Karion: Reencarnación en lobo

Infierno de hielo, goblins y curación

La primera parte de la Divina Comedia de Dante Alighieri narra el viaje de Dante a través del infierno, a través de los 9 círculos de este para ser concisos. Cada círculo representa diferentes pecados que condenan al alma humana, variando en castigos dependiendo el círculo pero que como elemento común tienen el ser un ambiente sulfúrico, de fuego, calor y pena hirviente. Mas no el noveno círculo, este representa el castigo a la malicia y al fraude, a la traición. Este es un infierno de hielo, congelado, simbolizando la frialdad del hielo lo frío de los corazones y las mentes al pecar de los traidores de quienes se fiaron de ellos. Y un infierno gélido semejante es en el que se encontraba esa misteriosa figura encapuchada y con una espada manchada en sangre.

 

Era un hombre alto de pelo blanco y del cual, de entre la sombra que producía su capucha, se filtraba el brillo intenso de unos ojos azules que transmitían un frío capaz de congelar el alma. Este estaba parado inmóvil en el medio de este infierno de hielo que cubría todo, hasta el cielo estaba completamente ocupado por una cubierta de nubes grises que capturaban cualquier pequeño rayo de luz que quisiese alcanzar la tierra. Era una vista desoladora el observar tanta destrucción en un ambiente completamente congelado del que alguna vez había sido una hermosa ciudad de blanca arquitectura que seguramente debió haber estado cubierta de vida, no tan llena de muerte como lo estaba en ese momento. Entonces el hombre finalmente movió su espada en una rápida secuencia que sacudió toda la sangre que tenia encima, ahora manchando la superficie cubierta de hielo en un contraste aterrador. Entonces los labios del hombre empezaron a moverse sin producir sonido y al terminar su frase, desperté.

 

No era ajeno a estos sueños raros que me aceleraban el pulso y me hacían jadear del impacto que me producían, pero este era completamente nuevo. De cualquier manera trate de no pensar mucho en ello y seguir adelante con mi rutina. Ya había pasado una semana desde mi primera cacería en el bosque y todos los días había estado yendo al arroyo a practicar magia, afortunadamente sin haberme llevado alguna sorpresa durante todo este tiempo. Definitivamente había tenido una mejora en la forma en la que manipulaba el maná y en la capacidad que tenía de este. Ahora era fácilmente capaz de lanzar alrededor de 20 lanzas de hielo, o su equivalente usando el maná de otras maneras, antes de empezar a marearme, pero lo más importante era la velocidad que había adquirido al momento de manipularlo. Si antes era inviable el usarlo en combate ahora era capaz de generar una lanza y arrojarla en 4 o 5 segundos.

 

Adicionalmente también había estado cazando los conejos con colmillos todo este tiempo desde que después de volver a ver otro grupo los pude seguir con mi olfato y encontrar una zona de madrigueras donde es muy común verlos. De esa manera también había podido practicar el moverme y cazar con mi cuerpo, al mismo tiempo que me adecuaba un poco mas a la sangre y lo que implicaba cazar, sin olvidar claro que había podido comer regularmente. La práctica me había servido bastante porque me daba una idea un poco más real de cómo podía morder, abalanzarme, esquivar o dar zarpazos, además de como emboscar correctamente o seguir un rastro, haciéndoseme mucho más fácil el distinguir olores individuales. Partiendo de esto también había algo de lo que me percate en este tiempo y es que mi refugio de piedra se me estaba comenzando a hacer demasiado pequeño, por lo que podía intuir que yo había crecido algo.

 

Ya había amanecido y era hora de empezar mi nueva rutina. Aunque realmente no tenía un mayor propósito, dentro de lo que cabe estaba bien con la forma en la que estaba llevando la vida en el bosque, era ajeno a cualquier comodidad pero la vida era apacible cuando quería y emocionante cuando lo requería, era divertido pasear por el bosque y enriquecedor el practicar magia y mejorar constantemente. Era algo a lo que me estaba acostumbrando y con lo que pensaba que podría vivir, realmente disfrutaba la manera en cómo estaba percibiendo al mundo. Así pues, volví a tomar mi ruta ya usual y conocida hasta el arroyo, estando esta plagada de flores, vegetación, diferentes criaturas y aves habitando en lo alto de los árboles. Después de llegar me dispuse a empezar a practicar como lo había estado haciendo todo este tiempo.

 

Luego de haber estado meditando por algunos minutos respecto a cómo fluía el maná en mi cuerpo y hacia el exterior hubo algo me llamó la atención, eran un par de presencias no muy fuertes que se aproximaban desde dentro del bosque pero cuyo pestilente aroma ya había percibido antes. Eran un par de goblins que se acercaban furtivamente, seguramente con el objetivo de cazarme. Afortunadamente ya los había descubierto a una distancia suficiente como para que yo tuviese el control de la situación, podía elegir si escapar de ahí, dirigirme a su encuentro a combatir o esperarlos preparado, pero lo que era seguro es que no me iban a encontrar desprevenido.

 

Lo más sabio hubiese sido simplemente escapar del lugar, no pensaba alimentarme de su carne por la pestilencia que desprendían y no obtendría beneficio alguno de enfrentarme a ellos, al contrario, solo conllevaba el riesgo de sufrir alguna herida. Aun así no quería ser intimidado por ese tipo de criaturas y encima estaba ansioso por poner en uso toda la práctica que había tenido durante este tiempo. Además, más que bestias o animales parecían ser simples monstruos, seres con los que prefería acabar antes que pudiesen hacerme daño en algún otro momento. Por lo cual mi decisión había sido esperarlos preparado, momento en que rápidamente formé una lanza de hielo tan dura como podía hacerla y la mantuve lista para ser lanzada en el aire mientras esperaba que se asomasen por entre los arbustos.

 

Conforme se acercaron más, haciendo que los pudiese escuchar con completa claridad, de entre sus torpes pasos y chillidos logré identificar a 3 de ellos y también el cómo finalmente se preparaban para asaltarme desde los arbustos, sin saber que yo era el que los estaba esperando en realidad. Tan solo el primero de ellos asomó la cabeza por entre la vegetación, liderando su intento de emboscada en mi contra, dispare con una gran precisión la lanza de hielo, atravesando irremediablemente su cráneo y haciendo que cayese en seco al suelo. Los otros 2 se sorprendieron al ver a su compañero caer pero no mostraron el menor signo de preocupación o pena por él, solo reanudaron su carga en mi contra.



#13496 en Fantasía
#2962 en Magia

En el texto hay: romance, magia, reencarnación

Editado: 12.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.