Julieta quiso quedarse

Blaz

      Blaz llevaba al menos una hora mirando hacia los árboles del fondo de su casa. Si bien estaba en el centro mismo    del poblado, los árboles no escaseaban nunca en esa zona. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Julieta          tomando el arma con toda seguridad y disparando sin más. La había subestimado. Sino era porque llevaba ya tantos    años como brujo, la chica lo hubiese matado. Pudo lograr desviar la bala, no sabía si la próxima lo haría. Su fuerza e    impulso eran muy fuertes. Amara había tenido razón al decirle que si no tomaban medidas seria imparable.

-¿Vas a decirme de una vez por todas que fue lo que hizo esa chica cuando tomaste mi lugar como Sofía? –Amara no era tonta y no le había costado nada darse cuenta de lo que había hecho el brujo después de hacerle beber ese vino que la dejara dormida.

-Me disparó Am. –sonó apagado. Se volvió y la miró. Amara pudo ver el desconcierto que sentía.

-¿Cómo decís? –se acercó al brujo y estudió su expresión. Como todos Amara sabía bien de las increíbles dotes actorales que poseía Blaz.

-Cuando me presente como Sofía por tercera vez, ella tomó la determinación de asesinarme o al menos espantarme, cuando nadie más lo había intentado. Ni siquiera los cazadores. –Blaz estaba consternado –sus instintos están empezando a tomar poder en ella.

-¡Te lo dije Blaz! ¡Ella se nos va a salir de las manos! – Amara sorbió un poco del té de menta que se había hecho. Los brujos vivían bebiéndolo –¡ahora madre nos serviría!

   Blaz parecía no oír del todo lo que la bruja le comentaba. El pelo rubio le caía por la frente y parecía transpirar.

-Está con mi hijo, el me llamó hace un rato. Me comentó sus inquietudes.

-¿Enzo? ¿Está con él? ¿Cómo es posible? –la bruja se puso pálida. Pero a Blaz no le importó. Ya no quería secretos para con ella. Eran un equipo.

-Él está de acuerdo en decirle la verdad en poco tiempo.

-Pensé que tu hijo había muerto –Amara no pensaba, lo había visto morir. Hacía ya más de un siglo, junto a su madre.

-Ya voy a contarte esa historia Am –no es momento. –se volvió y la miró –creí que ibas a reconocerlo en cuanto lo vieras.

-¿Ella confía en él? –Amara no podía creer que Blaz le hubiese ocultado una cosa así. Pero le iba a dar su tiempo para decírselo. 

-Ha logrado persuadirla. No creo que confié en él un cien por ciento, pero al menos continúa a su lado.

-Podría hacer un hechizo –se ofreció Am.

-Ya lo he hecho –se frotó las manos y volvió a mirar a su amiga. Amara pudo ver las profundas cicatrices en las manos de su compañero cuando el deshizo el hechizo que las ocultaba –invoqué la magia legítima. –la bruja abrió enormemente los ojos.

-¿Qué? –Amara no podía creer que él se hubiese animado. Invocar la magia sin saber controlarla del todo podía desatar un caos.

-Tenía que cuidar a Julieta –cerró sus manos volvió la vista a los árboles.

-¿Qué rayos estas diciendo Blaz? ¿Cuidar a una legitima con magia que ella misma genera? ¿De que estas hablando? –la bruja caminaba como una frenética, y no era para menos. Cualquier cazador o licántropo notaria el halo en la casa.

-Ya habían asesinado a su prima. No podía pensar que iba a estar a salvo.

-Espera –Amara se quedó un minuto en suspenso – ¿Cómo es que el cazador ha podido ingresar a la casa?

-Ella lo ha dejado entrar. Si la persona le genera confianza, la magia no ataca. Es más dentro de la casa con ella, está a salvo.

-¡Increíble! –Amara se sentó a su lado y miró hacia los arboles sin verlos –no tenía idea de que conocías tanto de magia legitima –volvió la vista a Blaz. El brujo aparentaba tener no más de veinticinco años, pero ya contaba varios siglos. No por nada era quien era –supongo que lo grimorios que faltan los tenés en tu poder.

-¡Supones bien! –Blaz no sabía si sentirse encantado o preocupado.

-¿Qué vamos a hacer con ella?

-Lo que mejor que podamos. Después de todo es nuestra hermana –se volvió y la contempló con ojos cansados –nos va a tener que escuchar.




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