La luz del sol entró por mi ventana dándome en el rostro, apretujé mis ojos y bostecé. Me levanté sentándome al pie de la cama y luego fui al cuarto de baño. Junté las manos para recoger agua y llevarla a mi cara; las gotas recorrían cada comisura de mi piel mientras me miraba fijamente en el espejo.
Salí de nuevo a la habitación y tomando el control de la tv la encendí. Era la hora de noticias y estaban hablando de nosotros…
“La familia que halló a los dos chicos desaparecidos hace más de una semana declararon que estaban tirados al pie de la carretera golpeados y heridos”
“Las autoridades no hallaron a los otros cinco jóvenes desaparecidos alegando que el desierto “se los tragó”, pues no hay rastro alguno. Andrea Reece y Enrique Henderson no han dado declaraciones acerca de lo sucedido, sin embargo, los encargados de este caso planean interrogarlos al respecto”
Tres golpes sonaron en la puerta y luego mi madre ingresó a la habitación…
—¿Supongo que ya viste las noticias? —asentí —¿y cómo te sientes?
—No estoy segura, siento que no soy yo.
—Ya te repondrás —hizo una pausa —los padres de Orlando, Sabrina y Luciano quieren hablar contigo, los cité para esta tarde.
—Está bien, supongo que alargar más esta situación es completamente inútil —suspiré.
Me dio un beso en la frente —baja y te haré algo de comer.
Sonreí y asentí. Luego bajé las escaleras detrás de mi madre hasta llegar a la cocina, me senté en el banquillo de madera con los codos apoyados en el mesón. El plato sonó al chocar con la cerámica y sobre él estaba un emparedado de pollo con algunas rodajas de tomate.
Lo tomé y al darle la primera mordida vino a mi mente el momento en que comí carne humana… Respiré profundo y me mantuve serena para no perder el control.
Había comido dos bocados cuando el teléfono de mi casa sonó. Mi madre atendió la llamada —ya te la comunico.
—Es Enrique —me observó y señaló el teléfono.
—Necesito verte Andrea, tenemos que hablar en persona —su voz se quebraba.
—¿Está todo bien? ¿Por qué te fuiste del hospital sin despedirte?
—Todo está perfecto, te espero en el parque del centro de la ciudad a las cuatro.
Fruncí el ceño —ok, nos vemos —colgó la llamada sin despedirse.
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—Por un momento pensé que me dejarías plantado —Enrique estaba sentado en una banca vestido en un estilo deportivo.
—No tendría motivo para dejarte plantado.
—Siempre has sido un poco terca, solo digo.
Me senté en la banca —¿Cómo has estado?
—Bien —suspiró y luego apoyó los codos en las rodillas —¿y tú?
—No lo sé…
Giró a verme y puso su mano sobre mi rodilla, luego la retiró —Alicia me visitó en mi casa y me hizo una propuesta muy retorcida…
—Lo sé a mí también me la hizo en el hospital —hice una pausa —¿Por qué te fuiste sin despedirte?
—No estaba pensando las cosas con claridad en ese momento…
Apretujé mis manos —está bien. ¿Y qué piensas acerca de la propuesta de Alicia?
—Que debemos aceptarla y trabajar para ellos.
Arrugué la frente y bajé las cejas —¿estás hablando en serio?
—No jugaría con algo como esto…
—¿Pero y que pasará con nuestros amigos?
—Ellos están muertos y no podemos hacer nada. Por el contrario, si nos reusamos a obedecerlos todo empeorará.
—Esto es demasiado para digerir —pasé la mano por mi rostro y limpié algunas lágrimas —no puedo darles la espalda a mis amigos, ellos merecen justicia.
Alicia apareció de la nada frente a nosotros, vestía un jean con zapatos deportivos y un suéter manga larga. —Espero no interrumpir, pero por lo que me doy cuenta no la haz logrado convencer Enri.
—Dijiste que estarías lejos y esperarías.
—No trabajaré para ustedes.
—No seas tonta Andrea, ¿acaso quieres que les pase algo a tus padres? —hizo una pausa y tomó aire —no eres la única que ha perdido a alguien importante en todo esto.
—¿Y qué puedes haber perdido tú? ¿un ascenso?
—A mi hija —subió un poco el suéter en su brazo izquierdo y vio la hora en el reloj, este tenía una foto de Sonia de fondo —pero tú piensas que esto es un juego y que todos estamos contra ti, la vida no es justa niñita —sonrió —tienes que ser inteligente y tomar lo que puedes, de lo contrario te hundirás.
—Piénsalo Andrea —Enrique tomó mi mano.
—Exacto, piénsalo. Aprende a tu novio que ya tiene experiencia.
Observé a Enrique y él sacudió un poco la cabeza —capturaba personas para Duane —decía que no con la cabeza —pero nunca supe que hacían con ellos.
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Editado: 20.10.2022