¡Hola!, antes de que comiencen a leer este nuevo capítulo me gustaría avisarles que ya se encuentra disponible el prólogo de esta historia, espero lo disfruten :) .
Capitulo 8.
El dolor de cabeza siempre ha sido mi peor enemigo, a menudo siempre que sufro de ellos, me encuentro irritada y todo a mi alrededor me molesta, el más simple ruido, grito o cuando alguien levanta aunque sea un poco la voz ya logro molestarme, pero eso es algo entendible, ya que todo eso a menudo me genera punzadas que hacen que mi cabeza duela más y sea más insoportable, desde que me levante esta mañana y revise mis redes sociales comprobando que todo lo que paso ayer no fue un sueño, si no mi nueva realidad, mi nueva asquerosa realidad, mi cabeza comenzó a doler y todo empeoro cuando baje a desayunar y vi las miradas preocupadas de mis hermanos, pero las enormes sonrisas de mis padres, desde que baje no han dejado de hablar y demostrar su felicidad porque yo fui la ganadora.
—De seguro van a hacer una excelente pareja tu y ese chico —hablo nuevamente mamá y su emoción logro que me diera una nueva punzada.
—Ese chico… oh si, Elián, el viene de una excelente familia hija, te sacaste la lotería —me felicito papá —. Mujer, ¿te imaginas lo asombroso que es esto? vamos a emparentar con los Weembley.
—Lo sé, lo sé —le respondió mamá —. Ahora si le daremos de que hablar a la gente y esta vez serán cosas buenas — esa última oración la dijo mirándome fijamente —. Tenemos que darles una buena impresión.
—Exacto así podremos ganarnos su favor —papá estuvo de acuerdo con mamá, lo cual me molesto, pero decidí callar porque mi cabeza dolía bastante como para discutir con ellos.
—Con el puesto que tiene el señor Weembley deberíamos pedirle que te ayude —sugirió mamá —. Tal vez el pueda conseguir que te suban de puesto o ya mínimo de salario.
—Tienes razón —papá estuvo de acuerdo con su sugerencia —. Cuando los veamos hay que aprovechar la ocasión para poner esas cartas sobre la mesa.
—¿Por qué mejor no le pides que te agregué en su testamento? —pregunté de forma irónica —. Mejor aún, aprovecha y dile que te de la mitad de su fortuna.
—Eider — me regaño mamá.
—Basta, suenan como un par de interesados —dije sin que me importaran las caras de enojo de ambos —. ¿No pueden fingir ser buenos padres?, aunque sea un momento —ambos me miraron sin entender —. Saben, este maldito concurso me acaba de joder la vida.
—Cuida tu vocabulario — me regaño mamá.
—¡A la mierda el vocabulario! — contesté enojada —. ¿No pueden ver el problema real aquí? Me acaban de joder toda mi vida, todo lo que yo tenia planeado se acaba de arruinar.
El recordar que todo lo que tenia en mi mente, en mis sueños se había ido al carajo solo me hacia sentirme mal, frustrada, pero sobre todo decepcionada y más viendo como a mis padres les importaba muy poco lo que puedo sentir y solo se preocupen por algo financiero o social, cuando claramente eso no es importante en este monumento.
—Ay por favor, Eider no seas exagerada —contestó mamá restándole importancia —. No es como si te fueran a prohibir estudiar.
—Sabes que no me refiero a eso — me levanté de la mesa, ya no me importaba mi dolor de cabeza, pues mi enojo ahora era más —. Saben perfectamente yo no quiero estar en este pueblo.
—¿Por esa tontería estás haciendo un escándalo? — se burló papá —. Ya era hora de que despertaras de tu sueño hija.
—¿A qué te refieres? —pregunté molesta.
—A tu sueño de irte a la capital a vivir, todos sabemos que es una tontería y tu lugar está aquí —en su tono se podía detectar la burla —. Como mujer, tu obligación es quedarte aquí y atender tu casa —sin poderlo evitar golpe las manos contra la mesa, provocando que todos se sobresaltaran.
—Es una jodida broma lo que acabas de decir, ¿verdad? —en este punto ya no sabía si sentirme enojada o decepcionada de la forma de pensar de mi padre.
—Es la ultima vez que te lo digo, controla el como me hablas —me advirtió.
—¿Qué controle como te hablo? —me reí sarcásticamente —. Bien, para tu información jamás seré ese tipo de mujer de la que hablas.
—Es lo que debes ser — me respondió papá —. Seguramente te iba a dejar irte tu sola a vivir a la capital— se burló —por dios hija se realista, todavía si tus hermanos me lo piden lo aceptaría ¿pero tú? Tu te tienes que casar con alguien de buena familia y darme nietos.
No pude evitar reírme en su cara, todo lo que dijo era una maldita estupidez que nunca podría aceptar, en este punto ¿Quién de los dos no está siendo realista? Me sorprende que a esta altura de nuestras vidas no sepa como soy y mi manera de pensar, pero es mi error porque mis padres nunca han tenido la idea de conocerme realmente como soy, ya que para ellos todas mis ideas o pensamientos están equivocado y van contra “las buenas costumbres” las cuales de buenas no tienen nada.
—Yo jamás quise hijos ni mucho menos quiero estar con alguien de este pueblo —le respondí una vez que dejé de reírme —. No quiero terminar como ustedes.
—¿A que te refieres? — preguntó mamá, la cual hasta el momento se había quedado callada y al margen de todo.