.
-Tranquila...
-Es en ese instante, cuando escucho los disparos y mucho ruido. De repente de lo que soy consciente es que estoy contra la pared mientras la policía grita y entran uno por uno a la casa.
-...Como puedo voy de rodillas hasta donde el está, pero... Mi hermano ya para ese entonces, yace en el suelo muerto. Aun puedo sentir el olor de su sangre, y su respiración en mis brazos hasta que después de varios minutos lo arrancaron de mi y se lo llevan.
-No hice nada mientras se lo llevaban porque estaba en Shock, así que al restablecerse el servicio de electricidad, me di cuenta que debajo de mi había un gran charco de sangre... La sangre de mi hermano y el hombre quien para ese entonces y unos meses atrás había comprado esta casa para mí.
Al oír todo esto no se que decir. He perdido la cuenta de cuentas operaciones como las que Elisa me comenta he participado, pero siempre estoy del otro lado. Me imagino a una Elisa adolescente llegando al hospital después de lo sucedido y cayendo en cuenta de lo ocurrido.
-Desde ese día revivo lo que pasó una y otra vez... Mis temores a la oscuridad y según mi psiquiatra es por lo que pasó esa noche.
-Aunque confieso que desde esa noche que regresamos del Llano y dormí contigo en la misma cama ya no siento temor.
-...Esa noche en medio de la fiebre, repetías una y otra vez que me protegerías.
-¿Lo decía? Pregunto mientras la oigo sorber por la nariz y reírse.
-Una y otra vez. Así que si, Caín, desde ese momento me di cuenta que estaría a salvo contigo... Bueno hasta que aconteció lo de esas mujeres en tu sala.
-Perdón por eso. Ninguna significa nada para mí. Digo separándola de mi pecho y besándola profundamente.
-... Se que no pude explicarte bien ese día. Pero después de conocerte, tú eras y eres la dueña de mis pensamientos. Beso. Mi amor. Beso. Y de mi vida.
-Más te vale. Dice acurrucándose en mi pecho.
-¿Ese idioma...? Pregunto por lo anterior.
-Escosés Gaélico. Mamá nos enseñó a Eduardo y a mí algunas palabras.
-Nunca lo había oído.
-Mamá se vino con su hermano desde Escocia siendo adolescente y se radicaron en Mérida. Allí comenzaron a hacer su vida y años después conoció a mi papá en una feria escolar que se hizo aquí en Caracas. La familia de mi papá siempre ha vivido en El Llano. Pero al formar una familia decidieron quedarse a vivir en Mérida hasta que ocurrió lo... Lo de mi hermano. Nosotros tres quedamos solos pero mi mamá se sumió en una tristeza que la llevó a acabar con su vida. Nunca quiso hablar con nosotros y a los meses se quitó la vida en su habitación, Eduardo y ella están enterrados en Mérida y al solo quedar mi papá y yo, decidimos hacer vida en Apure junto a los demás.
No sé cuánto tiempo estamos allí abrazos. Pero pienso una y otra vez en lo que acabo de oír. No puedo decirle a que se dedican, con lo que me acaba de confesar y por todo lo que sufrió es muy arriesgado contarle a que se dedica esa familia. Pero más aún allí entre mis brazos se que no puedo vivir para siempre ocultando a lo que me dedico. Tarde o temprano ella debe saber mi profesión pero en el fondo no quiero que salga de mi vida, ella es todo para mí.
Y al conocer toda la verdad sé el futuro que nos depara.