Me quedé mirando por una ventana desde el despacho del ministro, el día estaba cálido, el cielo despejado ya era la hora de almorzar y la verdad que ya tenía hambre. Miraba la gente que iba y venía por la plaza de Mayo, cuando de repente sentí una mano en mi hombro, era Marian.
- ¿Querés comer algo, pichón?
¿Pichón?, está bien que soy más joven que ella, pero tampoco es para decirme pichón.
- Sí. ¿Qué puede ser?
- Lo que quieras. Pedimos en el buffet del subsuelo. Acá tenés el menú.
- A ver. Un tostado y una seven up.
- Ok.
Era una mujer muy fría, en apariencia. Lo que le vi hacer en el baño con el ministro, no tenía nada de frialdad, y después ¿Habrá cogido con Krusat? Todo aparentaba que si, pero bueno yo no lo había visto, igualmente debería borrar de mi mente todo lo que había visto y oído esta mañana. Era una linda mujer, tenía un muy buen físico, ahora que la tenía adelante y mirando su espalda, la verdad que tenía muy buena cola, se la notaba dura, fuerte, pero en el fondo era otra pobre diabla como Krusat. No creo que le agradara mucho el lavarle las bolas y el pene al ministro. Muy gato para mi gusto, muy artificial, Krusat me había comentado que tenía un auto que le había regalado "el ministerio", era un mini cooper.
Llegó mi tostado y mi gaseosa, me senté en una silla enfrente de ella, y enseguida también se sentó Morena, parecía molesta por lo que le había dicho a su padre.
- Así que tenés novia
- Si, hace dos años.
- ¡Qué bien!
Nunca había escuchado un "¡Qué bien!" con tan poca convicción.
- Y vos ¿Tenés novio?
- No, no me gusta...
- Ya vas a tener seguramente.
- No sé, a mí me gusta ser libre...
- Sos chica aún.
- ¡No soy chica! En siete meses cumplo la mayoría de edad.
- Me refería que sos más chica que yo, pero no sos chica, sos una mujer.
- Ya lo creo que soy una mujer. Si vos supieras.
No quise ahondar mucho en el tema, la nena era una atrevida, pero ella siguió comenzó un monólogo.
- Para que sepas, no soy virgen, y ya me acosté con varios y me gustan los hombres mayores, mucha más grandes que yo, incluso he salido con amigos de mi padre.
Bueno, esto ya se estaba poniendo demasiado "heavy", si el señor ministro se enterara de lo que hacía su hija, en realidad no sabía si decía la verdad o me está fantaseando.
- Vos sos chico para mí, me gustan de más de 30 años, como mínimo.
- Está bien...
Me sonó el celular, me salvo de seguir escuchando sandeces de una adolescente, no llegue a atenderlo, antes que pudiera tomarlo una mano grande y peluda me lo saco de mi camisa.
- Eh, para ¿Qué te pasa?
- ¿Qué me pasa? Acá nadie atiende celulares, excepto el ministro y su hija.
- Pero para flaco, y vos ¿Quién sos?
- ¿Quién soy? Fijate lo que tengo en mi axila. Miralo bien.
No sé mucho de armas, pero la que tenía este hombre bajo su axila era de un calibre considerable, era plateada, brillaba. Lo miré y me sostuvo la mirada.
- Bueno Calino, bueno, deja al pibe en paz, a partir de hoy trabaja con el ministro. Vos nunca te enterás de nada.
- Yo hago mi trabajo. ¿O no?
- Si es verdad. Te presento a Edy, en realidad es Edgardo González Vena.
- Mucho gusto (Apretó fuerte mi mano. Me la estrujó) ¿Algo que ver con Venita?
Ya me había cansado que todos me pregunten lo mismo, aparte mi padre era más conocido que Cristo en este lugar.
- Si, soy el hijo.
- Mandale un saludo a tu viejo, decile, Juan Calino.
- Ok, serán dados
- Está todo bien con vos, sobre todo por ser el hijo de Venita, pero nada de celulares.
- No se preocupe, ya lo entendí.
- Igual acá somos bastante abiertos, fijate quien te llama y llama desde el teléfono de secretaria.
- OK.
Bastante abiertos, caradura, querían controlar todas las llamadas. Un tipo realmente desagradable este Calino. Abrí mi celular con cuidado (no sea cosa que este loco me dispare) y me fije quien me había llamado, era Cecilia.
- Me llamó mi novia ¿La puedo llamar? – le pregunté a Alicia -
- Si, llama pibe – contesto el metido de Calino -
Alicia asintió con la cabeza.
- Para llamar a un teléfono externo, marca 7 – me aclaró -
Marqué el celular de Cecilia, y Alicia, Marian y Calino, me observaban detenidamente.
- Hola Ceci!
- Hola mi amor ¿Cómo estás?
- Todo bien. Acá trabajando.
- ¿Trabajando? Pero que tomaste, flaco. Para, no me digas que hoy es el día de los inocentes.
- No tomé nada ni es el día de los inocentes, estoy trabajando empecé hoy. Ya te lo había dicho, se ve que no escuchás un carajo cuando te cuento mis cosas.
- ¿Hoy? En dónde? Ah, sí, hoy ibas al ministerio del interior.
- Si, acá estoy.
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Editado: 28.02.2018