Un treinta y uno de diciembre había llegado trayendo consigo un nuevo año para mí querida rubia favorita, Michelle. Sus dieciochos años al fin habían llegado. Mi querida amiga los esperaba con ansías.
Aunque la intensa nieve quiso estropear la pequeña celebración, Kevin, había logrado preparar una pequeña y bonita celebración para ella.
No era mucho lujos cómo quizás la familia de la rubia siempre deseó, pero sólo con bastar para ella la presencia de sus personas favoritas, ella era feliz y así lo fue.
Mi familia, Kevin y su madre, Aidan y la familia de ella. Fuimos testigos de una noche increíble, además de recibir un buen año que todos deseamos.
En esos momentos dónde recordamos lo bonito de vivir.
Esa misma noche a Kevin se le ocurrió alejarnos unos momentos de todos y conversar. Nos acercamos al balcón de su casa, quién nos regalaba una agradable vista, a pesar de la nieve que nos caía.
–¿No crees que hace mucho frío para estar acá? — Pregunté al rededor de unos minutos.
—¿Y no crees que es una bonita noche para mirar el cielo? — Respondió.
—Lo es.
Lo observé de perfil; tenía su mejillas un tanto rojas por el frío que hacía y varios copos de nieve en su cabello.
—¿Eres feliz con Aidan? —Me preguntó mirándome a los ojos.
Solté un suspiro.
—¿Dudas que él no sea capaz de hacerme feliz?
Negó con su cabeza.
—No es eso. Conozco muy bien a Aidan, sé que el es capaz de hacerlo, aunque sea a su manera, sé que lo hará. Sólo quiero saber si realmente eres feliz estando a su lado, Julieta.
—Lo soy.—Sonreí recordando a estupidez humana.— Él me hace feliz.
Colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oído.
—Me enamoré, Kevin. —Hablé una vez más.
—¿Entonces te dejo en buenas manos?
—Es tú mejor amigo, Kevin. Lo conoces.
—Y tú eres mi pequeña mocosa, Julieta. No importa quién sea, siempre me preocupare por ti. — Respondió.
—Confío en él. —Le aseguré.
—Entonces te dejo en buenas manos. —Afirmó.
Sonreí.
—¿Me das un abrazo? —Pedí.
—Siempre.
Abrí mis brazos y el me levantó en los suyos. Apegandome completamente a él y tener la dicha de escuchar su corazón.
Él reloj había sonado y los fuegos artificiales habían llenado el cielo. Un nuevo año había llegado, y lo mejor fue haberlo recibido en los brazos de Kevin.
—Feliz año nuevo, mi pequeña mocosa. —Susurró a mi oído.
—Feliz año nuevo, hermano.
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—¿Has visto a Michelle? un acelerado y preocupado Kevin me preguntó.
Dejé mi mochila en su sofá.
—Ella faltó a clases hoy. Pensé que estaría enferma, o quizás contigo, por eso vine para acá.
—No no. Ella no llegó a dormir a su casa anoche.
—¿Qué? Pero se supone que tenía que estar contigo, Kevin.
—¡Lo se! ¡Nos despedimos en el café de siempre, me dijo que volvería a casa después, iba a comprarse ropa o qué se yo! — Caminó de un lado a otro.
—¿Has hablado con su madre?
—Ella me llamó preguntando por ella, Julieta.
La preocupación había llegado a mí y ver en ése estado a Kevin me ponía peor.
—¿Que tal si te sientas un momento en el sofá, si? Me pones más nerviosa.
Hizo lo que le pedí. Y a su vez me senté a su lado.
—Tengo un mal presentimiento. —Confesó.
Traté de ignorar su comentario, quería creer que la preocupación sería en vano.
—Llamaré a Hendrick, estoy segura que el nos ayudará. — Me levanté del sofá y marqué su número.
—¿Hendrick?
—Hola, Julieta.—Respondió.
—¿Crees que puedas ayudarme?
—¿En que?
—Mi amiga Michelle está desaparecida desde ayer en el día. ¿Puedes venir a casa de mi amigo, Kevin?
—¿El loco que quiso matarme en el hospital? —Rei.
—Si.
—Bien, dame la dirección.
—Gracias.
Envié la dirección.
—Hendrick vendrá pronto. —Le dije.
—¡Me volveré loco!
—Hey.—Me agache a su altura. —Ella volverá ¿okey?
—Quiero creer Julieta, quiero creer.
Le envié un mensaje avisando avisandole a Aidan lo que sucedía. El era su amigo y creo que a Kevin le hará bien que el esté acá.
—¿Quieres comer? — Le pregunté.—Estás pálido, Kevin.
Examine su rostro con mis manos.
—No. Ve y come tú.
—No probaré ningún bocado si tu tampoco lo haces.
—Julieta, no es el momento para que empieces con tus niñerias. —Esta vez me había respondido cortante.
Respiré profundo antes de contestarle de la misma forma.
—Estoy aquí para ayudarte. No merezco que me trates de esa manera, Kevin.— Me alejé de él.
Caminé hacia la cocina para tomar un vaso de agua. De repente un mensaje había llegado a mí celular. Abrí el mensaje sorprendiendome.
"Julieta,¿podrías venir por mí? Creo que estoy en problemas. No le digas a nadie"
Había dejado la dirección en el mensaje conjunto.
Al salir de la cocina me encontré a Aidan junto a Kevin.
—Vuelvo en un momento.—Les dije a ambos.
Los dos chicos fruncieron el ceño.
—Por favor .—Le hablé a Aidan.—Haz que este idota mejore su humor. Hendrick está apunto de llegar.
—¿A donde vas? — Fue el italiano que me preguntó.
—Iré a comprar algo. —Menti.
Si Kevin me fuera mirando a los ojos sabría que mentía, pero el estaba tan preocupado que ni lo notó.
Me despedí de Aidan con un beso en la mejilla saliendo de la casa.
Tomé un taxi rápidamente, mostrándole la dirección que Michelle me había enviado.
¿Que había pasado? ¿Porque no quería que nadie se enterara?
Tenia tantas dudas que no me había cuenta que habíamos llegado.
—¿Puede esperar aquí un momento? —Le pregunté.
—¿Está segura que entrará a ése lugar? —Me señaló a donde se supone que Michelle estaría.
—Sí, no tardaré, tranquilo. —Coloqué en sus manos un poco de dinero.
Era la primera vez que estaba en éste lugar. Era una especie de depósitos.