Jugar a ser Dios

Capítulo 17

Me arrepentí, no quería que mi padre descubriera que tenía un hijo que era una basura, que era un asesino, un instigador. Yo era todo lo que él tenía, no le quedaba nada más. Mamá lo había abandonado hacía ya muchos años, yo ni si quiera la recuerdo, yo tendría cinco años. Fue un al poco tiempo de comenzar el jardín de infantes. Se fue con un primo de papá, yo me enteré de la historia oficial cuando era un adolescente, en mis años de crecimiento me hizo mucha falta ella, y lo que no podía digerir era que nunca me había llamado, nunca se había contactado conmigo, ni si quiera una mísera carta, nada de nada, a veces pensaba que papá me ocultaba información, pero yo pensaba que cuando una madre quiere ver a su hijo, no hay barrera que no pueda derribar. Desde el momento que mamá se fue de casa, papa se juramentó no estar con otra mujer, pero no por fidelidad a ella, no quería que lo hieran nunca más en su vida, la huida de mamá lo había destruido. No buscó una madre sustituta, la que cumplió la función maternal fue Clotilde, y muy bien cumplida. Clotilde era una campesina fuerte, buena gente, analfabeta pero inteligente e intuitiva. A mí me daba todos los gustos, me hacia la comida que le pedía, me soportaba los caprichos, me llevaba a la plaza a jugar, me iba a buscar al colegio, era una madre realmente.

No me arrepentí de no haberle contado la verdad a papá, ya estaba grande y no quería hacerlo cómplice de mi locura, ya demasiado tenía conmigo mismo, con mis berrinches infantiles por tanto tiempo, por ser un vago, por aparentar estudiar, por tanto. Esa noche lo invité a cenar a un restaurante de lujo, en puerto Madero, papá se puso muy contento, me atrevería a decir orgulloso. Llegamos al lugar y le dije que eligiera lo que quisiera, yo invitaba. Papá me regaló una sonrisa que hacía mucho que no le veía, al menos dedicada a mí. Comimos, tomamos un rico vino tinto y charlamos de la vida. Papá estaba orgulloso de que yo trabajara en un lugar en el que él había trabajado tanto tiempo, y me dijo que me comportara honestamente como él lo había hecho durante 25 años. Cuando me dijo eso me descolocó, después de lo que me había dicho el ministro, después de haber sido reconocido por gente non santa, pero yo creía en mi padre, quería creer en él, yo también necesitaba sentirme orgulloso de él.
A la una de la madrugada emprendimos el regreso a casa, hablamos amenamente, ambos estábamos contentos, cada uno por motivos distintos, o tal vez por el mismo con otro nombre. Llegamos a casa, estacionamos el auto y en un instante algo nos descolocó... nos asaltaron...


- Bueno, chicos, tranquilos, vamos adentro con las manitos en la nuca, hagan las cosas bien o se pudre todo.


Tres personas fuertemente armadas nos esperaban, los tres con anteojos negros, los tres vestidos de negro, no opusimos resistencia, era inútil. Entramos a casa, nos tiraron sobre los sillones del living. Uno de ellos nos vigilaba con una enorme pistola en su mano derecha, era él más joven, los otros dos hombres revisaban la casa, se notaba que lo hacían prolijamente. Nuestro "vigilante" estaba tranquilo, nos amenazaba "amablemente", en un momento sentimos un ruido que nos ensordeció, nuestro "vigilante" cayo al piso, un hilo de sangre caía desde su sien, los otros dos ladrones se dirigían al living, cuando de repente los vimos caer como moscas, se escuchó un sonido casi sordo, casi imperceptible, como aquellos ruidos que sólo escuchan los perros. Desde la cocina, Krusat venía raudo con su gran revolver humeante. Detrás de él, tres hombres tan ursos como él, Krusat parecía un General de campo.


- Venita, está todo bajo control.
- Pero... como... no entiendo. -dijo papá -
- Quedate tranquilo Venita, de los nuestros no pueden tocar a nadie estos giles...
- Pará Krusat, como están acá no entiendo - le recriminé -
- Pendejo, pará, te salvamos la vida, te salvamos tu casa, te salvamos tus bienes, que importa.
- No, pará vos, si me importa ¿Cómo supieron?
- Te explico, el otro día que vine a cenar con tu papá, la pasamos bárbaro.
- Vamos al grano Krusat, no me jodas, seré un pendejo pero no un boludo, ¡¡Dale!!!
- En eso estoy, para no me apures.


Mientras Krusat y yo hablábamos, sus compañeros examinaban mi casa, no me gustó nada y les grité.


- ¿Qué hacen? ¿Qué carajo hacen?
- Para, pibe, para, yo te cuento todo. Te decía el día que cene con tu viejo me tome el atrevimiento de convertirme en ángel de la guarda de ustedes. Para pibe, te veo la intención, dejame terminar.


Es verdad, Krusat vio mi intención de cortarlo enseguida, tampoco era tan difícil, yo estaba muy nervioso, muy loco.


-.Ese día que te comente me tomé el atrevimiento de poner micrófonos por toda la casa, intuí que podían tener algún tipo de problema, y si eso sucediera yo vendría enseguida, y eso ocurrió, y acá estamos, menos mal. ¡¡¡Agrademe nene!!!
-Todo bien, pero como llegaste tan rápido, vos vivís lejos de acá.
 



#4254 en Detective
#1284 en Novela policíaca
#13939 en Thriller
#5730 en Suspenso

En el texto hay: romance accion y drama

Editado: 28.02.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.