Pequeños toquecitos en la puerta son los que me despiertan la mañana siguiente. Me duele todo para solo moverme un poco. Quiero solo quedarme en cama toda la eternidad.
— Ava Kylie hija, un chico te busca — sigo en la cama sin moverme o darle respuesta alguna — ¿Te sientes bien pequeña? — asiento esperando que pueda verme y no haga que lo vea porque preguntaría por lo asqueroso que ha de estar mi rostro.
Cuando lo escucho salir me incorporo. Voy directo al baño, dándome cuenta de que no lograre nada deprimida en la cama echándome las culpas. Hago mis necesidades de aseo, al ver mi rostro con moretones aplico un poco de maquillaje para quitarles color; tomando mi teléfono que recargaba energías como yo, bajo las escaleras, llego donde papá a quien abrazo desde atrás asomando mi cabeza encontrando así unos ojos azules, Matt Carter está aquí. Mi padre se despide besando mi coronilla y dándole la mano la mano al castaño, cuando papá desaparece por fin habla y yo no estoy de ánimos para aguantar sus babosadas.
— Liee, ¿Podemos conversar? — doy la vuelta rodando los ojos
— No tenemos nada que conversar ¿O sí? — me sigue hasta la cocina, me cruzo de brazos dándole una mala mirada ¡Vamos! Matt no quiero pelear.
— ¿Estas así conmigo por lo ocurrido con Lillian?
— Mucho menos quiero hablar sobre ella, ¿Ya desayunaste? — asiente sin ganas, él sabe perfectamente que no lograra algo conmigo así, conoce mi terquedad.
— Sí ya lo hice, son pasadas las 12 Liee — sonrió inocente en su dirección ¡upss! Ese es mi error.
Procedo hacer el café para acompañar unas galletas, mientras trabajo en eso, a mi mente viene el pelinegro, no sé nada de él y eso me perturba, no puedo sacarme de la cabeza que es mi culpa. Necesitaba hacer algo, debería preguntar a Kendall cual era el plan, Diego dijo que él se encargaría y quería ser parte de ello.
— ¿Sabes algo de Andrien? — lo observo sobre mi hombro, niega, cierro fuertemente los ojos mordiendo mi labio, claro que es mi culpa. Volteo para apoyarme en la isla, intenta tomar mis manos sobre esta, pero noto su intención y ¡Vean que interesante manzana! — Pienso en ir a verlo más tarde — comento, e inmediatamente la expresión en su rostro cambia, claro que voy a ir a verlo luego, no puedo dejarlo solo.
— No puedes hacer eso — elevo una ceja indignada, ¿Cómo que no puedo? ¿Desde cuándo me prohíbe cosas? Enfadada me alejo para ir por mi café, lo dejo sin azúcar como me gusta; llevo a mis labios la taza viendo con disimulo a Matt que sigue sin darme una razón — Es peligroso Liee, para nosotros, para todos para ti — lamo mis labios ante de negar
— No me importa — intenta contradecirme, y le doy una mala mirada que lo hace suspirar; nada me lo impedirá. No le hare eso a Andrien. Rodea la isla para acercarse lentamente — Dime que hago para que no vayas a ese lugar… — pretende tocar mi rostro así que tomo otro sorbo de café, pensando en que podría aprovecharme de la situación y jugar a que el castaño ha ganado esta vez.
— Si me ayudas a limpiar mi habitación, no iré a ningún lado — ni siquiera lo piensa, simplemente asiente sonriente.
Subimos a la segunda planta, directo a mi habitación que enserio es un verdadero asco, un desorden total; termino mi café dejando la taza en una esquina sobre prendas. Ya que había pesado que Matt era más inteligente ¿Quién en su sano juicio creerá que me ha ganado?
— Comencemos para luego poder tomar una ducha — e ir a visitar a Andrien, digo en mi mente
— Podría ayudarte con eso también — rio con sarcasmo, obvio no.
Inicio levantando algunos zapatos y ordenándolos en el armario, luego paso arreglar el contenido de su interior, agradeciéndole a los chicos por darme más trabajo con lo que me han dado; escucho a Matt tararear mientras limpia recordándome a la rubia, que paso tarareando la mayoría del tiempo alguna canción. Escucho un vidrio romperse junto a un “Maldita sea” cuando noto sangre en su mano en un 2x3 estoy junto a él, con el corazón queriendo salirse de mí.
— No es nada Liee, tranquila, solo un pequeño corte — tomo su mano que sangra
— ¡Pero te desangras!
— No seas dramática — con rapidez desgarro la tela de mi remera, enrollándola en su mano lastimada con delicadeza.
Yo no podía ser buena porque la gente se aprovecha. Estamos cerca, nuestras narices se rosan y aprovecha de mi cercanía para acariciar mi mejilla, entreabro mi boca cuando pasa su pulgar por mis labios. La carne es débil amigos, y con Matt tenemos química muy buena.