El amanecer llega rápido y comenzamos los arreglos para la boda. Nadie sospecha que Elisa salió de mi habitación esta mañana después de hacer el amor por tercera vez en la noche. En este preciso instante está en casa de una de sus tías, de hecho se encuentra a dos fincas de distancia. Luego de desayunar terminamos de ajustar los detalles, y ubicar los regalos que desde ayer comenzaron a llegar, subo a mi habitación para ducharme y colocarme el traje, mientras me coloco la corbata alguien llama a la puerta y al entrar veo que es Roberto y Vanesa quienes entran ya con sus ropas de gala.
-Ven para ayudarte. Dice la señora de Marchán mientras me ayuda a ajustar bien la corbata.
-Listo. Te ves muy guapo.
-Gracias. Ustedes no se quedan atrás. Les confieso que estoy aterrado, en este momento pienso en todo lo que Elisa y yo no nos hemos dicho.
-Para eso tendrán tiempo. Ahora lo importante es que disfruten su momento. Quien iba a pensar que el mujeriego y fiestero de Caín se casaría. Arroja Roberto.
-Ni yo lo hubiese imaginado.
-Hermano, no sabes cuanto me alegra que este día haya llegado y mas aunque estés con la mujer que amas.
Son aproximadamente las 5 de la tarde, y todo está listo, en este momento todos los invitados ocupan su lugar bajo la enorme carpa. Mientras espero la hora veo a mis colegas y a cada familiar de mi futura esposa con sus respectivos trajes y siento algo indescriptible, no veo la hora de que Elisa y yo seamos marido y mujer.
-Aún puedes salir corriendo. Dice Jean mientras se acerca a mi lado.
-Estas Loco.
-Loco tú de querer amarrarte con una Villasmil. Esas mujeres son insoportables y cuando te des cuenta ya será demasiado tarde. ¡Son unas fieras!
-No me importa. A partir de ahora seré un domador. Mientras todos nos reímos por este comentario, vemos llega muy apresurada a la señora Sonya. Tía de Elisa.
-Llegó la novia. Todos a sus lugares. Dice con mucho entusiasmo.
Y es así como veo a cada quien ocupar sus lugares. El sacerdote también está en el altar y es en ese preciso instante cuando veo llegar al Tritón de los Villasmil adornado con un enorme lazo color blanco en el capó. Enseguida de estacionarse, los primos de Elisa se acerca y es el momento cuando desvío mi mirada al altar para minutos después oír suspiros de sorpresa y palabras como "es hermosa" esta preciosa" "que lindo vestido".
- Se ve muy linda. Dice mi Padrino, y quién sino Roberto para estar conmigo hoy.
-Lo sé. Es lo que logro decir para darme la vuelta y verla yo mismo.
Al hacerlo la veo llegar del brazo de su padre, todo el mundo deja de existir cuando la veo vestida de blanco y con su cabello recogido en lo alto de la cabeza. Recuerdo las palabras de anoche cuando dijo que me enamoraría nuevamente de ella y es la verdad. Detallo su vestido blanco de encaje y escote que dejan al descubierto las pecas de sus hombros. Todo lo demás deja de importar cuando nuestras miradas se encuentran a través del velo blanco.
Su sonrisa me atrapa y al llegar a mi lado su padre es quien toma la palabra.
-Caín. Te entrego lo más preciado de mi vida. A mi hija. Contigo se que esta protegida y será querida. Si eso no es así. Mis sobrinos, hermanos y yo te buscaremos y te mataremos. ¿Entendido?
-Papá...
-Entendido. Digo por encima de las risas de los presentes.
Al tomar a Elisa de la mano y justo como ese primer día que la toqué una sensación de electricidad recorre mi cuerpo. La ayudo a ocupar su lugar y enseguida la ceremonia comienza. Me desconecto de la bienvenida que está dando el sacerdote y me acero a ella.
-Estas preciosa. Susurro y ella me mira sonriendo.
-Tú también están muy guapo. Sabes que te amo.
-Te amo.
Y con estas palabras, allí tomados de la mano y frente a nuestros familiares y amigos, juramos frente a Dios, querernos, respetarnos, amarnos hasta que la muerte nos separe. Elisa al decir sus votos se le quiebra la voz y suelta algunas lágrimas por la emoción del momento. Yo por mi parte estoy que no quepo de felicidad cuando ambos intercambiamos las sortijas y al momento del Si acepto, soy a quien se le traba la voz por la emoción.
-Puedes besar a tu esposa. Agrega el sacerdote y es allí cuando por fin aparto el velo de mí ya esposa y tomándola por la mejilla deposito mis labios junto a los de ella, para seguidamente sentir su beso.
-Con ustedes el señor y la señora Baptista. Con esta última frase y tomados de la mano caminamos y nos dirigimos hacia donde ya están nuestros acompañantes, esperándonos para sus felicitaciones y buenos deseos.
En todo momento tengo a Elisa de la mano, no quiero que nadie la aleje de mi agarre, pero esto se vuelve imposible cuando recibo el abrazo de uno de sus tíos y ella de uno de los niños.
La señora Elena en todo momento de la ceremonia lloró de felicidad como todas las mujeres del lugar y es aquí cuando nos encontramos en frente de ella, así que después de un rápido abrazo y de buenos deseos nos alejamos para la carpa del festejo. Después del brindis, comienza la verdadera fiesta. Elisa y yo abrimos la pista con una suave melodía. En todo momento no dejo de decirle que la amo, lo hermosa que está y que nos escapemos.
Ella se ríe y después de un beso, niega alegando que sería una falta de respeto con los presentes, estoy dispuesto a refutar su punto de vista cuando veo a su padre venir hasta donde estamos, exigiendo su pieza con mi esposa. Así sin mas, Elisa se encuentra en sus brazos mientras yo lo hago con una de sus tías. La siguiente hora cada uno la pasa de persona en persona bailando distintas piezas de baile.
Cuando volvemos a coincidir ella esta exhausta y ambos nos alejamos para tomar un poco de aire. Le sirvo un poco más de champaña y ella la sorbe prácticamente toda.
-Estoy Feliz. Dice mientras se aclara la garganta.
-Ahora nadie podrá apartarme de ti. Digo mientras beso nuestras manos entrelazadas.