Matt Carter
Tomo las suaves manos de Lillian entre las mías, dejando en beso en ellas queriendo añadir el momento a uno más de los recuerdos con Lily, mi hermosa Lily. Le guardaba tanto agradecimiento a ella, a los Evans en general y no existía el tiempo para poder hacer una cuarta parte de lo que han hecho por mí.
Gracias a la preciosa chica a mi lado. A la cual tuve el honor de llamar mi esposa. Lillian me ayudo a salir adelante, ella que siempre creyó que tenía lo indicado para ser uno de ellos; desde el inicio confío en que podría ser un legítimo Evans. Aun cuando a simple vista solo era un chico perdido que vivía bajo un puente a la espera de que sus padres volvieran por él y su hermana, Violett, cuando la extrañaba, ahora la extrañaba más que nunca. Mi hermana mayor, la única familia de sangre que tuve alguna vez.
A pesar de no haber tenido la mejor vida antes de convertirme en lo que ahora soy, la chica a mi lado también me había ayudado a salir adelante tras la muerte de mi hermana. El fatal accidente de autos, aunque había tratado de culpar a Lillian porque fue quien hizo que Violett condujera, compitiera sin asegurarse que fuera la indicada, Lillian no tenía la culpa de todo. Y eso no podía negarlo, estaría realmente perdido sin ella. Tan solo fue un maldito accidente.
— Matt no nos dejes por favor, no me abandones
El cabello le cae hacia el frente cuando se inclina para también depositar un beso en mi mano. Muchas veces pensé que Lillian era la chica indicada para mí, es todo lo que deseaba en una mujer, es tan fuerte, tan leal e inteligente, tan segura de sí misma… no tenía idea cómo alguien como ella había terminado en un prostíbulo, lugar donde los Evans la habían rescatado, historia de la que Lily no se enorgullecía, pero para mí solo es símbolo de lo luchadora que es para salir adelante.
Los Evans nos habían salvado, a Lillian, también Jasmine, Andrien, la verdad a todos, a cada uno de los integrantes hicieron el favor de rescatarlos de una u otra forma, aunque no parecía el mejor lugar para estar, era un hogar seguro, protegido, existía el amor. Y una razón clara para permanecer ahí.
— No puedo quedarme, sabes que me están buscando, que me tienen rastreado, el solo hecho de estar aquí significa que te estoy poniendo en peligro.
Dirijo la mirada al lago que siempre ha estado aquí escuchando los tantos secretos de las personas que como nosotros hoy nos habíamos acercando a contar. Si ese lago oscuro y profundo pudiera hablar estaríamos acabados como estaba yo ahora o peor.
— Sino puedes hacerlo por mí, hazlo por Liee, sé que la amas y ella no te querrá lejos — casi suspiro escuchando su nombre.
Estaba más que seguro de mis sentimientos, de mi amor por Liee, pero también sabía que debía escapar para salvarlos; era mi acto de amor por ella, mi sacrificio por ellos. Kendall lo había dicho, estaba acabado, no tenía forma de escapar, si continuaba aquí en el país o cerca, no solo yo estaría en la miseria. Nadie podía salvarme, ni Kendall con el poder que ahora tenía en sus manos podía.
El problema es que tengo un tipo siguiéndome la espalda, no tenía idea como me había encontrado, como es que le hacía, podía sentirlo detrás, pero no podía matarlo, no lo veía y odiaba la idea de no poder descartar que en ese preciso momento estaba en la oscuridad del bosque esperando conseguir señal telefónica para delatarme, celebrando que gano la lotería consiguiendo la ubicación de los Evans. Y solo podía escapar para que el imperio no se viniera abajo, ni siquiera Liee me detendría, no la pondría en riesgo a ella ni a nadie. Son mi única familia ahora.
— Tengo que irme Lillian — me incorporo del tronco dónde nos encontramos, ayudando a que lo haga también.
Sus ojos cafés inundados de lágrimas percatándose que ha llegado la hora, el pecho me ardía viéndola de esta manera, como si me fuera a morir ¡Diablos! Solo desparecería del mapa unos meses. Tomo su rostro para hablarle cerca, debía irme, dejar de perder el tiempo poniendo en riesgo la ubicación de la cabaña, pero tampoco quería dejarla así. Era una contradicción espantosa.
No sería quien destruiría el imperio, no ahora que tenía nuevas integrantes después que fuéramos los mismos durante bastante tiempo, no acabaría con la felicidad de Gorrito que es Adalyn, no cuando Andrien también había caído en los encantos de Liee, a pesar de que ninguno era el dueño del corazón de la pelinegra, no le arrebataría la oportunidad de intentarlo, de la ilusión de saber que su vida había cambiado con un solo beso de esa chica que te volvía loco, muy en el fondo deseo que Andrien lo consiga, ya había sido suficiente que lo vendieran como una oveja. Merecía ser feliz, estaba dispuesto hacerme a un lado sí solo me decía que la amaba lo suficiente, me servía que no fuera ese policía quien se quedara con la chica.
— No olvides que te amo, te amo como nunca ella llegará a corresponderte — su habla me saca de mis pensamientos, palabras que me duelen, la verdad duele. No necesitaba decirlo, porque lo sé. Lillian ha estado a pesar de toda la mierda, ella no merecía que la tratara así durante años. Enrollo mis brazos a su alrededor, sé que algún día encontrará alguien a quien entregarle el amor que no pude desgraciadamente devolverle ¡Así de asquerosa era la vida!
— Cuida de todos Lily — cubre su rostro partiéndose en llanto al fin.
— Cuídate Matti, contacta con cualquiera cuando estés a salvó, por favor — asiento, dando la vuelta, está suplicándolo, pero no los dejaré por mucho.
Debo marcharme ahora, sé que es cruel irme sin despedirme de mis amigos, pero comprendo que es peligroso. Kendall tiene razón, es mejor partir pronto antes que sea tarde, avanzar por la sombra sin decir nada para que no entren en pánico, con miedo como el que siento.