Juegos Peligrosos

X: Deseo

Despierto algo mareada, trato de levantarme pero algo me sostiene...

¡Lo de anoche!

¿Por qué no me puedo resistir? Es algo que... en realidad es algo difícil decir lo que siento. Tal vez sea sólo deseo.

¿A caso no me importa lo que hizo la otra vez? ¡Por favor! ¿Qué hago entonces así, con Agar?

Vuelvo a intentar levantarme pero sigo igual. Observo bien todo, y siento que voy a morir... y puede que pase eso.

Estoy.

En la maldita.

Mansión.

O sea.

En el bosque. 

En el juego.

Otra vez.

—¡Mierda! —cierro los ojos y apoyo mi cabeza en la pared.

—Ese vocabulario no es correcto para una señorita, ¿no crees?

¿Y qué le importa a este? Ya va a ver el muy... ¡ah!, pero estoy encadenada... no puedo.

Abro los ojos, en frente mío hay un chico con máscara, este es rubio y ojos negros... o es lo que mis ojos pueden enfocar por el momento. —Sí, a vos te hablo.

Gruño frustrada y lo miro mal. —Si quiero puedo hablar lo que se me dé la gana, ¿Bien?

—Mmm... no, no entendí.

—¡Que te largues cabrón! —le grito algo ronca pero eso produce una reacción divertida en él.

—Así tampoco lo entendí.

Cuenta hasta diez... cuenta hasta cien... o juro que...

Me tenso al pensar y recordar eso. No puedo volver hacerlo, no.

—Calladita te ves más bonita —guiña un ojo y sonríe coqueto.

—Y vos mientras más hablas, más estúpido eres —ríe burlón.

—Me caes bien —¿qué?, ¿y a este qué le picó?

—Hay querido, si supieras que a mí no me caes. Escucha —se acerca más aún al interesarse, o se hace el interesado por el tono de voz suave que cambié, lo que me da a entender es que no entiende las ironías—, por más que te hagas el inocente y estúpido conmigo... te advierto que no te conviene. En este lugar hay personas que ustedes no conocen, tal vez algunos sean inocentes, otros estén en cosas... nada buenas, por ejemplo, puede que haya uno o varios asesinos entre todos los jugadores —hablo y sonrío de la forma más falsa e irónicamente posible.

—Muchas gracias por tu advertencia —sonríe divertido y las ganas de golpearlo vuelven—. Pero ustedes no pueden hacer nada...

—Eso es lo que vos crees. Bueno, me alegra que pienses también así.

—Y a mí me alegra que estés así, encadenada, sin poder moverte y con todas tus ganas de matarme. Pero, no puedes, así que mejor aún.

—¿Tienes miedo? —trato de provocarlo.

—¿Por qué lo tendría? —entrecierro los ojos y niego.

—No sé... ¿Por nosotros?

—Sí, claro —bufa curvando sus labios finos formando una sonrisa ladina.

Con gente así, no se puede tratar, es gastar saliva demás.

—Ay vete mejor, cansas.

—Estoy a tus servicios, linda.

—Estúpido.

—Linda.

—¡Vete!

—Nos vemos más tarde.

—Cabrón.

—Gracias por tus halagos.

Miro a otra parte disgustada.
Llegan a liberarme y lo primero que haré es liquidar a ese, no me importa un carajo lo que digan.

Cuando abro boca, cumplo lo que digo. Y este, se ha ganado una buena consecuencia de parte mía.

¡Maldita la hora en que llegué a estar con Agar!

Sabía que algo ocultaba, sino, ¿por qué fue tan fácil anoche conmigo?

Espero no verlo hoy, ni escuchar su voz, porque voy a soltar las mil y una malas palabras que puede haber...

—Hola linda —bien, gracias vida, juegas tan bien conmigo.

¡Ja! La vida jugando conmigo, y yo dentro de un juego. Que gracioso.

—Vete —digo seca no mirándolo.

—Jana —sigo sin mirarlo, toma mi mentón a la fuerza y hace que lo mire—. ¡Jana!

—¡¿Qué quieres?! —grito desesperada.

—Tranquila. Pareces que no te recuperas lo de anoche, ¿o sí? —abro más los ojos y siento el rostro arder—, ya me parecía.

—Calla —trago seco al ver la intensidad de sus ojos—. Ve... vete.

¡Voz no me falles ahora!

—Nos vemos —se acerca a mi oído y hace que tiemble al sentir sus labios rozar en mi piel—. Te quiero, eso lo sabes.

No sé si sentir asco, nervios o...

No. No puedo sentir eso.

Se levanta, abre la puerta y se va de la habitación que me asignaron en este lugar.

Siento mis ojos arder, no lo puedo contener más y libero las lágrimas.

—Quiero irme, quiero ser normal... pero después de lo que me sucedió... no creo volver a tener una vida tranquila —un sollozo escapa de mis labios y sigo llorando, descargando toda la angustia y rabia que tenía acomulada.

Que vida la mía...

 

Agar:

No sé qué me está haciendo, parece que quiere cambiarme o... ¡Qué se yo!

Me hace recordar mucho a Leila. Su inocencia, su inteligencia, su forma altanera, su manera de ver todo...

Jana ha sufrido en el pasado, sé todo lo que ha hecho, y meterla en esto creo que fue un error... un error que en parte me divierte.

Ella es capaz de mucho, es como yo en varios aspectos. ¡Qué sorpresa!

Después de hablar con ella en la habitación, me quedo en la puerta escuchando como llora. Cierro los ojos y siento esa opresión en el pecho. Hace mucho que no la sentía, y ahora, otra vez.

Lo siento Jana... te quiero pero no de la forma que crees...

Suspiro frustrado ante ese pensamiento.

—¡Hey! ¿Estás bien? —observo a Sire acercarse a mí.

—Sí. Un poco cansado, organizar esto ha sido agotador —vuelvo a mi postura firme, se supone que debo dar el ejemplo a los colaboradores.

—Y sí, es obvio. Pero sabes que el jefe es así, pide bastante —hace una mueca encogiéndose de un hombro mientras me mira a los ojos.

—Lo sé, lo sé —hago un ademán con la mano suspirando con pesadez.

—Vamos, debemos iniciar —sonríe de lado y pasa por mi lado.

—¿A dónde vas? —pregunto curioso al verla dirigirse a la habitación de Jana.

—Han pedido que los dos capitanes bajen, se les debe dar las instrucciones para lo siguiente.

—Entiendo. Nos vemos abajo.

Creo que mejor voy a hacer otra cosa, porque si ella me ve de nuevo... se va a armar pelea y aquí eso no lo ven de la mejor forma.



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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