¿jugamos?

1...2...3... Te encontré...

Solo quedaban Vítor y Luis en la inmensa casa, ya los rayos tenues del amanecer comenzaban a llegar, no faltaba mucho para que todo acabara, más sin embargo, aún faltaba una hora. Víctor no sabía ya qué hacer, estaba escondido en la cochera. Encendió su celular y de inmediato llegaron varios mensajes, todos eran inútiles pues sus remitentes ahora estaban camino al otro mundo, todos excepto Luis. Contactó de inmediato al más jóven del grupo y acordaron reunirse en la cocina El castaño estaba asustado, pues cada vez aquella promesa que le hizo la sombra estaba más cerca de cumplirse, tenía el presentimiento de que pronto lo haría. Pero ya había llegado hasta allí, no se dejaría vencer tan fácilmente, pero como no podía luchar contra ese ente demoníaco de ninguna manera, solo le quedaba una opción. Cuando llegó a la cocína, ya Luis lo estaba esperando, aparentemente no se sorprendió de su llegada.   

— Tardaste — habló Luis — sabes que no tenemos tiempo que perder, necesitamos un plan. 

— Eso ya lo sé y lo tengo. Haremos lo que debimos hacer desde el principio.

— ¿Qué? ¿A qué te refieres?— Víctor caminó hasta donde estaban los cuchillos y tomó uno para volverse nuevamente hacia Luis quien se sorprendió de aquel acto— ¿Qué se supone que vas a hacer con eso?

— Hay que encontrarlo— dijo Víctor para luego irse caminando con paso apresurado hacia la sala seguido de cerca por Luis.

— ¿No pensarás enfrentarte a esa cosa o si?— preguntó Luis tratando de seguirle el paso. Cuando llegaron a la sala, Víctor comenzó a buscar tras los muebles presuroso.

— No seas tonto, eso sería suicida. Tenemos que encontrar el maldito peluche, es nuestra única salida, recuerda lo que decían las reglas. 

— ¡Las reglas se fueron a la mierda hace horas Víctor, por Dios reacciona!.— Víctor se paro y se puso frente a Luis para enfrentarlo.

— Entonces dime, ¿acaso tienes una mejor idea? ¿O es que tienes miedo?— Lo enfrentó el mayor. Luis no respondió, vencido sin remedio su argumento, se puso a buscar.

Recorrieron toda la planta baja sin conseguir nada, pasaron casi media hora buscando sin resultado alguno. Ambos volvieron a la sala y se sentaron alertas en el mueble a esperar, solo les quedaba media hora más y todo terminaría por fín, pero Luis no esperaría ese tiempo, no estaba en sus planes. Se levantó del mueble y se posicionó frente a Víctor.

— ¿Pasa algo?— preguntó el castaño al ver que su amigo se levantaba. 

— Sí, se acabó el tiempo Víctor.— El muchacho tomó el cuchillo que el castaño había puesto sobre la mesita de cristal.

— No te entiendo,¿de qué hablas?— Víctor se levantó a la defensiva tras pensar que Luis lo atacaría pero le esperaba algo peor. De uno de los pasillos salió la sombra, poseía ahora el tamaño de un niño de más o menos ocho años, en su mano derecha traía sostenido el osito de peluhe que tanto habían buscado. El ente se paró tras Luis. Víctor estaba atónito.—Luis tú...

—Así es Víctor.— confirmó lo que el castaño se imaginaba y temía, Luis los había engañado y traicionado a todos.

—¿Por qué? ¿Acaso no eramos tus amigos?— La rabia y el odio no se hicieron esperar, por su culpa esa cosa había matado a sus compañeros y le había hecho pasar la peor noche de su vida. Luis soltó una risilla que poco a poco se convirtió en una sonora carcajada. 

— ¿De verdad creíste que eramos amigos?— su risa cesó y se transformó en una expresión seria acompañada por una oscura mirada.— Solo para darte una idea de cuanto apreciaba a mis queridos amiguitos... Fui yo quien envió aquel e-mail que comenzó todo esto, sabía que eras tan estúpidamente curioso como para acceder a intentar alguno de esos juegos, aunque siendo sincero, no me esperaba que escogieras precisamente éste. Te debe traer recuerdos, ¿verdad amigo?— dijo haciendo incapie en la última palabra. Víctor apretó la madíbula de la impotencia que sentía en ese momento, quería lanzarse sobre él y matarlo con sus propias manos, ¿pero cómo sabía Luis lo del incidente?

— Supongo que también fuiste tú quien puso el candado en la entrada y nos encerró a todos.

— No menosprecies mi trabajo Víctor— pronunció mientras jugueteaba con el cuchillo entre sus manos y sonreía de par en par— Tuve que hacer más que eso durante toda la noche. Después de que envié el mensaje, tuve que encargarme de que no salieran y puse un candado en la entrada y para que nadie sospechara, le dije al imbécil de Miguel que sospechaba de ti y del estúpido de Pedro, ¿y qué crees?.Cayó fácilmente, es increíble la confianza que te tenían tus supuestos amigos,¿no lo crees?. Delatar todos y cada uno de sus patéticos escondites...También fue cosa mía. Encerrar al patético de Jeremy... No fue más que un juego de niños...

— ¿Por qué?— preguntó fúrico Víctor.— ¿Por qué tenías que matarlos?

— Tengo deúdas Víctor, deúdas que no se pueden pagar con dinero. No lo tomes personal, no he tenido que hacerlo solo con ustedes.— Luis levantó su muñeca izquierda dejando ver un reloj negro algo roto pero que aún funcionaba, Víctor lo reconoció de inmediato— Estoy seguro que sabes a quién le pertenecía, ¿verdad?, No me imaginaba que llegarías a hacer algo tan rastrero por sobrevivir, pero no me sorprende, los humanos solo pensamos en nuestro propio benefício y más cuando se trata de sobrevivir. Por cierto, te quedan unos quince minutos de vida o menos.  



#2839 en Terror
#12805 en Thriller
#5235 en Suspenso

En el texto hay: misterio, historiacorta, juegosdiabolicos

Editado: 01.07.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.