Hace 6 meses en la "Institución Educativa Los Angeles”
—¿Quieres ser mi enamorado?— Fue un momento histórico para mí vida, fue la primera vez que una chica que me gustaba se me declaraba. Al decirle que si, iniciamos la relación más bonita y cercana que tuve hasta ahora.
Juntos somos el dúo inseparable, ella es mi Julieta y yo su Romeo. Pasamos muchas aventuras juntos, entre ellas el tener que mantener nuestra relación en secreto—Es el momento de hacer nuestra relación oficial, debes conocer a mis padres— esas palabras me dejaron casi muerto de la impresión, pero debíamos hacerlo, su madre nos había descubierto y era necesario para nuestra estabilidad como pareja. La cita con sus padres era en un lujoso lugar, claro que cada quien pagaría lo suyo, ya que no podía decirle nada a mis padres.
Ahora que me dirijo hacia su apartamento, para conocer a sus padres, puedo decir que es la primera vez que estoy nervioso, conocer a mis suegros y su familia.
Al llegar al tercer piso como me indicó, me encontré con un chico llamado Francis—Nunca te había visto por acá, ¿eres nuevo en el edificio verdad?—al explicarle lo sucedido, me indicó el apartamento de Carmen—Suerte campeón, ese tal Gregory es algo duro, pero es tratable si no eres mal educado— El miedo había desaparecido con aquellas palabras.
Al llegar al apartamento número 119, toque aquella puerta de madera, donde salió una niña de cabello castaño y ojos color miel, se notaba que era su hermana menor, o al menos una prima—¿Quién eres?, ¿a quién buscas?— No pude evitar sacar una sonrisa de lo tierna que era su voz, me presente y le pregunté por Carmen, pero obviamente sin decir que soy su enamorado, por lo menos hasta que ella me presente como es debido.
Cuando se asomó, vi que se había puesto un vestido elegante color azul marino, que combina con el color marrón oscuro de su cabello y sus ojos color miel, que brillan como el atardecer.
No pude evitar sacar un suspiro, por aquel espectáculo que estaban viendo mis ojos. Su forma de vestir, su manera de caminar y su mirada tan penetrante, hace que mi corazón palpite de alegría al ver como una chica tan espectacular era mi novia.
Al llegar al lugar, pude ver a tan atentos e intimidantes señores que iban a evaluar hasta el mínimo detalle en mi persona, para saber si era digno de ella o no.
Tenía cierta ventaja, porque desde pequeño estaba en sociedad y sabía que hacer. Eran los primeros adultos que formarían parte de mi familia, unos completos extraños que con el tiempo, llegarían a ser aquellos que me entregarían a su hija en matrimonio.
La cena terminó, con fuerte apretón de manos del hombre que no paraba de enfrentarme con la mirada, diciéndome ¿tú eres quien será el que elija mi hija como su pareja?, fue un momento que me dejó marcado, pero no iba retroceder por ello. Al finalizar el apretón, me di cuenta, con solo su mirada me dijo—Buen muchacho, me agradas. Solo no lo arruines— finalmente acompañe a Carmen hasta la esquina de su casa como de costumbre.
Fueron los momentos más hermosos que pude pasar con ella, al fin no podía ocultar mis sentimientos en público. Poco fue aquella alegría, porque me di cuenta que esto no había acabado. Pero ese momento duro muy poco, mis padres aún no saben que tengo un noviazgo con Carmen.
Al llegar a mi casa, como de costumbre, mi padre estaba de viaje, mi madre recién estaba llegando a casa y la sirvienta servía la cena familiar, que en este caso seríamos dos.
—Julián, ¿tienes algo que contarme?— es la pregunta que me hizo saber que era mi fin, ya que cuando dice eso, significa que sabe algo que hice. Al intentar explicarle la situación, ella me interrumpió, diciendo —Sabes que no debes tener enamorada, va contra las reglas de esta casa— La verdad necesitaba que entendiera que yo enserio quería a Carmen, lo intente de mil maneras, diciendo que iba a ser diferente, que iba no iba a interrumpir en mi formación. Pero eso solo afirmó que era el fin — Hablare muy seriamente con tu padre, debes saber que al final del día, tomaremos una decisión. El destino de los negocios familiares está en riesgo, incumpliste la única regla, que era muy simple, termina tu preparación para administrar los negocios familiares. Tenías una única opción, ¿para que?, para que al final me salgas con una novia que solo te va a traer problemas— Me puse firme y le dije "tu no conoces nada mamá, para ti solo son los negocios, nunca te pusiste a pensar en mí", la calle al instante con esa frase, pero entonces me dijo — Recuerda a quien le hablas, eres la rama principal de familia, somos superiores al resto. Conoce tu lugar, no somos iguales a esa gente, la razón por la que te pusimos y te seguiremos poniendo en un colegio público, es para que aprendas la humildad. Solo por eso estás ahí—
Sabia lo que me esperaba a la mañana siguiente, así que fui a mi cuarto a descansar para en enfrentar a mi padre. Era cuestión de tiempo a que me apartaran de ella, así que esperando lo peor fui a dormir.
A la mañana siguiente, fui como de costumbre a mis clases. Algo era diferente, mi madre estaba muy tranquila, como si nada hubiera pasado.
Admito que me sorprendió, pero decidí no darle importancia y seguir con mi camino. Llegué y me senté con ella, para disfrutar mis últimos momentos con esa mujer que siempre me quita el aliento cada vez que me siento con ella.
Cada momento, cada palabra la disfrute como si fuera la primera vez que hablara con ella. Pero al final, sabía que era el fin de nuestra relación. Le prepare una carta, la carta que contiene todo lo que siento por ella, así que me despedí de ella sabiendo que nunca más la volvería a ver.
Al llegar a casa, mi padre me recibió. Sabía lo que vendría ahora, me iban a separar de ella, así que afronte a mi padre. Vestía con un terno negro elegante, como de costumbre, ojos celestes igual que los míos y sobre todo cabello largo peinado hacia atrás transmitiendo el respeto que siempre emite hacia todo ser que lo rodea.