-Así que mañana vas a tener compañía –era fácil entrar en confianza con él. Había aceptado rápido entrar cuando comenzó a caer granizo. Granizo en enero.
-Si –bufé –francamente me lo esperaba.
Mi mamá había llamado hecha una furia cuando se enterara de lo ocurrido con la chica Klein. Al día siguiente llegaba con mi papá. A mis hermanos los dejaba en la ciudad, no iba a ponerlos en riesgo. Y lo sabía, venía decidida a llevarme aunque sea a los tirones a casa otra vez. Podríamos pelear, e irme de casa. Pero ellos no me iban a dejar en un lugar en el que corriera riesgos. Eso nunca.
-Lamento que se terminen tus vacaciones- sonrió. Era sexy. De hecho muy sexy. No sabía que hacia alguien como él de policía. Atraparía a ladronas con su encanto. Me sonreí de mi propia estupidez.
-No lo lamentes tanto. No voy a volver. –enrosqué mis spaghetti con crema y empecé a comer. Ni cuenta me había dado que no había probado bocado en todo el dia.
-Pareces decidida –saboreó exageradamente su hamburguesa con queso doble –me gusta eso.
-Estoy decidida –le sonreí con bigotes de crema –y te vas a tener que quedar a cuidarme –insinué.
- Claro –dijo, pero su rostro se ensombreció –igual es verdad que hasta que no sepamos qué mato a esa chica, es un riesgo que te quedes.
- No te puedo explicar la impresión que me da, solo pensar en esa chica.
- Yo también estoy un poco sensible por todo esto –su rostro se descompuso un momento y dió la sensación que la hamburguesa sabia asquerosamente –fui uno de los primeros en llegar a la casa, es mas abrí la puerta yo mismo.
- La viste –susurré. Si miraba con fijeza sus pupilas verde pardo quizás encontrara el reflejo de Sofía en el living de su casa. Era masoquista, pero una parte de mi hubiese querido verla también, estar ahí. A veces no alcanzaba con saber lo ocurrido, uno necesita ver, corroborar el horror con sus propios ojos por más sanguinario que fuese. Como para comprobar que eso, por más lamentable que sea, es cierto. Era de locos, pero a mi me pasaba.
- Hay fotos –masculló, como si no quisiera decirlo en realidad. Quizás había notado el brillo de mis ojos, el interés repentino al confirmarme su presencia en la escena del crimen.
- Quizás más adelante. No quiero verlas hoy –aunque me moría de ganas prefería no enloquecerme más.
- Está bien. Hablemos de otra cosa. –Me miró y un brillo repentino en sus ojos me aviso por donde vendría esta vez – ¿Tenés novio?
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