Allí donde nos hallábamos, el bosque era más espeso, más cerrado. El olor a pino era fresco y casi se te pegaba a la ropa y el pelo como si de un perfume se tratara. Llevábamos al menos un cuarto de hora esperando a los cazadores. Joel, mi único acompañante visible estaba nervioso, y me miraba de hito en hito. Sin duda estaba pasando por el día más difícil de su existencia. Matt y Enzo, se hallaban escondidos a pocos metros, detrás de un halo de magia que yo misma había creado para protegerlos de los ojos Beta, y que en caso de necesitarlo nos serviría de refugio también a nosotros. El amanecer se acercaba en el horizonte.
-Gracias Julieta –dijo al fin –juró que no entiendo nada ahora mismo. Pero volver a tener una familia es más grande que cualquier otra bendición que me podría pasar en la vida. No hay nada mejor que esto. –su voz sonaba quebrada por una emoción que se le hacía casi innominable.
-No me des las gracias Joel. Si poseo esta magia, me parece justo utilizarla haciendo cosas como esta. Matt ha sufrido mucho, se merecía esto y mucho más.
-No importa lo que merezcamos Julieta, lo hiciste de todos modos. Estoy en deuda. –dijo, sin mirarme. Noté que las manos le temblaban un poco.
-Siempre que sigas el plan de Enzo o Madre o de no sé quien, me habrás pagado con creces –se volvió y asintió –juró que solo quiero vivir en paz Joel. Continuar con la vida que tenía antes de la muerte de Sofía.
-Eso va a ser un poco imposible –dijo –Ya no sos esa Julieta, y esa ya no es tu vida. –estaba siendo sincero, y eso mismo me dolía. Pero la sinceridad era lo único capaz de despertarme, y lo sabía.
-Me niego a creer que mi vida va a decantar por el apocalipsis que es ahora. –tenía ganas de llorar.
-Nos vas a tener a nosotros Julieta. No tenés que preocuparte. Ninguna de nuestras vidas va a volver a ser igual ¿Entendés? –tenía los ojos llenos de lágrimas, pero de alguna manera las contuvo.
-Quizás sea un poco egoísta pensar en mi vida, cuando puedo ayudar en la de tantos otros.
-Es normal –dijo al cabo de unos minutos –estás en tu absoluto derecho de pensar en tu vida, por algo es tuya. –respondió in apartar la vista del horizonte.
-¿Qué va a suceder ahora? –pregunté. Me sentía agobiada.
-Es momento de actuar Julieta. Han llegado los cazadores.
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