ALAN FLETCHER
Recuerdo cuando apenas tenía dieciséis años, conocí a una chica hermosa, tan hermosa como las flores que brotan en primavera. Ella era nueva en mi escuela; venía de Corea del Sur a pasar el resto del año escolar en tierras británicas debido a un extraño programa que mi escuela tenía desde hacía muchos años con los gobiernos de todo el mundo. Para mayor coincidencia, al igual que yo, ella también tenía un gemelo. Recuerdo la primera vez que me habló debido a un “accidente”.
*Flashback*
Caminaba tranquilamente por los pasillos del instituto. Era el primer día de clases y era normal ver caras nuevas y otras no tan nuevas. Me habían llegado rumores sobre un nuevo plan de intercambio que habría en la escuela. Al parecer, esta vez no serían escuelas de todos los países las que entrarían al plan de intercambio estudiantil, esta vez solo vendrían alumnos de un solo país, Corea del Sur. Las cosas parecían tranquilas, no había disturbios ni nada en especial, o eso creía.
Los minutos pasaban y había llegado la hora de ingresar al salón. Mi hermana gemela y yo habíamos corrido la suerte de tener horarios totalmente diferentes. Mi primera clase sería Diseño y Tecnología, y para su mala suerte, a mi hermana le tocaba Matemáticas como primera tortura del día. Las cosas siguieron normales. Entré y me senté en mi lugar de siempre, todo normal. Después del típico discurso de bienvenida de la profesora, llegó la sorpresa de mi vida: una hermosa joven de cabello castaño oscuro y hermosos ojos café oscuro. Los murmullos de mis compañeros llegaban a mis oídos, pero no lograba prestarles atención. Ni siquiera logré escuchar cuando la maestra la presentó al salón, lo único que pude escuchar fue esa melodiosa voz diciendo su nombre: Sung Eun-Ji.
Llegó la hora del descanso y me acerqué lo más rápido posible a la mesa donde estaba mi hermana para contarle lo que había pasado y sobre una de las estudiantes de intercambio. Grave error. Lo siguiente que vi fue a mi hermana acercándose a Eun-Ji para invitarla a sentarse con nosotros dos, y gracias a mi sensibilidad auditiva pude escuchar muy claramente lo que mi hermana le dijo: “A mi hermano le gustaste y me mandó a preguntarte si querías sentarte a comer con nosotros”. ¡Trágame tierra! Sabía que mi hermana solía tener un tacto de motosierra para decir las cosas, pero tampoco era para ser así de directa.
*Fin del Flashback*
Desde ese día, las cosas con Eun-Ji fueron más fáciles. De compañeros de clase pasamos a ser buenos amigos y una tarde de abril la convertí en mi novia. Todo parecía ir de maravilla. Éramos la pareja del momento, casi nunca discutíamos y se podría decir que nuestra relación era envidiable. Pero lo bueno nunca dura para siempre.
Si Semana Santa y Pascua fue el día de mi suerte, Amor y Amistad fue el día de mis pesadillas. Había llegado el mes de septiembre, cumplíamos cinco meses de noviazgo y llevaba planeando desde hacía una semana la mejor cita de la vida. Todo iba según lo planeado y nada parecía que podría salir mal. La había citado en el Ormer Mayfair, uno de los mejores restaurantes de Londres. Se suponía que tendríamos una cena de ensueño y luego disfrutaríamos de una magnífica vista desde el London Eye, una cita de ensueño. Llegaron las siete de la noche, la hora en la que la había citado en el restaurante, pero ella no llegó. Pasaron dos horas y ella jamás llegó. Llamé a su teléfono pensando que algo malo le había ocurrido, nadie contestó. La busqué en el departamento en el que se estaba hospedando con su hermano, pero no había nadie. Ella y su hermano habían regresado a su natal Corea del Sur y lo único que obtuve de ella fue una nota donde terminaba conmigo. No hubo razones, no hubo disculpas, no hubo nada, solo un trozo de papel con un “lo nuestro no puede continuar, terminamos”.
Era la primera vez que me habían roto el corazón, y de la peor manera que jamás pude imaginar. Lo hubiese aceptado y hasta perdonado si ella me lo hubiese dicho de frente, o en el peor de los casos, me pudo haber llamado y hubiera roto conmigo.
Desde ese día las cosas cambiaron para mí. Ya no era el chico tierno y empalagosamente romántico, ahora me había vuelto desconfiado con las mujeres, y aunque tuve miles de novias más, nunca pude olvidarme de ella.
Ahora han pasado casi seis años y gracias a un concurso gané una oportunidad para pasar mi último año de la universidad en una de las mejores universidades de animación de Tokio, Tokyo Geijutsu Daigaku o Universidad de artes de tokio o más conocida como Geidai. Hacía un par de días me había mudado junto a mi hermana a un pequeño departamento cerca del centro de Tokio, justo en el tercer piso. Ahora me encontraba frente a la puerta del ascensor para poder bajar a la primera planta e ir a mi primer día de clase, y aunque creía haberme convencido de que todo iría bien y este sería el mejor año de mi vida, la vida me recordaba que suelo ser el guerrero favorito de Dios. Las puertas del ascensor se abrieron mostrando a mi peor pesadilla: frente a mí estaba Sung Eun-Ji.